Julio Ibarra. Director de Comunicación de Metro Bilbao: El Metro de Bilbao es un medio de transporte sin alma. Ésa es la mayor crítica que le dirijo, y que voy a intentar subsanar

2006-05-26

BREA, Unai

GARMENDIA IARTZA, Koro

Julio Ibarra, natural de Bilbao, se define como un “santutxutarra de pura cepa”. Actualmente vive en Sopelana, localidad ante cuyo Ayuntamiento nos hemos citado, tras la reunión que tenía prevista realizar con las autoridades municipales. Como podrán observar a lo largo de la entrevista, en las calles de Sopelana se habla a diario sobre el Metro, y muy a menudo en los Plenos del Consistorio. Pero, antes, reparemos en Ibarra. Llega elegante, con un traje oscuro. Pese a ser las seis de la tarde, su agenda incluye otras citas para antes de que termine el día. Confiesa que no sabe decir que no. “Si lo digo, será porque realmente no puedo”. Hace poco, por ejemplo, ha empezado a colaborar, a título gratuito, como asesor para la oficina de prensa del Athletic. “Se han dicho auténticas barbaridades: que si soy director de comunicaciones, coordinador, ‘pluriempleo multimillonario’… Lo único que hago es ayudar. No tengo contrato y no recibo ninguna remuneración”. Quizás para dar fe de lo apretada que está su agenda, el ex-presentador de ETB llega hasta nuestro punto de encuentro con el teléfono móvil pegado a la oreja. Claro que, a partir de ahí, nos ha prestado toda su atención. Teniendo ante nosotros al Director de Comunicación del Metro, y hallándonos en las cercanías de la estación, la primera pregunta es casi obligada.

¿Cómo ha venido a la cita?

En coche. Siempre tengo un montón de cosas que hacer, y además por toda Bizkaia, o sea que no me queda más remedio que coger el coche.

¿Y el metro?

Intento ir todos los días al trabajo en metro, pero...

¿También lo intentaba antes de trabajar en Metro Bilbao?

Sí. A San Mamés, por ejemplo, suelo ir en metro. También utilizo mucho el tranvía, aunque sea de la competencia...

Hemos empezado hablando sobre el metro, pero antes quisiera abordar diversos aspectos de ETB, ya que la mayoría de la gente le conoce por medio de la televisión. ¿Quién y cómo selecciona los presentadores de los informativos?

En mi caso, fue por casualidad. A los 20 años, antes incluso de terminar la carrera, entré como becario en Radio Euskadi. De ahí pasé a ETB, donde estaban realizando unas pruebas para escoger a los presentadores de continuidad. Es una figura que hoy no existe. Ya sabe, al término de la película aparecía en pantalla un presentador, diciendo: “A continuación se emitirá el informativo, y luego podrán disfrutar de no sé qué teleserie. Que pasen una buena tarde”. Ése era el trabajo de estos presentadores. Bueno, pues nos hicieron unas pruebas, y las superé. Al poco de empezar a trabajar, al presentador del Teleberri de la noche, Javier Meaurio -que actualmente trabaja en el Diario Vasco-, le salió un orzuelo en un ojo, y como en esos momentos no había ningún otro presentador, me dijeron: “Hala, ponte una corbata y a presentar”. Así es como empecé en el Teleberri. Pasé tres años. Al finalizar el contrato, que en esa época tenían una duración de tres años, volví a la radio. Al cabo de unos años, me pidieron que regresara para presentar y editar los informativos. Y lo hice.

¿Qué hay que tener para dar una buena imagen ante las cámaras, para ser un buen presentador?

Creo que... Bueno, no es que lo crea: sé que hay que tener capacidad de comunicación. Obviamente, no hay por qué ser guapo. La belleza cuenta para otro tipo de programas. Lo que más se valora es la capacidad para comunicar.

Puede que no sea necesario tener una belleza desmesurada, pero tampoco se ven presentadores feos en la televisión...

Hombre, tuertos no hay, pero, en lo demás... El ser una persona agradable ante las cámaras y denotar cercanía cuentan mucho más que la belleza.

Las dotes de periodista también tendrán algo que ver...

Son importantes, pero una cosa es presentar una noticia, y otra... Si yo dirijo el informativo y tú te limitas a poner la cara, el trabajo de periodista lo estaré haciendo yo; tú simplemente lees lo que yo te escribo. Ésa es una opción. Otra opción sería que sea una misma persona la que presenta y dirige, que viene a ser mi caso.

Muchas veces habrá que tener buenos reflejos. Por ejemplo, cuando, empezado ya el informativo, de repente llegue a la mesa una noticia sumamente importante. No se podrá comunicar de cualquier manera...

