Jose Antonio Arana Martija: "En Euskal Herria nunca ha habido ni habrá nadie que trabaje tanto como Azkue en pos del euskera y de la cultura vasca"

2001-11-09

EZKERRA, Estibalitz

Elkarrizketa: Jose Antonio Arana Martija Jose Antonio Arana Martija, miembro de Euskaltzaindia Real Academia de la Lengua Vasca "En Euskal Herria nunca ha habido ni habrá nadie que trabaje tanto como Azkue en pos del euskera y de la cultura vasca" * Traducción al español del original en euskera Estibalitz Ezkerra Jose Antonio Arana Martija es miembro de la Directiva de Euskaltzaindia Real Academia de la Lengua Vasca. Conoció a Resurrección María de Azkue cuando estudiaba Derecho en la Universidad de Deusto, y le recuerda como "un santo, un hombre realmente admirable. En Euskal Herria nunca ha habido nadie que haya trabajado tanto como él. Tenía un carácter muy fuerte, mucho genio, y era muy serio. Imagínese, ¡empezó a fumar con 80 años! Lo conocí en los años 1949 1950, al empezar a estudiar Derecho en Deusto. De vez en cuando solía ir a la sede de Euskaltzaindia para ayudar a Alfonso Irigoien con los asuntos de la música, y un día que estábamos ensayando, al oír voces, gritó '¿quién anda ahí?'. Irigoien hizo las presentaciones y le explicó qué estábamos haciendo. 'Si está trabajando por el euskera, que continúe', dijo respecto a mí. Fue un encuentro que no duró más de diez segundos, pero que nunca voy a olvidar". Arana Martija ha publicado dos libros sobre Azkue. Resurrección Jesús María de las Nieves Azkue, todo un nombre para todo un hombre. Se llamaba Resurrección Jesús María de las Nieves porque nació precisamente el Día de la Virgen de las Nieves, el 5 de agosto de 1864, en Lekeitio. Sus padres eran Eusebio Azkue y Mari Carmen Aberasturi. Carmen era la segunda esposa de Eusebio. Anteriormente estuvo casado con Laureana Ozerin, con quien tuvo cinco hijos. Eusebio estudió en el convento de los franciscanos de Bilbao, y después ejerció como profesor en la escuela de náutica en Mundaka, donde vivía con Laureana y sus hijos. Como era poeta, puso a sus hijos nombres ligados a la naturaleza: Diana, Aurora, Sol... Azkue nació y creció en un entorno poético. Al fallecerLaureana, Eusebio contrajo segundas nupcias con Mari Carmen Aberasturi, una viuda que residía en Mundaka. Eusebio obtuvo la cátedra de la escuela náutica de Lekeitio, de modo que al final consiguió regresar a su pueblo natal. El apellido Azkue proviene de Zamudio, de donde era el padre de Eusebio. El propio Azkue y otros seis o siete hermanos más nacieron en Lekeitio. Ninguno de ellos se casó, con que el apellido Azkue terminó por desaparecer en esta localidad. Azkue realizó sus estudios en la escuela náutica de su padre, y luego se vino a Bilbao a cursar el bachiller. Casualmente, se alojó en la misma casa que Unamuno y Telesforo Aranzadi, que eran primos entre sí. Azkue no se llevaba bien con Unamuno, aunque sí con Aranzadi. En todo caso, parece ser que la estancia en Bilbao no le marcó demasiado. Según parece, los estudios que cursó en Bilbao no le interesaban demasiado; al menos no les concedía mucha atención, porque no sacaba buenas notas. El Azkue cultural aún no había nacido. Sin embargo, se sentía atraído por la literatura y el euskera, sobre todo debido a la influencia de su padre, y también le gustaba la música, que estudió con el organista de Lekeitio. Su hermano Alfonso era un buen cantante, poseía una hermosa voz, y su padre, Eusebio, cantaba en el coro de Lekeitio. De modo que creció rodeado de música y del euskera. Tras finalizar sus estudios en Bilbao, se fue al seminario de Vitoria Gasteiz para aprender filosofía, y de ahí a Salamanca, a cursar teología. Ahí es donde empezó a componer