Mikel Navarro Arancegui. Catedrático de Ciencias Económicas de la Universidad de Deusto: Tenemos que fomentar la ciencia: reformar las universidades, crear grupos vanguardistas, enriquecer la estructura de los centros tecnológicos

2004-10-01

SALA, Teresa

GARMENDIA YARZA, Koro

Mikel Navarro nos ha dispensado una calurosa acogida en su despacho de la Universidad para hablarnos sobre la última investigación que ha llevado a cabo sobre el “Sistema de Innovación y Competitividad en el País Vasco” e impulsado por Eusko Ikaskuntza. Este informe, elaborado junto con Mikel Buesa, versa sobre la realidad competitiva y los factores en ella intervenientes de la Comunidad Autónoma Vasca, de España y de la Unión Europea, y analiza el sistema vasco de innovación desde una óptica comparativa. El profesor de la Universidad de Deusto adopta una postura crítica al valorar la situación del País Vasco, pero irradiando en todo momento un espíritu optimista. Considera que innovación y creatividad son dos factores básicos en aras de aumentar la productividad, y, aunque reconoce que el reto que Euskadi tiene ante sí es ciertamente mayúsculo, se muestra convencido de que vamos a salir airosos.

¿Qué les llevó a Mikel Buesa y a usted a realizar el informe "Sistema de Innovación y Competitividad en el País Vasco"?

Los dos estamos especializados en este campo, sobre todo Buesa, quien, de hecho, es uno de los mejores conocedores del tema; ha escrito una cantidad de libros y artículos al respecto. Al principio me dediqué a examinar el campo de la remodelación, y más tarde pasé a estudiar la competitividad, una esfera donde la innovación resulta fundamental. Hace aproximadamente siete años me propuse analizar los sistemas de innovación y los cluster, por lo que, en el año 1995, expusimos a Eusko Ikaskuntza/Sociedad de Estudios Vascos nuestra intención de realizar un estudio sobre las empresas innovadoras de la Comunidad Autónoma Vasca, y nos concedió una beca gracias a la cual realizamos una encuesta, editamos un libro, y, a partir de los datos que recopilamos, presentamos una tesis impulsada por Eusko Ikaskuntza. Y seguimos explorando ese campo. Poco tiempo después, recibimos una subvención de Iberdrola para elaborar un proyecto sobre las investigación y el desarrollo en la Comunidad Autónoma Vasca y en Navarra. Como resultado de esta investigación publicamos un libro, para cuya elaboración examinamos las estadísticas de Eustat, del Instituto de Estadística de Navarra y del INE. Nuestro estudio despertó el interés del Gobierno Vasco, por tratarse de una pertinente aportación para el diseño de los planes de ciencia e innovación. Finalmente, Eusko Ikaskuntza logró la financiación del Departamento de Industria del Gobierno Vasco, gracias a la cual Mikel Buesa y yo nos pusimos al frente de un grupo de trabajo.

¿Cómo han desarrollado la investigación? ¿A qué fuentes han recurrido? ¿Qué camino han seguido?

En el anterior estudio que llevamos a cabo advertimos que había muchas fuentes, algunas de ellas muy importantes, que todavía no habían sido explotadas. El INE y EUSTAT publican estudios y estadísticas de desarrollo, pero en el fondo son análisis muy superficiales. Y aunque en los años 90 el INE comenzó a editar una estadística sobre la innovación, no se le ha dado ningún uso práctico. Normalmente se suele reparar en los datos que los institutos de estadística ofrecen, no así en los datos que obtienen. Nosotros conocíamos ese ámbito muy de cerca y solicitamos permiso para realizar una nueva explotación respecto a la Comunidad Autónoma Vasca, y, de tal forma, recopilamos datos completamente nuevos sobre la innovación. Otra fuente a la que no se le había prestado ninguna atención era la encuesta que el Gobierno Vasco realizó entre los agentes que se dedican a la investigación en la Comunidad Autónoma Vasca. Nosotros queríamos examinar los Centros Tecnológicos, por lo que fuimos autorizados a consultar tales datos. En mi opinión, lo idóneo sería realizar este informe cada dos años, para que de tal forma se convirtiera en el campo de la ciencia y la tecnología de la CAV. En cualquier caso, nuestra visión no se limitaría a territorio, ya que también nos fijaríamos en los datos de la Unión Europea, de los Estados Unidos de América y de Japón.

