Eider Rodríguez. Escritora: Me gustaría leer las obras de la literatura universal en euskara cuando no pueda hacerlo en el idioma original

2008-05-16

SALABERRIA, Urkiri

BELAXE. ITZULPEN ZERBITZUA

Llueve a cántaros en la estación de tren de Hendaya. Los trenes vienen y van, acercando y alejando perfiles de pasajeros. De repente, el cielo se oscurece y se va la luz. Hemos entrado en otra dimensión. Nos sumergimos en un cuento virtual. Esta semana entrevistamos a una escritora de cuentos. Eider es joven, pero tiene una amplia experiencia. Aunque ella misma se diga “en paro”, la vemos inmersa en la más ardua tarea de la vida ejerciendo de madre de gemelos.

¿Cómo se definiría si tuviera que explicarle a alguien quién es Eider Rodríguez?

¡Vaya comienzo! (risas). Quizá sin quererlo tenga una imagen distorsionada de mí misma, pero creo que soy una persona bastante normal, con sus preocupaciones, miedos, ilusiones y ambiciones. Ahora estoy en paro y, a decir verdad, me siento más normal que nunca. Más terrestre y más real que nunca, por así decirlo. Por otra parte, también tengo mis rarezas, pero sin exagerar, creo. Leer y escribir son dos de ellas.

Ha sido madre hace poco. ¿Cómo se siente en su nuevo papel?

Creo que ser madre me ha hecho mejor hija. La cuerda que nos une a nuestros padres o a nuestras madres de por vida (o, al menos, hasta el fallecimiento de la madre o del padre) es muy incómoda. Unas veces se tensa mucho y otras veces parece laxa. Cuando menos te lo esperas, empiezas a correr y sientes un gran alivio porque la cuerda se ha estirado.

Yo diría que la maternidad me ha impuesto una cuerda más, que me une a mis queridos hijos y que, de alguna manera, ha equilibrado el resto. Es como salir del supermercado con dos bolsas en lugar de una.

¿Qué recuerdos familiares tiene de su niñez?

Soy la mayor de dos hijas. Mi hermana menor tiene siete años menos que yo. Hasta que falleció mi abuelo no había muerto nadie en mi familia, al menos nadie cercano a mí.

¿Qué sucedió entonces?

Cuando murió mi abuelo entendí el significado y la importancia de la palabra familia. Hasta entonces, al menos emocionalmente, la consideraba una “institución” medio maldita que siempre estaría ahí, una institución inflexible que nunca cambiaria ni un ápice. Después de la muerte de mi abuelo empecé a acercarme un poco, pero ojo, manteniendo las distancias (hace un gesto con la mano).

¿Cuál es el origen de esas ganas de escribir?

La lectura, seguramente. Siempre he sido una lectora empedernida, una oradora mediocre y una pensadora bastante torpe. Para mí, escribir ha sido y sigue siendo una forma de hablar y de pensar.

¿Qué carrera hizo en la universidad?

Estudié comunicación audiovisual. No me pregunte por qué. Seguramente porque me pareció la única carrera que tenía algo de encanto. Estaba equivocada. El sistema académico está podrido.

¿Pero siguió estudiando, no?

Sí, luego pasé un año en París y allí todo fue bien. No vi ni un sólo estudiante con apuntes, ni uno sólo. Es el único año en el que aprendí algo. Después pasé dos años en Madrid y también fue un desastre. A decir verdad, terminé muy quemada con la Universidad, con los profesores, con las asignaturas y con los estudiantes. No quiero saber nada de ese mundo.

¿Cómo entró en el mundo de la escritura?

Trabajé como editora cuatro años, lo que me dio la oportunidad de conocer el funcionamiento del sistema editorial, de conocer a escritores, leer originales, proponer traducciones, etc. A decir verdad, aprendí un oficio o, al menos, los pormenores de un oficio.

¿Cómo fue su trabajo?

Muy enriquecedor y, al mismo tiempo, muy duro. Empecé a trabajar en el mundo editorial a los 23-24 años. Todas las decisiones que tenía que tomar me resultaban terribles y lo pasé mal, pero creo que ese trabajo me curtió. Perdí la virginidad, por así decirlo.

¿Tiene sentido traducir la literatura?

Sin duda. Hace poco leí el “Viaje al fin de la noche” de Céline en euskara y es increíble. Creo que es la traducción en euskara más larga que jamás he leído. Me gustaría leer las obras de la literatura universal en euskara cuando no pueda hacerlo en el idioma original.

¿Qué piensa de los “Ejercicios de estilo” de Xabier Olarra, el Premio Euskadi de Traducción?

