Comencemos, si le parece bien, por sus orígenes.
Comienzo, pues, diciendo que he tenido la suerte de tener una familia estupenda. Mis orígenes son por tres lados castellanos, de los cuales uno es menés, que también toca algo de País Vasco, y por otro catalán. Podemos decir que nací en una familia acomodada, no he tenido ningún tipo de problema económico en mi vida, no he necesitado ser becario nunca, ni he tenido que trabajar para estudiar, con lo cual me siento un privilegiado y he podido dedicarme a otras cosas altruistas, como ONGs... Cuanto más privilegiado, más responsable debe ser uno de sus obligaciones con quienes no han tenido la misma suerte.
¿Hermanos o hermanas?
Somos cinco hermanos, tres varones y dos mujeres, de los que yo soy el cuarto.
¿Cómo fue que se decidió por derecho y economía?
Bueno, mi padre había estudiado derecho y mi hermano mayor también hizo derecho y además economía, también tengo un tío economista... Así que, quizá por tradición familiar, me matriculé en derecho y casi en el último momento decidí hacer también economía. En alguna ocasión he explicado a mis estudiantes, porque durante muchos años he impartido economía a estudiantes de derecho, que empecé a estudiar derecho preocupado por la justicia, y acabé dedicándome a la economía porque comprendí que la justicia estaba en la economía mucho más que en el derecho.
¿Qué temas son los que más le han interesado?
Equidad, justicia, política redistributiva, Estado del bienestar...
¿Qué entiende usted por Justicia?
¡Ah! Creo que es una idea muy relacionada con la equidad. Cómo tratar de manera igual a los iguales y de manera desigual a los desiguales. Cómo conseguir que la situación de una persona no sea una trágica lotería en que si te toca nacer en una familia o país determinado estés condenado a la desgracia o predestinado al éxito y al bienestar. La justicia significa que otro mundo es posible, hay que arbitrar que todas las personas tengan la oportunidad de una vida digna.
¿En qué se basan esas oportunidades?
Fundamentalmente en un Estado fuerte. Confiar en que “la sociedad”, el mercado o la filantropía solucionarán este tema, es engañarse, o más bien, intentar engañar. Solo un Estado fuerte que garantice esa igualdad de oportunidades, esas posibilidades reales para todos los ciudadanos como son los temas de educación, sanidad, o lo que ahora se está comenzando a debatir, los temas de rentas mínimas... puede hacer posible que se materialice esa justicia de la que hablamos.
¿Cómo surge un Estado fuerte?
Un Estado que surge democráticamente, no hay un sistema mejor inventado hasta el momento (se sonríe) y una sociedad donde existe sensibilidad y conciencia de solidaridad.
¿Corrompe el poder? Porque igual se llega al poder con unas ideas...
De todo hay. En esto de la corrupción sucede que lo que sale en los medios es el caso de la corrupción, y afortunadamente sale, porque para eso están los medios, para denunciarlo; pero no sale el trabajo honrado, callado y voluntarioso del 80 o 90% de los políticos que están “currando” y haciendo una labor colectiva aun a costa de perder oportunidades personales de mejora. No hay más que ver el cambio que ha dado España en poco tiempo; con la llegada de la democracia llegó un cambio profundo en muchos aspectos y eso ha sido gracias la labor de muchos cargos públicos y políticos. Entonces, a la pregunta de si ¿el poder corrompe?, le diría que el poder tiene el peligro de corromper, pero para eso están los controles democráticos y las elecciones periódicas. En el plano individual, para eso están los amigos y colaboradores, para hablarle a uno con sinceridad y corregir las derivas indeseables.
Pero, dentro de los Estados democráticos, hay ocasiones en que, a pesar de que se conozcan casos de corrupción, parece que no influye en que un candidato sea votado a la hora de ser reelegido...
Se supone que la población ha de estar bien educada. Cuando se da ese caso que comenta hemos de pensar que algo falla, quizá falla esa educación por la ciudadanía y se trabaja en un sistema en el que no se educa a ciudadanos responsables y críticos.