música, aunque no gran cosa, porque todavía estaba estudiando. En todo caso, entorno al año 1884, veraneando en Lekeitio, empezó a interesarse por la cultura popular vasca. Fue precisamente por aquel entonces cuando la Diputación Foral de Bizkaia creó la Cátedra Vasca. Sí, en 1888, cuando Azkue ya estaba preparado para oficiar misas. En aquel momento se encontraba en Salamanca, y una de sus hermanas le escribió animándole a que se presentase. Además de Azkue se presentaron,entre otros, Unamuno y Sabino Arana, que a la sazón no sabía euskera y que no presentó nada más que la solicitud. Unamuno contaba con la ventaja de estar doctorado en Filosofía y Letras, en Madrid. Era un hombre muy inteligente y admirable, pero tampoco él presentó nada más que la solicitud. Sin embargo, Azkue presentó unos apuntes sobre la gramática vasca, un cuento en euskera y un método para aprender el euskera. Parte de los miembros del tribunal valoró sobre todo el doctorado de Unamuno. Azkue no tenía título alguno, ni tan siquiera era sacerdote, porque el concurso para la cátedra tuvo lugar en marzo, mientras que Azkue ofició su primera misa el 29 de septiembre. Pero sus defensores valoraban que fuera un euskaldun nato y el hecho de haber acompañado una serie de trabajos. Así, a pesar de que la relevancia de un sacerdote fuera menor que la de un doctor, finalmente fue Azkue quien obtuvo la cátedra. En el verano previo al inicio de las clases, Azkue preparó una minuciosa gramática, seleccionó varios textos para los alumnos, y los presentó en la Diputación. Empezó a impartir las clases de euskera en octubre, en el instituto de Bilbao, que comenzaban a las seis de la mañana. Saque usted las cuentas, a ver quién acudía a esas horas... En cualquier caso, ya el primer año congregó a unos 20 25 alumnos, adultos todos ellos, algunos de los cuales llegarían a ser renombrados: Arriaga, Rochelt... Debido a su trato con la burguesía de Bilbao, Azkue no tardó en hacerse famoso en Bilbao. En un principio tenía una marcada influencia carlista, porque su padre lo era, pero dejó la política a un lado y puso todo su interés en el euskera. Al poco de obtener la cátedra, publicó "Euskal Izkindea", la primera gramática vasca. Lo publicó en 1891. Euskal Izkindea es una obra verdaderamente extensa. En el prólogo expresaba su agradecimiento a la Diputación, por haberle concedido la oportunidad de elaborar la gramática en cuestión, y también a su madre, por haberle transmitido el amorpor el euskera y la cultura vasca. Pero sobre todo acentuaba los problemas a los que tuvo que enfrentarse para poder elaborar el libro, dada la ausencia de palabras vascas con las que enseñar gramática. De modo que tuvo que crear muchas. Más tarde, arrepentido, lo calificó de "pecado de juventud" y confesó que, al ser buena parte de las palabras ininteligibles, no era un buen método para aprender el euskera. A pesar de que en un principio se mostró a favor de crear nuevos términos (por motivos técnicos; también Sabino Arana estaba en ello), observó que la gente no los iba a entender, y se puso a mejorar los préstamos lingüísticos. El mismo año que publicó Euskal Izkindea, editó un curioso libro de textos dedicado a Antoine d'Abbadie, redactado en el dialecto vizcaíno batúa, y en el dialecto de Lekeitio. El primer elemento que Azkue propuso unificar de cara al euskera batúa fue la ortografía. Los modelos ortográficos de Azkue y Arana salieron a la luz el mismo año, y ello originó grandes controversias. Finalmente se acabó por aprobar la proposición de Arana. Las primeras ediciones de Euskaltzaindia se basaron en la ortografía de Arana. Sin embargo, algunas de las propuestas de Arana serían más tarde