Claro. Ahí intervienen la capacidad de improvisar, de saber qué tono emplear en cada momento... Hay que saber reaccionar ante las sorpresas. También para ello se realizan pruebas. Se le presentan diversas situaciones al periodista, graves o especialmente difíciles, para que muestre su habilidad.

En este país abundan los informativos especiales y nocturnos. Durante los últimos años, usted ha sido uno de los presentadores más presentes en ETB. ¿Contento?

Sí. He trabajado durante diez años en esos informativos, y, como muchas veces digo, hace unos seis u ocho años Euskadi parecía Vietnam. Ahora las cosas se han calmado, pero antes...

Hace siete años, cuando ETA proclamó el alto el fuego, acusaba a varios medios de comunicación de obstaculizar el proceso de paz. Volvemos a estar en un proceso de paz. ¿Cómo ve ahora los medios de comunicación?

Creo que desde entonces hemos realizado un largo viaje, y que todos han tenido ocasión de aprender. En comparación con la situación anterior, ahora estamos mejor, pero eso no quiere decir que todos hayan entendido que un proceso de paz necesita de la ayuda de todos, no de piedras en el camino.

¿También ETB ha aprendido algo?

Yo creo que sí. Gracias al trabajo de todos y cada uno. Yo siempre procuré mantener la dignidad profesional, aunque tuve que recibir muchos "palos", pero pienso que no todos se hubieran atrevido a mantener una actitud de ese tipo, pero que ahora, al ver la mía, sí que se atreverán. Siempre se suele ir avanzando.

¿Qué tipo de “palos” recibió?

De todo tipo. Casi todas las semanas tenía encima de la mesa una orden para que mi superior se presentara en el Parlamento, para dar explicaciones acerca de algo que yo dije. Solían ser requerimientos de los socialistas o de los populares, sobre todo del PP. Además de ello, amenazas telefónicas. De los fascistas. La última, por haber dicho que ETA no tuvo nada que ver con los atentados del 11 de marzo. Recibí una grave amenaza, y se celebró un juicio. El que me amenazó era un guardia civil.

¿Ha “contribuido” todo ello a que deje su trabajo en ETB y tome otros derroteros?

No, no.

Pero no me negará que ahora vive más tranquilo...

Para un periodista, el trabajar ante el público, ya sea en la televisión o en la radio, pero sobre todo en la televisión, tiene una serie de ventajas y unos inconvenientes. La gente tiende a pensar: "¡qué suerte tiene ese tío del Teleberri! Fama, éxito...". Ésa es una parte, la parte visible de la luna, pero tiene también su lado oscuro. En Euskadi vivimos una situación muy especial. Hubo un tiempo en el que ETA enviaba cartas a los medios de comunicación, ETB inclusive, y a raíz de ello se liaba todo. Pero siempre se recalca únicamente la parte concerniente a ETA; no se habla de las presiones que se reciben por parte de la Guardia Civil o del aparato estatal. De todos modos, no ha sido eso lo que me ha llevado a dejar la televisión. El periodista de un determinado nivel debe saber aguantar la presión, y el hecho de salir a diario en el Teleberri de la noche genera presiones de todo tipo. Si no eres capaz de tomar las cosas en su justa medida, mejor dedicarte a otra cosa.

¿Ha sentido envidia el ver a quienes hasta hace poco han sido sus compañeros de trabajo transmitir la noticia del alto al fuego permanente de ETA?

Envidia no, pero añoranza sí. Pasas toda la vida en el mundo del periodismo, y resulta que no has podido dar la noticia "más noticia", la que siempre has querido dar... La noticia del alto al fuego de la época de Lizarra-Garazi la comuniqué yo. Vivo todo eso con un punto de nostalgia, pero bien.

Con motivo del alto al fuego de aquel entonces, del de ahora o de noticias de especial gravedad (los atentados del 11 de septiembre y del 11 de marzo, por ejemplo), los periodistas de la televisión están constantemente en pantalla, en todo tipo de informativos. ¿Se han convertido en protagonistas absolutos?

Sí. Y, además, como decía McLuhan, muchas veces pasa que “el medio termina por convertirse en mensaje”. Llega un momento en que el medio de comunicación cubre el mensaje. Al fin y al cabo, eres tú el que informa a la sociedad sobre los acontecimientos, y eso concede un gran protagonismo. Además, está el cómo se comunica una noticia, qué se dice, cómo te las arreglas en esos momentos...

¿Pero eso es bueno o malo?

La responsabilidad es enorme, porque se trata de tu gente, de tu audiencia, de tu familia, de tus amigos...

Ahora es usted Director de comunicación de Metro Bilbao. ¿Tuvo que meditar mucho antes de aceptar la oferta que le realizaron?

