Enrique Echeburúa Odriozola. Catedrático de Psicología clínica la facultad de Psicología de la UPV/EHU: El amor caldea el ambiente, crea fuerzas positivas. Nos hace vibrar ante las cosas pequeñas sin caer en el consumismo estúpido y nos da ilusión de vivir

2006-07-21

SALABERRIA, Urkiri

Hemos quedado en su despacho, en la facultad de Psicología de la UPV-EHU, en Donostia. Tras la presentaciones y una breve sesión de fotos, comenzamos la entrevista. El doctor Echeburúa, Catedrático de Psicología clínica, es una de esas personas de fácil y agradable sonrisa, una persona que hace sencilla la comunicación y utiliza palabras cotidianas para explicarnos cuestiones profundas. Enrique Echeburúa, Catedrático de Psicología clínica de la facultad de Psicología de la UPV-EHU, Presidente de la Sociedad Vasca de Victimología, es una persona muy curiosa intelectualmente, que ha sentido siempre la pasión por el saber y por aprender. No ha perdido la capacidad de asombro ante lo que le rodea, ante la naturaleza, ante el comportamiento de las personas, ante el arte o la literatura. Más que un especialista en un tema se considera un admirador fascinado por el espectáculo de la Naturaleza Humana y la Naturaleza en general. Esa curiosidad y esa pasión por el conocimiento ha sido el motor que desde niño le ha llevado ha realizar la mayoría de las cosas que ha hecho. Según sus palabras, “soy una persona de inteligencia media pero he sido terriblemente tenaz", eso le ha permitido que cuando ha querido lograr una meta haya "puesto todos los medios para conseguirlo”. Padre de tres hijos, este Donostiarra, cuya madre procede de un caserío de Urrestilla y cuyo padre era obrero en una fábrica de hielo en Trintxerpe y conductor de tranvía, estudió en el colegio de los marianistas y al llegar a los últimos cursos del colegio tenía dudas sobre qué estudiar: Derecho, Carrera Diplomática o Psicología, que por aquel entonces era una carrera nueva. Viendo que era buen estudiante y que tenía motivación, en el colegio le recomendaron que solicitase una beca y fuera a Salamanca. A los 17 años, tras acabar el PREU, fue a Salamanca y durante dos años cursó Filosofía y Letras, después en Madrid finalizó sus estudios en Psicología e hizo el doctorado y la Tesis doctoral en Psicología clínica. Una vez concluidos los estudios volvió a San Sebastián donde trabajó como Psicólogo escolar en Ekintza (Donostia), y en otros lugares de modo esporádico. Pero su curiosidad y su pundonor profesional le llevó (y le sigue llevando) a que a través de estancias cortas en otros lugares, se fuera especializando cada vez más. Así, gracias a su espíritu de investigador y su interés por la docencia, tomó parte activa en la nueva propuesta que por aquellos años se fraguaba: la creación de la Universidad Pública del País Vasco. En 1978 se creó la facultad de Psicología, en Zorroaga, y en aquellos momentos, durante el segundo año de funcionamiento de la facultad se incorporó en la plantilla de profesores. Desde entonces le podemos encontrar ligado a este lugar. A todos aquellos que deseen saber más sobre su trabajo, les recomendamos una visita a su web personal: www.ehu.es/echeburua

¿Cómo definiría su trayectoria profesional?

Como una trayectoria bonita, creativa. Me ha tocado ser pionero y abrir caminos porque fui uno de los primeros doctores en Psicología del País Vasco y también uno de los primeros profesores de Psicología en la UPV-EHU. Ello supone que en muchos momentos he tenido que ser "autodidacta" y tiene la ventaja de poder desarrollar la creatividad para poder llevar a cabo cuestiones que me han parecido interesantes en el mundo de la investigación.

¿Y los inconvenientes?