Si la educación está en manos de quien ostenta el poder, ¿no es muy tentador para quien establece los programas educativos?
El sistema educativo es un sistema tan disperso que, aunque existiera la pretensión del “adoctrinamiento”, es imposible plantearlo. Se dice algo parecido en torno a la asignatura de educación por la ciudadanía, y la verdad es que, seguramente, muchos de los que afirman eso desconocen absolutamente el sistema educativo.
¿A qué se refiere?
A que cada maestro es un mundo. Por ejemplo, la misma asignatura de historia, si coges al azar diez profesores, se imparte de diez maneras diferentes. Si coges a los miles de enseñantes, te encuentras ante una diversidad absoluta sobre una misma materia. Además, cada familia tiene su propio estilo de educación que suele ser afín al centro educativo que escogen para sus hijos y ejercen un control cuando el adoctrinamiento o el sectarismo son llamativos. Así que, salvo en un sistema dictatorial, que dictamina un único texto para cada materia y selecciona a los profesores para todos los centros, la posibilidad de “adoctrinamiento” por parte del Estado es nula. El sistema educativo, en una democracia, está pensado para que sea el profesor quien explique y dé el enfoque de la materia según estime más oportuno.
Hemos hablado de profesores y familias, pero ¿no es el mercado el que está “educando” a los jóvenes?
(Se sonríe) Es cierto que existe toda una maquinaria de crear opinión y, obviamente, quien tiene más medios para crear opinión, consigue mayor capacidad de influencia. El ámbito cultural, los medios de comunicación, la cultura americana nos invade, los lobbys neoliberales, promercado, en contra de la intervención del Estado... llevan décadas trabajando muy activamente hasta conseguir que aparezcan como la verdad oficial. En ese sentido, sí se echa en falta la labor de los intelectuales que hacían de conciencia crítica, de intentar romper los tópicos que se pretendían imponer... no se consigue que se les oiga. Y quizá, también se echa de menos en los líderes políticos en general, y en los de la izquierda en particular, la capacidad de liderazgo. Da la sensación de que se va demasiado “detrás de las encuestas”, en lugar de decir “yo tengo un modelo de sociedad” e intentar explicar ese modelo, ¿por qué quiero llegar a ese modelo? Habría que promover un debate constante sobre ese modelo que queremos construir, cuál es, cuáles son las prioridades, cuáles los ideales...
Quizá ¿se llega a un punto en que el ciudadano percibe que casi es lo mismo que estén unos u otros?, ¿que da lo mismo ser de derechas que de izquierdas?
Creo que es simplificar mucho dicho así. Sigue habiendo diferencias importantes. Pero sí que es cierto que en la sociedad actual hay unos poderes económicos con un poder brutal. De alguna forma, mientras las sociedades y economías se daban dentro de un ámbito estatal, de una nación, existía un contrajuego de poderes, sindicatos, poder político... En el momento en que desaparecen las fronteras, la famosa “globalización”, surge el capital como elemento de poder mundial, sin que con él surjan contrapoderes que ponga cotos al oligopolio mundial que se está formando en casi todos los sectores. No funcionan instituciones que podrían hacer ese papel, como el Banco Mundial, el Fondo Monetario o las mismas Naciones Unidas. Las Naciones Unidas acaban siendo casi una ONG, y el problema del Banco Mundial y el Fondo Monetario es que no tienen una estructura democrática real.
Ya que hemos mencionado al Banco Mundial, hablemos de “la crisis”. Por ejemplo, ¿qué diferencia encuentra entre necesidad y lujo?
Ojalá la crisis actual sirva para tomar conciencia, para crear una mayor racionalidad en el consumo, para evitar esa permanente ostentación en la cual estábamos viviendo. Hemos de aclarar que hay una parte de la población a la que la crisis no nos está afectando apenas, porque los ingresos son los mismos que antes, y sin embargo se ha creado una mentalidad de austeridad, de empezar a prescindir de lujos y de tonterías. Esa mentalidad ha desembocado en un comportamiento más austero de los consumidores frente al súper derroche que hemos vivido en los felices últimos años.