No. Ya llevaba diez años en la televisión, y durante los últimos dos me decía que todo tiene su tiempo, sobre todo en la televisión. Un profesional tiene que saber cuál es el mejor momento para dar un giro a su carrera.

Y no cualquier giro...

Pero es muy distinto dejar la televisión por propia voluntad, o dejarla porque te hayan despedido. Un entrenador puede dejar a su equipo en la Liga de Campeones o en segunda división. Yo he pasado diez años en Teleberri, y se puede decir que durante esos diez años he estado en la Liga de Campeones. Quería elegir, siempre y cuando me fuera posible, el momento en el que pudiera salir con la cabeza alta.

¿Tenía alguna idea a la hora de escoger un nuevo trabajo? ¿Sabía en qué ámbito quería trabajar?

No. Pero lo que tenía claro es que debía estar ligado a la comunicación, porque, al fin y al cabo, es de lo que sé. He pasado dieciocho años en el mundo de la información, pero la comunicación se compone de otros ámbitos que hasta ahora no he cultivado, pese a ser licenciado en Publicidad y doctor en Marketing. Me ha surgido la oportunidad de trabajar esos otros ámbitos, y la he aprovechado.

¿En qué consiste mayormente su trabajo actual: en colaborar con los medios de comunicación, o se dedica más bien a otros aspectos?

Las dos cosas. Tengo que diseñar todas las campañas de marketing del Metro, todas las campañas de publicidad, y todas las campañas de comunicación general.

En definitiva, se ocupa de la imagen del Metro...

Eso es. A veces me mantengo en contacto con los medios de comunicación, y otras veces no.

Antes era periodista, y ahora lo sigue siendo. Antes trabajaba en un medio de comunicación, y ahora con los medios de comunicación... ¿Hay competencia entre ustedes? ¿Colaboración? ¿Los periodistas se han convertido en enemigos o en aliados?

Ahora veo la realidad desde otra perspectiva. Después de pasar tantos años trabajando en los medios de comunicación, los periodistas se han convertido en amigos, pero me dirijo a ellos de otra manera. Ahora tengo que “venderles” mi producto, cuando antes se lo vendía directamente a los espectadores.

De todos modos, probablemente adivina las intenciones de los periodistas que se le acercan solicitando información. Puede que busquen precisamente lo que usted no desea contar.

En efecto, el periodista quiere descubrir lo que yo no le quiero contar. Es normal. Pero el Metro tiene una excelente imagen en la sociedad; lo cierto es que ése es el principal motivo por el que escogí su oferta de entre todas las demás. Una cosa es lo que uno dice, y otra cosa es cómo entiende la sociedad lo que uno ha dicho. El Metro obtiene una puntuación de 8,5 sobre 10; una calificación muy alta.

¿Quién otorga esa puntuación?

Lo reflejan las encuestas que realizamos.

Hasta hace bien poco, no se podían obtener imágenes del Metro sin el permiso de la empresa, pero ya no existe tal prohibición. ¿Ha tenido usted algo que ver?

He sido yo mismo quien ha levantado esa prohibición. Al llegar a la empresa, empecé por ver cómo estaban las cosas. Una de mis ocupaciones consiste en la atención al cliente, y vi que la queja de no poder sacarse fotos, ni tan siquiera en el exterior, en las entradas al metro, se repetía muy a menudo. Al preguntar a qué se debía la prohibición, me dijeron que era por motivos de seguridad. Es una causa que pudo haber sido válida hace un tiempo, pero ahora ya no. Además, el Metroa es un atractivo para la gente, para los turistas. Si una cuadrilla se detiene delante de una estación para sacarse una foto, y viene un guardia a regañarles, el souvenir que se van a llevar será el del guarda echándoles una bronca. Y nosotros, así, no ganamos nada. De modo que expuse mis argumentos y la directiva aceptó levantar el veto.

Desde hace diez años vive usted en Sopelana, un municipio donde se ha desatado una intensa polémica en torno al horario del Metro. El tema ha llegado incluso al propio Ayuntamiento. Al parecer, se reivindica aumentar la frecuencia del Metro, que actualmente pasa por Sopelana cada cuarto de hora. ¿Qué opinión le merece este debate en su condición de ciudadano?

Hace poco he mantenido una reunión con el alcalde, y otra con una asociación de vecinos de reciente creación. La verdad es que la solución del problema se presenta difícil. En opinión de la directiva del Metro, la frecuencia de las horas punta es muy correcta, ya que se ofrecen unidades cada 5 minutos. También en Sopelana. Fuera de ellas, la frecuencia es de aproximadamente un cuarto de hora. ¿Cuánta gente toma el Metro a esas horas en Sopelana? 30, 50 personas. El Metro es un medio para transportar masas. Teniendo en cuenta el coste que supone, no es concebible que lleve a tan poca gente.