Pues que no he tenido "maestros", y yo a los maestros los valoro mucho. Para mi el maestro es la persona que te orienta, de la que recibes el ejemplo, un referente intelectual e incluso ético. Hay que tener en cuenta que cuando me incorporé a la facultad no me incorporé como adjunto o como ayudante de alguien, sino que desde el principio tuve que asumir todas las responsabilidades.

Su época de universitario...

Me tocó vivir una época convulsa, del 68 al 73. La época de la revolución de Mayo, la revolución de Berkley (USA)... Por aquel entonces los profesores no tenían ningún tipo de estabilidad laboral y las huelgas se sucedían unas tras otras, eran los años del baby-boom y la Universidad se abría a todas las clases sociales, hubo una incorporación masiva de chicos y sobre todo chicas. Así que en mi época de universitario, nos encontramos con profesores no del todo preparados, porque se trataba de una carrera nueva, Psicología, con pocos medios, en situación precaria y mal pagados y con una gran masificación en las aulas. Lo cierto es que, a pesar del enorme esfuerzo y la buena voluntad de muchos profesores, no estábamos en el entorno intelectual más adecuado para fomentar la pasión y el interés por la investigación y el conocimiento.

Ha mencionado el término pasión. ¿Quizás algunos universitarios actuales, que tienen casi todo resuelto, parecen no conocer la fuerza de este espíritu enérgico?

Sin duda alguna. Cuando no tienes medios pero tienes una motivación luchas más porque tienes que salir adelante. Cuando la estructura está más hecha y el ambiente está mejor, por ejemplo en la época de nuestros hijos, se tienen más medios pero quizás se es más pasota.

En mi caso no fue así, mis padres se casaron, como tantas personas de aquella generación, en la época de la posguerra, recién acabada una guerra civil en una época muy dura, y se esforzaron mucho para que sus hijos tuviesen algo mejor. En casa me enseñaron la cultura del esfuerzo y del trabajo bien hecho. Nosotros éramos dos hermanos y vivíamos en un ambiente muy austero. Yo he vivido el grandísimo esfuerzo que hicieron mis padres para que nosotros pudiésemos estudiar, sobre todo mi madre, porque cuando tenía 14 años me quedé huérfano de padre y mi madre hizo lo imposible para que yo continuara mis estudios.

Así que tener mejores medios no garantiza que los resultados sean mejores...

No. El tener buenos medios y tener posibilidades económicas e intelectuales, bibliotecas, buenos profesores, despachos, lugares de trabajo... todo eso es fantástico, pero a veces no motiva tanto como cuando uno tiene ilusión en hacer cosas. En el colegio me enseñaron, algo que hoy en día no está tan de moda, aquello de ser un hombre de provecho, un hombre de bien. Tanto en casa como en el colegio me inculcaron algo que es muy de aquí: el gusto por el trabajo bien hecho. Y, a pesar de que a veces no he contado con los medios, eso me ha supuesto un reto que superar y ser lo que yo quería ser.

Curiosidad y asombro: ¿El remedio contra la rutina?

Cuando una persona pierde la capacidad de asombro, pierde una gran ilusión por la vida. Para levantarnos todos los días y seguir adelante necesitamos una "gasolina", algo que nos ponga en marcha. Esa curiosidad es una motivación que hace ver cada día como algo diferente. Hay personas incapaces de verlo y lo ven todo como una rutina, yo les invitaría a abrir los ojos y ver nuevas cosas, por ejemplo, ahora que tenemos días tan largos, a las nueve de la noche puedes estar disfrutando de una puesta de sol en la Concha, disfrutar cuando el agua del mar está agradable para darse un baño, ver crecer las hojas de los árboles, disfrutar del contacto con la gente, la gente que quieres, los amigos, la familia. Todo eso me parece el motor fundamental que luego nos permite estar muchas horas trabajando y tener ilusión por hacerlo.

La necesidad y el esfuerzo: ¿Un estimulante?