¿A qué se refiere con ostentación y súper derroche?
Pues al cambio de coche y de casi todos los bienes antes duraderos cada poquísimo tiempo, la renovación del armario cada temporada, alimentos de alto coste, explotación insostenible del planeta, aparentar, aparentar, aparentar...
Con esto de la crisis, se oye mucho hablar del capitalismo. ¿Qué es el capitalismo?
Como su nombre indica es el sistema en quien manda es el capital, no se rige por un hombre un voto, sino un euro un voto. Con lo que, quien más euros tiene es quien más manda en el mercado. Ya lo decía Adam Smith, si se reúnen algunos empresarios, seguro que es para restringir la competencia. A la mayoría de los empresarios no les gusta la competencia. En el fondo, la competencia es un mecanismo de defensa del consumidor, frente al oligopolio, al control de unos pocos. En ese sentido, el Estado ha de ser el principal defensor del funcionamiento de mercado, porque como sea el mercado acabamos, como estamos viendo, en un caos. Mientras existía la “amenaza comunista”, la invasión del segundo mundo... durante buena parte del siglo XX, el capitalismo gozó de un rostro humano, con Estado del bienestar, con políticas sociales. Tras la caída del Muro, lo que se está comprobando es que el capitalismo ha intentado implantar de raíz la idea de que es un sistema para siempre, la libertad de mercado es lo único que vale, ha difundido la idea de que los Estados son pésimos, cuanto más intervengan peor, el Estado no funciona y el mercado sí… Toda una serie de tópicos que tergiversan la realidad.
¿En qué se refleja esta tergiversación?
En que la ciudadanía llega a un punto de opinión sobre la gestión política que hace que los Estados tengan que estar “justificando”, cualquier medida social. Por ejemplo, hace unos años se ridiculizó muchísimo el tema de la renta básica, y ahora, se está retomando poco a poco. La idea de la renta básica de la ciudadanía, me parece una medida extremadamente inteligente. Simplificándola, es que se otorgue a cada ciudadano una renta básica de subsistencia; sea cual sea su situación.
¿Es lo que algunos denominan “tirar de la teta del Estado”?
Esa expresión, “tirar de la teta del Estado”, suele estar en la boca de los que viven en el privilegio de una renta segura. La cohesión social, la igualdad, la justicia, exigen que no miremos a otro lado cuando al lado hay gente que apenas puede sobrevivir. Esa mentalidad de “es su problema, que trabaje” suele establecerse en esos privilegiados que comentamos, porque en muchas ocasiones, las personas no tienen oportunidad de trabajo. Así que organicemos un sistema que garantice a todos los ciudadanos una renta básica, y a partir de ahí... el que quiera más que trabaje. Una renta básica ni es chupar de la teta, ni desmotiva. Normalmente quienes más chupan de la teta son los que más se quejan, esos altos ejecutivos de sueldos millonarios que han hecho quebrar sus empresas dejando a tantos trabajadores sin trabajo, esos son los que se han aprovechado de todo en beneficio propio, esos que hoy se reparten bonus después de haber recibido del Estado millones de apoyo, muy por encima de lo que se dedica a políticas sociales.
Pero no se suele hablar de eso...
Pues estaría bien que comenzáramos a hablar. Hay gente que incluso los defiende diciendo que “es su dinero”; pues no. En el 90% de las grandes empresas, los directivos, los grandes presuntos propietarios, no tienen ni un 2% del capital. Creo que hay que diferenciar entre esa gran mayoría de empresarios y buenos gestores que crean empleo, innovan, y arriesgan su dinero y sus vidas por sacar sus proyectos adelante, frente a esos seudo empresarios que son especuladores o/y depredadores. Como en los políticos, son la minoría corrupta que desprestigia al resto.
El capital ¿es siempre dinero?
