Viendo su trayectoria profesional, usted será arqueólogo de vocación.
Yo creo que la vocación no existe, existen las circunstancias de la vida que te llevan en una u otra dirección. Yo no quería ser arqueólogo desde los tres años.
Estudié Historia en Zaragoza. Después de una estancia en París, volví a casa, y tome la decisión de recuperar y perfeccionar el euskera. Así que trabajé durante unos años en las ikastolas y seis años en la Universidad de Mondragón. Fue una experiencia muy interesante, y de la que guardo un grato recuerdo, porque allí aprendí lo que es la disciplina en el trabajo.
¿Cuándo se incorpora a la Universidad del País Vasco?
En 1985. Es aquí donde puedo dedicarme al trabajo de investigación, con más tiempo, disponibilidad y libertad. Creo que lo más interesante que he hecho en la Universidad del País Vasco ha sido crear y desarrollar el área de arqueología que no existía cuando llegué a Vitoria-Gasteiz. En estos momentos tiene prestigio internacional, estamos asociados al Consejo Superior de Investigaciones Científicas... Se han puesto los cimientos de lo que más adelante será un área potente. Agustín Azkarate. Fotografía: Quintas Fotógrafos
Usted es un reconocido defensor del trabajo de la Universidad del País Vasco.
La UPV es el principal centro de investigación del País Vasco, a mucha diferencia de cualquier otro, y ese dato se suele olvidar. El 90% de la investigación que se hace aquí, se promueve desde la UPV. Dicho esto, y ya desde un punto de vista más crítico, tengo que decir que sin embargo en la UPV en muchas ocasiones se prioriza la investigación básica sobre la investigación aplicada. Es decir, la investigación muchas veces se hace más de acuerdo a intereses personales que a intereses que respondan a necesidades sociales. Yo suelo criticar un cierto autismo de la Universidad respecto a la sociedad, y la Universidad, si es pública con más razón, tiene que servir a la sociedad. Por ser catedráticos no tenemos derecho a recibir subvenciones públicas sin más. Tendremos que justificarlas, explicarlas, y por supuesto, tendremos que mostrar los resultados que obtengamos. A modo de ejemplo, un arqueólogo puede encadenarse para salvar un yacimiento, y ni inmutarse ante el derribo de un edificio de valor. Desde mi punto de vista, este es uno de los grandes males de la arqueología, siendo una disciplina que puede aplicarse tanto al subsuelo como a los edificios históricos.
Vamos, que llega un momento que usted se plantea: ¿Qué hacemos desde la Universidad investigando la tardoantigüedad, cuando a 100 metros están haciendo una salvajada en una iglesia?
Efectivamente, ese autismo de la arqueología me generó cierta crisis personal a finales de los 80. Ante tantas preguntas, a principios de los 90 me replanteo la orientación del área de arqueología. Considero que los yacimientos de subsuelo están relativamente bien protegidos, existe sensibilidad hacia ellos, entre otras cosas, porque hay un porcentaje altísimo de arqueólogos que se dedican a ellos. Sin embargo, por presiones inmobiliarias, urbanísticas no existe esa sensibilidad ni ese grado de protección respecto al patrimonio edificado. Por ello, enfocamos gran parte de nuestros esfuerzos hacia la creación de metodologías que resuelvan dichas carencias, con lo que orientamos nuestra investigación hacia la arquitectura desde la arqueología, desde criterios arqueológicos. Lo que llamamos arqueología de la arquitectura.
Ustedes han hecho famosa la arqueología de la arquitectura en la Catedral de Santa María de Vitoria-Gasteiz. Pero antes de ir con el ejemplo de la Catedral, ¿cuáles son los objetivos de lo que ustedes denominan arqueología de la arquitectura?
El primer objetivo es generar protocolos de intervención unificados. Hoy en día si vas a Milán, y tienes un ataque al corazón, el cardiólogo que te atiende, te atiende con los mismos protocolos que el de Munich, Lisboa o Bilbao.
El segundo es potenciar la interdisciplinariedad entre las partes que comparten trabajo en el patrimonio edificado (arqueología, arquitectura, restauración, geología, informática, realidad virtual...) Para colaborar entre ellas cada disciplina debe renunciar a sus objetivos particulares, consensuando otros que sean comunes a todas.
El tercer objetivo es articular los proyectos de investigación desde la Universidad. No en función de intereses personales, sino en respuesta a las necesidades sociales.