Una de las principales conclusiones a la que llega el estudio indica que Euskadi se sitúa por encima de España y de Europa en lo que a la renta per cápita se refiere. ¿Por qué motivo?

La investigación de la CAV se basa en la competitividad y en la innovación. El último fin sería la competitividad, porque toda innovación persigue aumentar la competitividad. Respecto a la renta per cápita, la CAV se encuentra en una buena situación, por encima de las medias de España y de la Unión Europea, pero muy por debajo de los Estados Unidos de América y de otros países. La tesitura de la renta se puede explicar por dos razones: por una parte, al haber más gente trabajando, se genera más renta, y, por otra parte, esa gente tiene una mayor productividad. Hasta hace unos años, la CAV presentaba una tasa de ocupación bastante humilde, pero desde 1994 en adelante ha ido creciendo a un ritmo vertiginoso. Con respecto a la productividad, nos situamos por encima de la media europea, pero a partir del año 1995 la productividad de la CAV y de Navarra ha crecido menos que en Europa y en los Estados Unidos. Aquí la productividad se incrementó antes del 95, pero, desde entonces, su crecimiento ha ido disminuyendo. Y eso es muy preocupante, porque si lo que se desea es aumentar la renta per cápita y ser competitivo, al poner más gente a trabajar sólo se puede llegar hasta un cierto punto. Ese crecimiento cesará en el momento en que toda la gente que se encontraba disponible ya se encuentre trabajando. A largo plazo, esa alternativa no resulta sostenible. La productividad es imprescindible para aumentar la renta per cápita y la competitividad de forma ininterrumpida.

Y, en lo que a las inversiones se refiere, ¿en qué situación se encuentra la Comunidad Autónoma Vasca?

Por lo que los estudios indican, antes del año 1995 el ritmo de crecimiento de las inversiones en la CAV era mucho más lento que el de España, pero aquel mismo año comenzó a acelerase y desde entonces se ha invertido mucho. En ese aspecto, no hay ningún problema. Ciertamente, la inversión es importante, pero algunos estudios revelan que hay factores más importantes que la inversión en lo referente al crecimiento, como por ejemplo la formación de los trabajadores. Por tal motivo, en los últimos años se ha progresado sustancialmente en el campo de los estudios. El número de universitarios de la CAV, por ejemplo, es muy correcto con respecto a la media de la Unión Europea. El problema no reside en el número de estudiantes universitarios, sino en el número de personas que no han recibido una educación superior. En cualquier caso, el factor más importante que interviene en el crecimiento es la Investigación, el Desarrollo y la Innovación. Según los últimos datos, en la CAV se destina a la Investigación y al Desarrollo, en relación al Producto Interior Bruto, el 1,6% de los gastos, en la Unión Europea el 2%, en los Estados Unidos el 2,7% y en Japón el 3%, por lo que todavía nos queda un largo trecho. Si lo que queremos es aumentar nuestra competitividad, nuestra renta per cápita y nuestra productividad, tendremos que proseguir con las investigaciones y el desarrollo. Tenemos que solucionar cuanto antes el atraso con el que vamos.

Su estudio advierte que no sólo es necesario adaptar la tecnología a la empresa, sino que, además, hay que generarla. ¿Cómo se debería actuar al respecto?

El esquema elaborado por el investigador Michael Porter sobre el desarrollo distingue tres estadios o niveles. En el primero de ellos se encontrarían los países compiten basándose en costes bajos, aquéllos que pagan muy poco a los trabajadores y que cuentan con unos recursos naturales fabulosos. Es el caso, por ejemplo, de China. Pero si, habiendo llegado a sus límites, quiere seguir desarrollándose, no tiene más remedio que pasar al segundo estadio, que se basa en la inversión o en la efectividad. Los países que se encuentran en este nivel intentan imitar a los demás de la mejor manera posible. Y hay un tercer estadio, el más desarrollado, que se basa en la innovación y donde es imprescindible manejar la tecnología. El segundo estadio permite a la CAV aumentar su productividad hasta un cierto punto, pero resulta que luego otros países se disponen a imitarnos con menos costes, y ahí es donde nos pillan. Para poder seguir aumentando y mejorando nuestro bienestar no tenemos más alternativa que pasar al estadio de la innovación. Por eso es tan preocupante el debilitamiento que se ha producido en el aumento de la productividad, porque nos demuestra que no estamos pasando al tercer estadio. Ahora que hemos tocado techo en el segundo nivel, el reto que tenemos ante nosotros es extraordinario, porque, para poder pasar al tercer estadio, tenemos que reformar todo el sistema de la innovación. Tenemos que saber crear. Y, muchas veces, las instituciones y colectivos que resultan efectivos en el segundo estadio, dejan de serlo en el tercero. Por eso es tan importante examinar todo el sistema de innovación parte por parte, ver en qué situación nos encontramos y saber qué posibilidades tenemos para adentrarnos en el tercer estadio.