En la época de carestía, en la época de ausencia, las personas damos de sí mucho más, además la satisfacción de conseguir algo que a uno le cuesta no tiene ni color con la de conseguir algo sin esfuerzo. Cuando lo tenemos todo a nuestro alcance, medios económicos, tecnología, etc., puede que perdamos la motivación. Creo que debemos volver a esa cultura del esfuerzo y la satisfacción del trabajo bien hecho y ser exigentes con nosotros mismos para cumplir nuestros objetivos sin tener que utilizar malas artes ni aplastar a los demás, la vida da muchas posibilidades y cada uno puede llevar a cabo su propio camino sin necesidad de hacer desplantes, calumniar o pisotear a los demás.

Otro caso que me admira a nivel de esfuerzo son las víctimas, me fascina ver cómo hay personas que son capaces de afrontar, superar e incluso ver aspectos positivos de tragedias que igual a nosotros nos parecen insalvables. Muchas de esas personas después de su tragedia han sacado fuerzas para sacar adelante a sus hijos en situaciones económicas precarias e incluso a veces con rechazo social. Eso quiere decir que los seres humanos tienen unas posibilidades enormes que se despliegan a veces, mucho más en épocas de dificultades. Las personas somos acomodaticias,¿para qué nos vamos a esforzar sin necesidad?.

Los niños en nuestra sociedad: ¿Mejores posibilidades igual a menos nacimientos?

No nos percatamos en muchas ocasiones de que estamos viviendo en una sociedad privilegiada (no tenemos más que mencionar el espectáculo de las pateras para darnos cuenta de ello). En general, en nuestra sociedad los niños son criados en condiciones óptimas, tú, por ejemplo estás embarazada y los controles a los que puedes optar a través de la sanidad pública, análisis, ecografías... son inimaginables en otros lugares del planeta y eran impensables en tiempos de tus abuelos. Hoy en día es excepcional que un niño se muera en el parto o en el primer año de vida, pero antaño (en la época de nuestros abuelos) no y las familias contaban con que uno de los hijos muriera antes de la adolescencia. De ahí puede explicarse, entre otras razones, el porqué de las familias numerosas.

La educación de los niños: Oportunidades para todos

Hoy educarse ya no es una cosa de los niños ricos. Antes, los pobres, los hijos de los obreros, solo tenían acceso, algunos, a la escuela e igual, el más listo de todos, a una formación profesional. Hoy en día ya no, todos y todas tienen acceso a una buena enseñanza en la ikastola, en la escuela pública, en un colegio privado concertado o no... y son escolarizados hasta los 16 años (en algunos países de sudamérica eso es impensable). Después, casi todos los jóvenes pueden pasar por la Universidad y además, ésta está relativamente cerca de casa y si no está cerca tienen Becas para poder moverse y acceder a ellas, incluso en el extranjero, con programas de movilidad tipo Erasmus.

¿Qué niños son noticia?

Siguiendo con la cuestión anterior, a nivel de conocimiento de idiomas, a nivel de sistemas telemáticos, los niños y adolescentes actuales tienen muy buena formación, están en condiciones muy ventajosas comparándolos con nosotros, y muchos se benefician de estas circunstancias pero estos niños y niñas no son noticia. Estamos en una sociedad donde las noticias solo se constituyen a partir de malas noticias. Los niños obesos, los delincuentes juveniles, personas con problemas de droga, fracasados escolares, los bebés que aparecen en contenedores, los que pegan a sus padres... éstos son los que aparecen en las noticias, pero no olvidemos que son una minoría dentro del conjunto.

¿Cualquier tiempo pasado fue mejor?

Como las pinturas de Tiziano, estamos en una época de grandes claroscuros, hay cosas muy buenas que no se pueden negar y crear situaciones catastróficas y apocalípticas es algo injusto, pero también es cierto que hay aspectos oscuros que podríamos mejorar. La ventaja de la infancia actual es que tiene muchísimas posibilidades y hay muchos que se benefician de ellas. El inconveniente es que al tenerlo muy fácil, la motivación que tienen para esforzarse es menor que la que se ha tenido en otras épocas donde el niño o la niña que lucha y se esfuerza sabe que va a salir adelante. Sin embargo hoy, muchos pueden intuir que hagan lo que hagan van a salir adelante porque tienen cobertura por parte de sus padres y eso no es bueno.