modificadas. El principal motivo del enfado entre Azkue y Arana fue la ortografía. En las reuniones celebradas en Hendaia y Hondarribia se respiraba una gran tensión. En Hendaia se congregaron expertos procedentes del País Vasco peninsular y continental, con la finalidad de consensuar la ortografía batúa. Pero Sabino llevó consigo a todos sus seguidores, desatando la ira de Azkue, que declaró que no admitía semejante imposición, que allí se congregaron para debatir honradamente, y que sólo así aceptaría las decisiones que se fueran a adoptar. Aquella reunión no sirvió para nada. Más tarde celebrarían otra en Hondarribia, pero tampoco allí acordaron nada. La cólera sólo se limitaba al ámbito lingüístico, porque en lo demás se llevaban bastante bien. Azkue manifestaba en unacarta escrita en 1914: "soy nacionalista gracias a Sabino". Lo que no llegaba a aceptar era la palabra Euskadi, ni con ese, ni con zeta. En una edición publicada a partir de una conferencia que impartió en Bilbao en 1918 decía que "mi patria no es Euzkadi; mi patria es Euskal Herria". Veía la unidad de Euskal Herria con más amplitud de miras que Sabino, que empleaba frases como "Bizkaia por su independencia", una Euzkadi que parecía querer aludir a Bizkaia, aunque no pensara de tal modo. Azkue era un abertzale y euskaldun que soñaba con unificar toda Euskal Herria. En lugar de "Zazpiak bat", empezó a emplear el término Euskal Herria. Durante aquellos años Azkue realizó cosas extraordinarias. Como por ejemplo, el Diccionario Vasco en tres idiomas. Tras fallecer Arana, Gabriel Maria Urkixo (hermano de Julio y presidente de la Diputación Foral de Bizkaia) manifestó su deseo de fundar Euskaltzaindia. En 1905 presentó un proyecto que recibió el visto bueno de la Diputación de Gipuzkoa, pero no de la de Álava. En Iruña Arturo Campion se mostraba a favor del proyecto, pero no salió para adelante. Azkue pidió la excedencia de la cátedra en la Diputación y fue sustituido por Ebaristo Bustinza, "Kirikiño". Durante los tres primeros años sólo se presentaban hombres a la cátedra, pero hacia el año 1896 empezaron a presentarse las primeras mujeres, de las que Azkue no quería saber nada. Ni siquiera las quería en su clase. En ese aspecto, era un machista. Y adoptó una decisión salomónica: él se quedaría con los hombres, y Kirikiño con las mujeres. Cuando solicitó la excedencia, sin embargo, Kirikiño agrupó a hombres y mujeres en una misma clase. Pero volvamos a lo nuestro. Con la finalidad de recopilar canciones populares, palabras, cuentos, etc., Azkue empezó a recorrer los pueblos de Euskal Herria. Para poder publicar el diccionario, solicitó la ayuda de la Diputación de Bizkaia. Así, en 1905 1906 lo editó en Tours en tres idiomas: en euskera, en castellano y en francés. Es undiccionario histórico, el más hermoso que se haya realizado. Una obra maestra que reúne palabras de todos los rincones de Euskal Herria. El trabajo de toda una vida. El diccionario de Azkue reviste una inmensa importancia dentro de la historia del euskera. Una vez publicado el diccionario, se concentró en la música. Editó unas cuantas canciones eclesiásticas y populares. En 1901 impartió una conferencia sobre la música, exponiendo varios ejemplos. En 1912, mientras estaba recopilando canciones, la Diputación de Bizkaia organizó un concurso de cancioneros vascos, al que sólo se presentaron tres personas. Uno de ellos presentó una canción que no llevaba ningún nombre, por lo que quedó descalificado. Los dos finalistas eran Azkue y Aita Donostia, fraile capuchino de Lekaroz y 22 años más joven que Azkue. Azkue presentó cerca de 2.000 canciones, y Aita Donostia 400. Dicen los músicos que pese a que Aita Donostia presentó