Otro de los aspectos a tratar sería la calidad de los recursos educativos. ¿En qué aspectos habría que incidir para mejorar el nivel educativo de las universidades vascas?

Para poder llevar a cabo este estudio, Mikel Buesa y yo hemos examinado las universidades, la entidades públicas investigadoras, los centros tecnológicos y las empresas, por lo que lo más conveniente sería analizarlos por separado. Entre los componentes científicos tenemos a las universidades y a las entidades investigadoras públicas, que conforman el eslabón más débil de nuestro sistema de innovación. En la CAV, el gasto que las universidades destinan a la investigación y al desarrollo es de un 27% en relación al Producto Interior Bruto, mientras que en España la media se sitúa en un 33%. Varios países de Europa y Japón, por el contrario, destinan un 40%. En las universidades vascas se investiga y se desarrolla poco, pero ése no es el único problema. El verdadero problema es ver en qué se invierto y qué resultados se obtienen. En todos los indicadores nos situamos por debajo de España: en las publicaciones de cada profesor, en las patentes obtenidas, en la participación de nuestras universidades en los proyectos europeos, etc.

En lo que a las Entidades Investigadoras Públicas se refiere, parece que en la Comunidad Autónoma Vasca su testigo lo han recogido los Centros Tecnológicos.

Así es. Tenemos muy pocas Entidades Investigadoras Públicas. Casi todas se han quedado en Madrid y su competencia nunca ha sido traspasada al Gobierno Vasco. Uno de nuestros puntos débiles es precisamente la carencia de este tipo de entidades. El 25% de los centros tecnológicos de España se encuentra en la CAV, y el 40% de las ventas que realizan los centros tecnológicos del Estado se producen también aquí. Y si viéramos cuánto facturan las entidades vascas en comparación con las españolas, veríamos que facturan productos de mayor valor añadido; en concreto, más investigaciones. La red de nuestros centros tecnológicos es muy sólida, tiene un peso enorme, y constituye uno de los pilares más importantes de nuestro sistema. Lo que verdaderamente nos preocupa es que si bien los centros tecnológicos son un fuerte punto de apoyo en el estadio de desarrollo en el que actualmente nos encontramos, no bastan para acceder al estadio de las innovaciones. Para ello, los centros tecnológicos deberían modificar sus estructuras, incrementar el número de doctores, estrechar sus lazos con otras universidades, etc. Además, nuestros centros tecnológicos siempre han estado muy dispersos y sería necesario acercarlos entre sí. El proceso ya está siendo diseñado. Yo creo que los centros tecnológicos, conscientes del reto que tienen ante sí, han empezado a movilizarse. El Gobierno Vasco también está mejorando en este aspecto. Estamos observando importantes progresos, aunque el mayor de los retos lo tenemos aquí mismo.

¿Qué opinión le merece la investigación que se desarrolla en las empresas vascas? ¿Cree que el reducido tamaño de las empresas vascas entorpece la innovación tecnológica de Euskadi?