La cohesión familiar, ¿nos condiciona en el futuro?

Los seres humanos nacemos mucho más desvalidos que otros mamíferos, eso hace que el contacto materno-filial tenga una significación mayor que en el resto de los animales, y en función de esa dependencia biológica, que se establece entre niño y madre en el primer año de vida del bebé, se van introduciendo también una serie de valores sociales, humanos y se va creando una mayor estabilidad emocional en el transcurso de socialización.

Si eso se desbarata, y los niños se utilizan como arma arrojadiza contra el otro cónyuge, todo ello contribuirá a desbaratar los mimbres de la personalidad de los niños y niñas. No estamos a nivel de otros países europeos, y ni que decir de Estados Unidos, pero actualmente ha perdido fuerza la familia, la religiosidad... y personalmente opino que la familia es el humus emocional, el campo de cultivo para que una persona crezca en un ambiente de seguridad personal, con un grado de autoestima y adquiera unos valores altos a nivel social, religioso y humano. Si la familia está disgregada, eso no es bueno para el desarrollo emocional del niño y , sin hacer juicios de valor, eso es negativo.

Maltratadores: De tal palo... ¿tal astilla?

Es un tema muy complejo. En nuestros estudios hemos calculado que aproximadamente uno de cada cuatro maltratadores ha sido maltratado de pequeño o ha sido testigo directo de maltratatos, pero... ¡eso significa que tres de cada cuatro no lo han sido!

La infancia nos condiciona, son los mimbres con los que elaboramos el cesto, pero afortunadamente en nuestra vida adulta tenemos capacidad de decisión y podemos construir nuestro proyecto de vida, tenemos que creer en el ser humano. Tampoco hay que caer en el "somos malos porque nos han hecho así y somos buenos por nuestros méritos".

Violencia doméstica: ¿ha aumentado en los últimos tiempos?

No tenemos datos de épocas anteriores, ya que era un tema oculto y que ni tan siquiera la policía ni los jueces entraban en el "hogar", así que no tenemos datos concretos. El hogar es un lugar inviolable, pero eso no puede ser utilizado para que se cometan delitos con total impunidad.

(Sí quisiera puntualizar que nosotros hablamos de violencia de pareja, no de violencia de género, porque la violencia se puede ejercer de muchas maneras y no siempre ha de ser física y la pueden ejercer tanto los hombres como las mujeres).

Por un lado, quizás sí asistamos a una época de mayor violencia, puesto que la mujer ha experimentado un avance en su situación, mayor nivel cultural, mayor independencia económica y ya no es tan sumisa como antes. Además nos hemos incorporado a un sistema democrático, pero de eso hace tan solo 30 años, y para que ese cambio sicológico suceda quizás sea poco tiempo para que muchos hombres asuman esa realidad.

Las mujeres han experimentado un cambio que conlleva...

Una relación más igualitaria y más simétrica, como debe ser, y tienen unas bases sólidas para establecerla, nivel cultural e independencia económica y a eso hay que sumar la posibilidad de escape que supone el divorcio si es que la relación no funciona. Esta nueva situación para los hombres que vieron cómo sus padres ejercían de "Pater familias" y eran obedecidos casi sin rechistar crea un conflicto que hace que aumente la violencia, porque el hombre no se resigna a perder ese papel que ha aprendido (y que le resulta muy cómodo porque obtiene muchos beneficios) por imitación de la relación con sus padres.

Por otra parte, existen otros aspectos como el consumo extendido del alcohol, de las drogas, disgregación familiar (control de visitas de los niños, precariedad económica...) unido a esa cultura actual del "todo vale para hacer lo que a mi me interesa" hacen que la violencia se utilice con mayor facilidad.