Todo lo contamos en dinero. Pero está claro que el mejor capital y el fundamental para el desarrollo, es el capital humano. Y lo mejor que podemos dejar en herencia a nuestros hijos es un capital humano, una formación, una preparación para poder hacer frente en la vida. La UNED: Un proyecto que enamora
“El estudiante de la UNED es su mayor riqueza; es gente con ilusión, con ganas, con interés, con una gran capacidad de sacrificio. Es un estudiante que agradece muchísimo la igualdad de oportunidades, cualquier cosa que haces por ellos; es realmente un trabajo muy gratificante. En una ocasión, un responsable de recursos humanos me dijo que cuando veía un currículo de un titulado en la UNED lo preseleccionaba automáticamente, porque sabía que además de ser una persona formada académicamente era una persona con fuerza de voluntad, con capacidad organizativa, con capacidad de sacrificio, con capacidad de trabajo, con ilusión, con ganas de promocionarse... La UNED, sin apenas publicidad tiene 200.000 estudiantes”.
“La UNED es un instrumento impresionante para el equilibrio territorial, para que la Universidad llegue a cualquier rincón del Estado, para la innovación tecnológica, ha sido un instrumento impresionante para la promoción de la mujer que en muchas poblaciones pequeñas no tenía ningún horizonte, es un instrumento impresionante para la difusión de la cultura, para la articulación y colaboración entre instituciones, ayuntamientos, diputaciones...”.
“En formación continua la UNED está en vanguardia y es el instrumento por excelencia: convenios con empresas, formación específica, master... Es la Universidad más cercana, se encuentra a un clic del ordenador, y siempre hay un centro a pocos kilómetros donde poder acudir”. Jakiunde
“En primer lugar, fue una ilusión enorme el que se nos incluyera dentro de la Academia, porque la UNED en Euskadi es una Universidad Vasca. Así que cuando se dijo, “estarán presentes las Universidades Vascas”, que se reconociera a la UNED fue para mi una gran satisfacción.
En segundo lugar, me parece un proyecto precioso con unos objetivos estupendos, con un presidente espléndido desde todos los puntos de vista, como investigador, como persona, como agente integrador; en ese sentido la labor de aglutinar todos los talantes y estilos, así como todas las áreas de conocimiento está muy bien hecha y eso se percibe en el clima de colaboración que se ha conseguido. Hay algo también muy estimulante y es que en cada sesión, uno de los miembros explica al resto qué es lo que está haciendo, y es interesantísimo, porque tienes figuras de primera fila transmitiendo cosas de las que normalmente no tienes ni idea... para mí es tan interesante que no he faltado a ninguna de las sesiones.
Creo que va a tener una labor muy importante de difusión de la cultura y la ciencia, tanto dentro como fuera de Euskadi, y creo que generará posibilidades de colaboraciones interdisciplinares. Es un proyecto apasionante. Juan Gimeno Ullastre (Madrid, 1950) Licenciado en Ciencias Económicas y Empresariales y en Derecho por la Universidad Complutense de Madrid. Doctor por la misma Universidad. Catedrático de Economía Aplicada (Economía Política y Hacienda Pública) de la UNED, desde el 14 de mayo de 1986. Principales líneas de investigación: fiscalidad, financiación autonómica, políticas sociales y distribución de la renta. 22 libros publicados, sobre sus temas de investigación, así como un centenar de artículos y capítulos de libros junto a otros estudios e informes. Miembro de Consejos de ocho revistas científicas y evaluador de las mismas y otras. Premios de investigación: Extraordinario de Doctorado de la Universidad Complutense de Madrid, del Instituto de Estudios Fiscales y del Consejo Económico y Social. Coordinador de programas de Doctorado de Economía Pública y Economía de la Salud. Premio 2001 del Consejo Social de la UNED al Mejor Material Didáctico. Director de diversos programas de posgrado en Gestión de Unidades Clínicas y en Gestión de Entidades sin Fines de Lucro. Ha sido Vicerrector de la UNED y de la Universidad Internacional Menéndez Pelayo, Secretario General Técnico del Ministerio de Educación y Ciencia y Secretario General del Instituto Cervantes. Actualmente es Rector de la UNED. Miembro de los Patronatos de la Fundación Comillas, de la Biblioteca Nacional, del Instituto Cervantes, de la Fundación Economistas sin Fronteras, así como del Consejo de Administración de Universia.