menos canciones, tenían un mayor matiz vasco, porque Azkue los recopiló sin hacer distinciones. Finalmente, Azkue se llevó el primer premio, y Aita Donostia el segundo. Este último publicó su cancionero en 1920, y Azkue entre 1922 y 1925, haciendo una selección entre sus canciones, puesto que en lugar de las 2.000 publicó 1.001 a cargo de la Diputación. El cancionero es una bellísima obra que recoge infinidad de canciones heredadas de su madre, Mari Carmen Aberasturi. Azkue visitaba asilos de ancianos para recopilar canciones, y como no había grabadoras, las escribía allí mismo, a mano. Durante su estancia en Tours, Francia, corrigiendo las pruebas del Diccionario Vasco, solía hacer escapadas a París, donde coincidió con otros dos grandes músicos: Jesus Guridi y Jose Maria Usandizaga, que andaban un poco reñidos. Los tres se alojaban en la misma pensión. Para entonces Azkue era un sacerdote entrado en años que pasaba la mayor parte en Tours, corrigiendo las pruebas. En 1905 Usandizaga regresó a Donostia, y Azkue y Guridi fueron a Bruselas, a estudiar música.Azkue tenía una buena razón para ir a París: en 1896 se celebró en Bilbao un congreso de música en el que participaron célebres músicos procedentes de París y de Alemania. Azkue se mantuvo en contacto con ellos, sobre todo con el francés Charles Bordes, con quien afianzó su amistad durante las fiestas vascas de Donibane en 1897. El Gobierno francés destinó a Bordes a Euskal Herria con la finalidad de recopilar canciones vascas. Era profesor de la Schola Cantorum de París, que publicaba obras de gregoriano. Azkue fue a dicha Schola por recomendación de Bordes, de allí a Bruselas, y a continuación a Colonia, junto con Guridi. Estuvo en Alemania hasta 1919, donde compuso la oratoria Daniel y Lamindano, que luego pasaría a ser la sinfonía cantada Andre Urraka. Al regresar a Bilbao retomó la cátedra, siguió recopilando canciones por toda Euskal Herria y comenzó a interesarse por la etnología.Hacía todo lo que estaba en sus manos por toda Euskal Herria. En 1910 Guridi y Usandizaga estrenaron en Bilbao dos óperas vascas: Mirentxu y Mendi Mendiyan, respectivamente, que dejaron a Azkue petrificado, porque aunque ambos músicos aseguraban que nunca empleaban sones populares, sus obras estaban claramente basadas en ellos. Entonces, Azkue compuso la ópera Anboto, inspirándose en sones vascos. La primera parte se estrenó en 1911, ante un numeroso público. Sin embargo, los críticos le tacharon de ser demasiado wagneriano, que de hecho era cierto, ya que Azkue era un ferviente admirador del compositor alemán. Acudió a dos óperas de Wagner en el teatro Arriaga, y durante su estancia en Colonia presenciaba todas sus óperas. Compuso su siguiente ópera, Ur lo, ateniéndose al estilo de Wagner, pero, a diferencia de la anterior, resultó ser un fracaso que le ocasionó pérdidas de 25.000 pesetas. Ante tal disgusto, a punto estuvo de ingresar jesuita, al igual que 20 años atrás, aunque entonces no pudo cumplir ese deseo por tener que hacerse cargo de su madre tras fallecer su hermano Alfonsoel mismo año en que estrenaba Ur lo. Cuando se dirigía a Loiola junto a su buen amigo Txomin Agirre, éste le dijo que antes tenía que saldar las deudas y seguir trabajando por el euskera. De modo que se dio media vuelta, regresó a Bilbao y gracias a sus acaudaladas amistades pagó todas las deudas contraídas con la ópera. Y empezó a trabajar en pos de la creación de Euskaltzaindia. Aun cuando el proyecto confeccionado por Gabriel Maria Urkixo se fuera a pique, Azkue siguió trabajando en ello, y en 1918 la Diputación de Bizkaia elaboró una nueva propuesta para crear Euskaltzaindia. En el I Congreso de Eusko Ikaskuntza, celebrado