Pero ¡ojo!, la persona violenta discrimina perfectamente con quién se mete, porque no se mete ni con el Ertzaina, ni con el vecino del quinto ni con su jefe, se mete con seres más débiles y que no tienen capacidad de respuesta.

¿Un reto para el S. XXI?

Creo que tenemos varios retos. Por ejemplo, acabar con las plagas que estamos teniendo: El terrorismo, la xenofobia, el racismo, la discriminación...

También veo como un reto educar a las personas en la cultura del esfuerzo, del respeto a los demás. Tenemos que aspirar a disfrutar de la vida sin menoscabar en el disfrute de los que nos rodean. Y por último creo que es tiempo de que en nuestra tierra, dentro de las mismas familias se acaben los pactos tácitos de no hablar de temas tabú y que todos podamos expresarnos sin miedo. Tenemos muchos más puntos en común que puntos que nos separen. Enrique Echeburúa (Donostia, 1951) Es un gran partidario de: La cocina mediterránea..., pero en compañía. No hay cosa que le produzca mayor tristeza que ver personas comiendo solas. Le parece que uno de los peores castigos es estar aislado en una celda de castigo, porque la persona no puede comunicarse, compartir una sonrisa, sus preocupaciones. Según un refrán sueco: Las alegrías compartidas son dobles alegrías y las penas compartidas son medias penas. Admira: A las personas que son capaces de sacar lo mejor de sí mismas sin hacer daño a los demás. A esas madres que han sacrificado su nivel de confort, que han robado horas de su sueño por sacrificarse para sacar adelante a sus hijos, a esa portera que ha sido siempre tan eficiente en su trabajo, a todas esas personas antes que a ese super-ejecutivo, estrella del fútbol, médico o ingeniero que hace su trabajo a desgana, que no cumple con su obligación. Cree: Profundamente en el ser humano. No se considera especialmente religiosa pero sí espiritual. Cree en el Dios de Spinoza, en el Dios Panteista, en la Naturaleza como obra profundamente bien hecha que se autorregula y que nos depara un nivel de satisfacciones. Rescataría: La ilusión de ser una persona competente y buena (en el sentido de Machado), son los valores que rescataría para la sociedad actual. Se siente: Más alondra que búho. Porque se extasía con el amanecer, el caminar por la calle temprano, oyendo el trino de los pájaros, el juego de luces de los primeros rayos solares. Es conquistado por: Una sonrisa, la generosidad, las ganas de vivir, las personas optimistas, las personas luchadoras. Disfruta: Del camino más que de la cima. Es un gran admirador del Camino de Santiago, pero piensa que lo importante no es Santiago sino el Camino. Le horroriza: la idea que promulgan algunas religiones del "pecado original": Le parece terrible, nadie puede nacer con "culpa" de nada. La culpa deriva de las conductas que tenemos, si tenemos una conducta indigna entonces somos culpables pero que ningún ser nazca con ella, no acierta a entenderla. Es un privilegiado: por los padres que ha tenido, por el esfuerzo que hicieron para que accediera a una educación, por los profesores de Marianistas que creyeron en él, porque el Gobierno le concedió las becas necesarias para estudiar fuera, por todo lo que sociedad ha hecho por él. Y cree que su obligación es devolver a la sociedad todo lo que ha recibido y que sería muy poco honesto no hacer bien su trabajo, porque su sueldo se paga con los impuestos de los ciudadanos. “¡Qué menos, por respeto a los otros y el esfuerzo que otros han hecho por mi!, hacer mío el lema de Patarroyo: Ciencia con conciencia". El Amor: Es para él como la luz. A nuestros ojos es invisible pero sus efectos nos rodean. Es la fuerza que le hace vivir, hace que se levante cada día para ir a trabajar... El Amor, caldea el ambiente, crea fuerzas positivas. Nos hace vibrar ante las cosas pequeñas sin caer en el consumismo estúpido y nos da ilusión de vivir.
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