Fotografía: Quintas Fotógrafos. Cedida por la Fundación Catedral Santa María. Y el cuarto y ultimo objetivo, es socializar el conocimiento. Me parece un grave error que las investigaciones se queden reducidas a cuatro publicaciones de carácter científico. A veces publicamos pensando en nuestros colegas, olvidando que trabajamos con dinero público, y que debemos devolver al público los resultados de manera inteligible, e incluso si fuera posible, de manera lúdica. Debemos hacer participe a la ciudadanía de lo que estamos haciendo, y no al terminar la investigación, sino durante el mismo proceso. A la gente hay que explicarle en qué vamos a gastar 4000 millones de pesetas, cuáles son nuestros objetivos..., pero explicárselo “in situ”, porque eso genera una complicidad con la ciudadanía, que es quien en definitiva paga con los impuestos, quienes posibilitan dicha investigación. El investigador encerrado, dedicado a sus cosas, es una imagen del pasado.
¿En qué edificio aplicaron por primera vez esta metodología de trabajo?
En la Iglesia de San Román de Tobillas en Valdegobia (Álava). Tobillas estaba considerada como una iglesia rural, románica, de carácter menor. Actuamos en ella, porque se derrumbaron las cubiertas, y allí nos llevamos la enorme sorpresa de encontrar testimonios muy importantes de época preromanica (siglos IX-X). Con ese descubrimiento pasó a ser una iglesia importante en el panorama de la arquitectura prerománica peninsular. Tengo que decir que con nuestra metodología se prioriza el conocimiento del edificio antes de intervenir en él. Trabajando en Tobillas, nos planteamos que podíamos hacer lo mismo con la Catedral de Santa María, y llegamos a la conclusión de que debíamos aplicar nuestra metodología.
Dicho y hecho, porque desde entonces trabajan en la Catedral.
Es una experiencia modélica en Europa. La Catedral de Santa María se cerró en 1994, porque estaba en estado de deterioro. Nosotros defendemos que un edificio histórico es un documento, y así como no podemos coger un documento escrito y reescribir sobre él, tachar, quitar o poner, tampoco se puede intervenir en un edificio, sin previamente leer su pasado. ¿Por qué? Porque aparte de conocer la historia del edificio, también queremos descubrir los orígenes de sus patologías. Proponíamos conocer el historial clínico de un edificio que estaba enfermo. Anteriormente, se había intentado llevar a la Catedral al quirófano, meterle el bisturí... Como nuestra propuesta requería tiempo, durante casi tres años se cerró la Catedral, y nos dedicamos a estudiarla.
Sin embargo, algún historiador local llegó a decir que la Catedral de Vitoria-Gasteiz era una catedral gótica de segunda.
Así es. Pronto nos dimos cuenta que la Catedral además de tener problemas físicos, también tenía problemas psicológicos, problemas de autoestima (en Vitoria-Gasteiz había otra Catedral, la Catedral Nueva; Santa María está enclavada en el Casco Histórico donde existen problemas de marginalidad...). Para recuperar la Catedral no era suficiente hacerlo físicamente, sino que también había que devolverle la autoestima de la que carecía. Además, teníamos que convertirla en un icono, en una máquina que tirara de la recuperación del Casco Histórico. Abrimos la Catedral a la gente, y Vitoria-Gasteiz de repente descubre un edificio. ¡Muchos vitorianos volvieron a la Catedral tras 20 años sin pisarla! Abierto por obras. Si nosotros hubiésemos cerrado la Catedral, si no hubiésemos dejado entrar a nadie, habríamos perdido una gran oportunidad.
¿Catedral de Segunda? Si mirásemos a la Catedral únicamente desde criterios estéticos, de Historia del Arte, es una Catedral que obviamente no se puede comparar a las grandes catedrales europeas. ¿Qué tiene la Catedral que nos ocupa? Tiene la virtud de ser un edificio construido sobre otros edificios, que empezó a tener problemas de estabilidad desde el momento que se termina en el siglo XV. En el subsuelo de la Catedral la primera iglesia que conocemos es del siglo XI, pero no es la única, porque hay otra de los siglos XII-XIII. En lugar de ser derribada como ha ocurrido en otros lugares, hubo un empeño por parte de la ciudadanía de mantenerla en pie. El resultado final ha sido una arquitectura torturada, complejísima, con petachos, vendas, escayolas y muletas por todas partes. De manera que siendo un edificio formalmente no de primera línea, es arquitectónicamente, y desde el punto de vista de la historia constructiva, un edificio riquísimo e interesantísimo para el conocimiento de la historia de la ciudad y de la evolución de las técnicas constructivas. Fotografía: FOAT S.L. Cedida por la Fundación Catedral Santa María.