en Oñati en 1918, siendo Txomin Agirre director de lingüística, se acordó crear Euskaltzaindia, con la ayuda de las tres Diputaciones, y se designaron cuatro académicos fundadores: dos vizcaínos, Azkue y Julio Urkixo; un navarro, Arturo Campión; y un guipuzcoano, Luis Eleizalde. El año siguiente se acordó que fueran doce, y se nombraron ocho más: Agirre, Brussaint, Adema, Etxegarai, Agerre, Eguzkiza, Olabide y Landhe. Al fallecer Txomin Agirre en 1920, designaron a Sebero Altube, y el lugar de Brussaint lo pasó a ocupar Lakonbe. Con Agerre sucedió algo curioso, porque cuando partió de Iruña a Sevilla, Azkue le dijo: "el que fue a Sevilla perdió su silla", y designaron a otro navarro en su lugar, Intza. Azkue dejó a un lado la música para dedicar todo su tiempo a Euskaltzaindia. Fue designado presidente de la Academia y desempeñó el cargo hasta su muerte. Azkue puso a trabajar a todos los que se encontraban bajo sus órdenes. Reemprendió la tarea ortográfica que aún estaba inacabada, empezó a abrir paso al euskera batúa, a organizar congresos, a nombrar miembros honoríficos y correspondientes de Euskaltzaindia, etc. Movilizó Euskaltzaindia como nunca antes se hubiera podido imaginar. El hecho de ser académico de Euskaltzaindia no le impidió seguir viajando. Además, se puso a recopilar el trabajo realizado por Bonaparte. Sí, aquellos años Azkueempezó a viajar a través de Alemania e Inglaterra. En Tours se enteró de cómo una biblioteca de Chicago había adquirido la biblioteca de Luis Bonaparte. Sin embargo, los manuscritos se quedaron en Londres, conque en cuanto Azkue tuvo conocimiento de que la viuda se proponía vender aquellos documentos, partió hacia Londres, los examinó, confeccionó una lista y se la envió a la Diputación de Gipuzkoa, lo cual irritó a la Diputación de Bizkaia, ya que acudió en su ayuda para poder publicar el diccionario, pero no para obtener la obra de Bonaparte. Entonces, las tres Diputaciones (incluida Navarra) llegaron a un acuerdo para adquirir los manuscritos que Azkue traería a Euskal Herria. La obra de Bonaparte recogía todos los dialectos vascos, ante lo cual Karmelo Etxegarai, íntimo amigo de Azkue, Arturo Campión y él mismo se dispusieron a clasificar los dialectos y enviar cada montón a la Diputación correspondiente. Azkue consiguió recuperar una buena parte de los documentos, pero hubo algunos manuscritos que quedaron en manos de un tal Collins. Bonaparte publicó un total de 120 libros en euskera, que en su mayoría eran textos bíblicos traducidos por mandato suyo. Cuando las tres Diputaciones me dieron su consentimiento para microfilmar todos los documentos en Iragin de Bergara, entregué el original y una copia microfilmada de todo a cada una y traje otra Euskaltzaindia. Desde entonces, los manuscritos de Bonaparte pueden ser consultados tanto en las tres Diputaciones como en Euskaltzaindia. Ha mencionado dos de las obras más importantes de Azkue, el Cancionero y el Diccionario Vasco. No obstante, tras la creación de Euskaltzaindia realizó otras dos no menos importantes, como son Euskalerriaren Yakintza y Morfología Vasca. Entre unas obras y otras escribió cuentos como Ardi galdua y métodos para aprender los dialectos vascos, pero al empezar a estudiar el euskera seriamente (para lo cual realizó encuestas a través de toda Euskal Herria sobre el léxico y la morfología), en1925 publicó Morfología vasca, una gramática completa que consta de unas 800 páginas. Frente el euskera batúa, Azkue proponía el euskera completo, proyecto que presentó en dialecto vizcaíno, según el cual había que basarse en el guipuzcoano y enriquecerlo con los demás dialectos. Este proyecto posteriormente fue rechazado por Euskaltzaindia, por