Dicen que los “Ejercicios de estilo” es uno de esos libros intraducibles. Yo no lo he leído entero, pero por lo que sí he leído diría que está impecablemente traducido al euskara. Últimamente se están publicando novedades mundiales en euskara al mismo tiempo que salen en castellano, no doce años después, cuando todo el mundo las ha leído. Creo que es la primera vez que ocurre algo así en el mundo del arte y diría que no ha ido tan mal (pero eso habría que preguntárselo a los editores).

“Igualdad” o “igualdad de oportunidades”. ¿Qué término es más preciso?

Yo no soy igual que nadie y mucho menos que un hombre, por lo que igualdad no me parece el término más preciso. El problema es que nos perdemos en las palabras. Muchas veces, nuestras verdades más íntimas chocan con esos términos ridículos, pero lo más importante son las verdades íntimas en sí mismas, la soledad del hogar. El ámbito público viene después. No sé si me explico...

En vacaciones, muchos hoteles ofrecen la Nintendo como anzuelo para que los niños pasen el rato, pero ninguno tiene una biblioteca infantil. ¿Leer está pasado de moda?

No sé si alguna vez estuvo de moda, no creo. Yo no soy enemiga acérrima de las consolas porque yo misma jugué mucho con ellas y no las veo tan peligrosas. Antes estaban los arcos y ahora las consolas. En mi época también había muñecas pechugonas. Independientemente de los juguetes con los que jugaran, siempre ha habido tontos, criminales, sabios y gente normal. Se dicen muchas cosas sobre la afición a la lectura. Queda feo que un profesor les diga a sus alumnos “tenéis que leer” o que unos padres se lo digan a sus hijos. No hay peor boicot que ése. ¿Quién quiere hacer lo que le dicen sus padres o sus profesores? Los niños sanos no, desde luego. Aquí hay mucha falsedad, igual que ocurre con la igualdad entre hombres y mujeres, porque los padres también ven la tele.

¿Para quién escribe y por qué?

No escribo para nadie. Escribo porque escribo, porque sí. Todavía no he encontrado una respuesta razonable a esa pregunta.

¿Cómo es el día a día de un escritor?

Yo no me siento a escribir en serio todos los días, para nada, pero leo o escribo algo a diario, ya que son ejercicios muy similares. Cuando quiero meterme de lleno en la escritura de un nuevo texto tomo notas, siempre en el mismo cuaderno, y empiezo escribiendo a mano, aunque siempre termino en el ordenador. Nunca he escrito un cuento en el cuaderno de principio a fin. Cuando no tengo ganas o fuerzas para escribir y aún así tengo que hacerlo, me voy de paseo o leo algo.

Para terminar: La banda sonora de tu vida: con pocos instrumentos Un sabor: uno fuerte, el amargo Un olor: el olor a limpio Una textura: la del terciopelo Un color: el azul Eider Rodríguez Martín

(Donostia, 1977) Actualmente trabaja en su tesis doctoral, titulada “La fractura del relato clásico en el cine y en la literatura”. Durante los años 2000 y 20003 realiza Cursos de Doctorado en Comunicación Audiovisual en la Universidad Complutense de Madrid. En el año 2000 cursa Estética e Historia del Cine en la Universidad de Valladolid. Un año antes, en la Universidad Sorbonne Nouvelle (París), realiza Cine y comunicación y antes se había licenciado en Comunicación Audiovisual por la Universidad del País Vasco. En cuanto a la experiencia laboral, durante el 2007 trabajó en el guión y dirección del documental “25 urte Korrika” junto a Eriz Zapirain. Durante el 2006-2007 fue guionista del programa televisivo Sautrela y durante el 2001-2006 fue editora en la editorial Txalaparta, primero como editora de recopilaciones en español y responsable de producción, y después como responsable de recopilaciones en euskara. Estas son sus publicaciones:

Irakurri (“Irakurketaren biografia”), recopilación de ensayos, Meettok, 2008. Haragia, recopilación de narraciones, Susa, 2007. Y poco después ahora, recopilación de narraciones, Ttarttalo, 2007. Cuatro cicatrices, recopilación de narraciones, Atenea, 2006. Traducción al euskara de Dantzaldia de Irene Nemirovsky, Txalaparta, 2006. Ametsen baratza, Elea, 2005, cuento “Arima gazteak”. Eta handik gutxira gaur, recopilación de narraciones, Susa, 2004. Marihuanazko bufandak, Txalaparta, 2002, cuento “Déjà vu”. Errenteria Hiria ipuin lehiaketa, Ereintza, 2001, “Bellevue” e “Ilusioaren ilusioaz”. Además, ha publicado varios artículos y reportajes sobre literatura en distintas revistas. Escribe habitualmente en las revistas Hitzak eta ideiak y The Balde y ha publicado varios artículos de opinión en el periódico Berria.
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