Pero diga a esas 50 personas que necesitan otras 50 más para poder disponer del Metro...

Y al revés: diga a los contribuyentes que estamos pagando el Metro de esas 50 personas con el dinero de todos. Calcule que uno de esos tickets cuesta 2.000 pesetas (12 euros), y que tenemos que pagar su "privilegio" entre todos. Ésa es la mentalidad de la directiva del Metro: para disponer de un metro debe existir una masa crítica, unas 1.000 ó 2.000 personas como mínimo. De ahí para abajo, se pierde dinero.

Las encuestas que realizan suelen ser para uso interno; normalmente no se publican los resultados. De todos modos, se lo voy a preguntar: si la gente les concede un 8’5, ¿qué hay en ese 1,5 restante para llegar al 10?

Nada es del todo perfecto. Ni tan siquiera los clientes que se hospedan en un hotel de lujo lo califican con un 10 cuando rellenan el cuestionario al final de su estancia. Siempre encuentran algo que mejorar. Hay que tener en cuenta que el Metro es un medio de transporte. Y si un medio de transporte que a las 8 de la mañana, cuando va como una lata de sardinas, obtiene un 8,5, significa que en otras condiciones alcanzaría un 10 ó un 12.

Me refiero a que es muy probable que el Metro reciba habitualmente las mismas críticas en las encuestas que realiza...

Sí, las de siempre. Del estilo de “¿por qué no hay baños?”. Pero todo tiene su explicación. Por ejemplo, ¿que por qué no hay baños? Por seguridad. En el diseño inicial, el famoso Foster no insertó baños por motivos de seguridad, y, ahora, físicamente no es posible instalar ni baños ni tuberías.

Muchos tachan al Metro de Bilbao de soso y aburrido, en comparación con los existentes de otras ciudades. ¿Dónde están los graffitis, los guitarristas y otras tantas figuras tan típicas en los metros?

Es un medio de transporte sin alma. Ésa es mi mayor crítica, y que voy a intentar subsanar. Tengo varios proyectos. De hecho, esta es la primera vez que se hablo acerca de ellos ante un medio de comunicación. Cuestión distinta es que estos proyectos prosperen o no. Propongo, por ejemplo, hacer una especie de trabajo social. En este sentido, estoy cerrando un acuerdo con la Facultad de Bellas Artes, para que los estudiantes que estén terminando la carrera tengan la posibilidad de mostrar su obra en el metro. Tenemos unas estaciones preciosas; la de Sarriko, por ejemplo, ha recibido un premio. Aprovechémosla para organizar exposiciones. También propongo llevar la biblioteca al Metro; instalar bibliotecas gratuitas en el Metro. Quisiera llegar a un acuerdo con todas las librerías, para que los viajantes puedan tener la oportunidad de leer buena literatura en euskara, castellano, inglés y francés.

¿No se realizó algo similar en un par de ocasiones? Recuerdo que se distribuyeron breves libros de cuentos...

Sí, pero aquélla fue una iniciativa puntual. A mí me gustaría crear varios centros en toda la línea, para poder coger libros prestados y luego devolverlos. Llevar la literatura al Metro. Tengo también otro proyecto en torno a la música, para poder organizar conciertos en las estaciones con la gente del Conservatorio. Daría a los jóvenes la oportunidad de actuar en público, y alegraría la vida de los usuarios. Eso de ir al trabajo y tener ante ti un cuarteto de cuerda...

El Metro tiene cada vez más usuarios...

El año pasado, casi 80 millones.

Aun así, los accesos a Bilbao suelen estar siempre llenos de coches, y circular por la ciudad supone toda una prueba de paciencia.

Pues imagínese si todos los que viajan en Metro fueran en coche. Entonces sí que sería imposible entrar en Bilbao. ¿Qué pasa? Pues que antes cada familia tenía un coche, pero ahora tienen dos o tres. Ahora ya somos europeos. Así, damos por concluida la entrevista. Han sido 28 minutos en total. Algo menos del tiempo que el Metro tarda en llegar de Santutxu a Sopelana. Julio Ibarra Lopez (Bilbao, 1965) Estudió Periodismo en Leioa. “Creo que me licencié en 1988, y luego hice el doctorado”. La actividad profesional de Julio Ibarra ha estado durante años ligada a EiTB. Como otros muchos, empezó como becario en Radio Euskadi, y de ahí pasó a ETB. Volvió a Radio Euskadi, a ocuparse de la sección de política institucional en Vitoria/Gasteiz. Sin salir de la radio, fue a parar a Bilbao, concretamente al informativo matutino, y finalmente regresó a ETB, para dirigir y presentar el informativo vespertino. En diciembre del año pasado, y tras diez años en la televisión, empezó a trabajar en el Metro Bilbao.
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