opinar que todos los dialectos merecen un trato igualitario. Por otra parte, contando ya con 70 años, Azkue publicó entre 1935 1947 la que sería su última obra, Euskalerriaren Yakintza, una edición de cuatro tomos en la que reunió todos los datos recopilados a lo largo de su vida. Desde entonces se han publicado dos ediciones más. Euskalerriaren Yakintza es un fabuloso tesoro que recoge refranes, cuentos, cuestiones sobre la metereología... en definitiva, la sabiduría popular. La obra de Azkue gira en torno al diccionario, al cancionero, a la gramática morfología y a Euskalerriaren Yakintza. En Euskal Herria nunca ha habido ni creo que vaya a haber nadie que trabaje tanto como Azkue en pos del euskera y de la cultura vasca. Azkue falleció en 1951, tras un peculiar accidente. Fue un caso muy curioso. Azkue acudía al trabajo, desde San Nicolás hasta la Ribera, donde entonces se encontraba la sede de Euskaltzaindia, muy de mañana, donde permanecía hasta la una. Al mediodía regresaba a casa, a comer (tenía una asistente) y hacia las tres volvía a la oficina. Azkue vivía en Campo Volantin, sin radio ni nada, porque decía que eran demasiado ruidosos y que le impedían concentrarse. En invierno permanecía en la Ribera hasta las ocho y media. La noche del accidente, el 26 de octubre, regresaba a casa por el camino del río, como de costumbre. Tenía 87 años, conque seguramente no tendría una vista demasiada buena. La cuestión es que resbaló y cayó al río. Un hombre que pasaba por allí vio lo sucedido y saltó al agua para rescatarle. Cuando más tarde tuve la ocasión de hablar con este hombre, castellano, me dijo que Azkue en el agua ohablaba en un idioma muy raro, o es que estaba rezando. Claro, ignoraba que estuviese hablando en euskera. Pero lo más curioso es que cuando este hombre se le acercó a Azkue éste le dijo que le dejara en paz, que ya sabía nadar, que era de Lekeitio. ¡Hay que tener valor para dar semejante contestación! Azkue salió del agua por sí solo, pero lamentablemente tragó aguas residuales que le produjeron una infección mortal, pues en el hospital no le realizaron ninguna limpieza de estómago. Falleció el 9 de noviembre, rodeado de Federiko Krutwig (gran amigo de Azkue, que tras la Guerra le ayudó a fundar Euskaltzaindia) y dos alumnos (uno de ellos Jorge Villa, organista de la catedral de Santiago). Azkue designó herederos a su secretario personal Gregorio Madariaga y a Jorge Villa, a quien dejó todos sus papeles musicales. Lo enterraron en Derio, aunque años más tarde trasladaron sus restos a Lekeitio, a la iglesia Andra Mari, donde aún permanece. En el 50 aniversario de su muerte el Ayuntamiento de Lekeitio y Eusko Ikaskuntza le tributarán un homenaje. ¿Resulta necesario organizar este tipo de eventos para que las nuevas generaciones tengan conocimiento de su obra? Los homenajes son necesarios, pero no de cualquier tipo. Aquí se suelen tributar demasiados homenajes que con frecuencia son de segundo orden. Está bien rememorar a los personajes claves de nuestra cultura, expresarles nuestro agradecimiento y darlos a conocer a los jóvenes, pero no podemos caer en el "homenajitis". Parece como si cualquier persona pudiera ser homenajeada, cuando no debería ser así. Por otro lado, la juventud actual no sabe nada. Hay mucha gente que desconoce nuestra cultura, pero lo peor de todo es que la gente culta no sabe mucho más que la gente corriente. Por tanto, los homenajes son necesarios en tanto que pueden contribuir a ampliar los conocimientos, pero hay que saber ser selectivo. Fotografías: Estibalitz Ezkerra Euskonews & Media 143.zbk (2001/11/9 16) Eusko Ikaskuntzaren Web Orria
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