Teniendo en cuenta el gasto que Euskadi realiza en Investigación y Desarrollo, así como la cuantía que destina a las empresas, creo que la Investigación en la CAV es importante, y muy positiva de cara a la productividad. Lo que ocurre es que estas empresas cuentan con centros tecnológicos, por lo que, en las estadísticas, los centros tecnológicos tienen la consideración de empresa, y, de tal forma, los resultados de las empresas no suelen ser demasiado satisfactorias. Las empresas de la CAV son muy pequeñas. Los datos nos indican que el 85% del total que se destina a la Investigación y al Desarrollo se reparte entre empresas de menos de 500 trabajadores. La Investigación y Desarrollo de la CAV se sustenta, sobre todo, en pequeñas y medianas empresas, con los límites que esta envergadura implica. Otro problema que nos afecta es que tenemos muy pocas empresas de alta tecnología. En la década de los 90 se potenciaron los sectores de la aeronáutica y de la electrónica, pero durante los últimos años no se ha producido ninguna novedad en sectores como, por ejemplo, la industria farmacéutica o la informática. En la CAV hay muy pocas empresas de sectores punteros, y las pocas que hay pertenecen al sector de la Investigación y el Desarrollo. Por tanto, esta realidad encuentra su explicación, principalmente, en la especialización sectorial y en el tamaño de las empresas. En tal sentido, los resultados son preocupantes. El 80% de las ventas de las empresas vascas corresponde a productos que no han sufrido ninguna modificación, índice que es algo inferior en España, y mucho más bajo en Europa. Las grandes empresas vascas renuevan sus productos con menor asiduidad que otros países.

Tras haber realizado el estudio y editado el libro, ¿cómo ve el futuro de Euskadi en este campo? ¿Se muestra optimista al respecto? Porter sostiene que todas las alternativas para pasar de un estadio a otro están llenas de dificultades. Ahora mismo tenemos que superar unos retos inmensos, pero otros países ya los han superado, de modo que no podemos alegar que resulta imposible. Singapur, por ejemplo, en unos pocos años ha sido capaz de pasar de cero al tercer estadio. Nosotros tenemos una gran ventaja, y es que podemos mirar cómo han actuado otros países antes que nosotros. No hace falta que inventemos nada. Por una parte me preocupa el desarrollo de la productividad, pero, por otra parte, me doy cuenta de que el reto, por grande que sea, es superable. El Gobierno Vasco ha hecho una bonita reflexión a este respecto. Creo que uno de los puntos fuertes de nuestro país es su política tecnológica, mucho más activa que la de otros países. La CAV es la única de las comunidades autónomas que ha desarrollado una política tecnológica activa. Aquí siempre se le ha prestado mucha atención a la política tecnológica, desde que a principios de los años 80 el Gobierno Vasco decidiera invertir en recursos. Tal y como demuestran los estudios sobre la competitividad, esto no es una carrera de 100 metros, sino una maratón. La clave está en aguantar, en mantener las políticas, en saber adaptarse a cada estadio con un sentido de continuidad. Y eso, en la CAV, lo hemos hecho bastante bien. Ahora nos encontrarnos ante un nuevo reto. Sabemos lo que nos espera, pero también sabemos qué camino debemos tomar. Sin la menor duda, lo que hay que hacer es fomentar la ciencia: reformar las universidades, crear grupos vanguardistas, y enriquecer la estructura de los centros tecnológicos. No debemos limitarnos a transmitir conocimientos, sino que además tenemos que generarlos. Y, para ello conviene estrechar los lazos con la universidad y participar en las redes internacionales. La cooperación es fundamental. Las empresas vascas, al ser tan pequeñitas, no tienen más remedio que cooperar; no pueden realizar Investigación y Desarrollo por sí solas. Y parece que el Gobierno Vasco ha captado bien esta idea. Lo que pasa es que este problema no sólo concierne al Gobierno Vasco, por lo que es necesario concienciar a las empresas y a las universidades. No creo que el problema resida en aquéllos que están aplicando una política tecnológica, sino en los agentes socioeconómicos. Y puesto que nuestro reto consiste en aumentar la productividad, es indispensable recurrir a la innovación. Mikel Navarro Arancegui

(Donostia, 1954) Formación Licenciado en Ciencias Económicas y Empresariales en la Universidad de Deusto (1976). Doctor en Ciencias Económicas y Estudios Empresariales en la Universidad de Deusto (1988). Iter profesional en la Universidad de Deusto Catedrático de Ciencias Económicas y Empresariales (1994-2004). Miembro de la Comisión Doctora de la Universidad de Deusto (1996-2003). Vicedecano y Responsable de Estudios de la Facultad de Ciencias Económicas y Empresariales (1994-1999). Director del Departamento de Economía de la Facultad de Ciencias Económicas y Empresariales (1990-1998). Director del Programa de Doctorado de la Facultad de Ciencias Económicas y Empresariales (1990-1991). Responsable de Euskera del Campus de San Sebastián (2003-2004). Publicaciones y obras científicas Autor de diez libros, asistente de cuatro, colaborador de nueve obras, y autor de cerca de cuarenta artículos científicos.
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