¿Cuáles son los datos más interesantes sobre los orígenes de la ciudad que ha aportado dicha investigación?
En 1181 se dió una carta de fundación a un lugar que se llamaba Gasteiz, del que no conocíamos nada material, solo conocíamos las pocas reflexiones escritas que existen sobre una Gasteiz primitiva. Hoy en día podemos decir que sobre ese cerro ya en época romana hubo un asentamiento, desconocemos su naturaleza, porque los restos que aparecen están muy descontextualizados (cerámica romana...). De los siglos tardoantigüos, es decir, de los siglos que siguen a la época romana, podemos decir, y no es poco, que desde el siglo VIII existe un asentamiento campesino que permanece ininterrumpidamente hasta la actualidad. De manera que si antes sabíamos que hubo una Gasteiz primitiva a la que se rebautiza con el nombre de Nueva Victoria, ahora ya sabemos que aquella primitiva Gasteiz era un asentamiento campesino con una arquitectura construida con materiales efímeros (postes de madera, cubiertas de paja...). Y algo importante, la evolución les llevó a la piedra, porque hemos podido saber que la muralla se construye a mediados del siglo XI, es decir, que ya existía una muralla de grandes dimensiones, un siglo antes, por lo menos, de que Sancho El Sabio le concediera la carta de población en 1181.
Han conseguido unir alrededor de la Catedral sensibilidades ideológicas muy diferentes y dispares.
Pues sí; la Catedral de Santa María es de los pocos proyectos en todo el país que no suscita disparidad de criterios, ni debates ni enfrentamientos. ¿Cómo lo hemos conseguido? Primero, trabajando con una metodología y una seriedad científica absolutas. Segundo, considerándonos a nosotros mismos como técnicos al servicio de las instituciones políticas elegidas democráticamente en cada momento. Es decir, manteniendo lealtad como técnicos respecto a los representantes políticos, independientemente del color que tengan. Y en tercer lugar, hemos tenido un empeño especial en explicar pormenorizadamente a la ciudadanía todo lo que estábamos haciendo. La conjunción de seriedad científica, lealtad institucional y dedicación a la ciudadanía son los tres elementos que conducen a un éxito seguro en un proyecto. La credibilidad se transmite cuando quien habla está convencido de lo que dice.
Antes citaba la muralla, ¿debe ser el próximo reto de la recuperación del casco medieval de la capital de Euskadi?
Por supuesto. La sorpresa es que cuando descubrimos esa muralla en las excavaciones del interior de la Catedral, vimos sus dimensiones, su anchura, sus técnicas constructivas..., nos dimos cuenta que el actual edificio conserva en pie una torre y una gran puerta de esa primitiva muralla. Es la misma muralla que se conserva en buena parte del casco medieval, y en altura tiene unos paños extraordinarios. A pesar de ser espectacular, había pasado desapercibida al estar oculta por las traseras de la calle Correría entre huertas, zarzas, chabolas, tejabanas y demás. Uno de nuestros objetivos es recuperarla para la ciudadanía y crear un nuevo espacio, unos recorridos con zonas verdes, ajardinadas... que dignifiquen al casco histórico y lo conviertan en un atractivo para la gente del lugar y de fuera, aumentando su calidad de vida. Por cierto, ya lo he dicho por activa y por pasiva, creo que el mayor enemigo del casco histórico es el vitoriano. Es extraordinario y tiene unas posibilidades enormes, pero la gente de Vitoria-Gasteiz no se lo cree. Es el activo principal de la ciudad... Debemos implicarnos al máximo nivel y con todos los esfuerzos que sean necesarios. Tiene que tener un plan estratégico consensuado por todas las fuerzas políticas sobre el que no se discuta, es decir, no puede ser una arma arrojadiza entre políticos, ya que es un bien común. Fotografía: Quintas Fotógrafos. Cedida por la Fundación Catedral Santa María.
Los vecinos del lugar reivindican un barrio limpio, seguro y atractivo para nuevos residentes.
Cuando yo hablo de recuperación, no sólo estoy hablando de recuperación arquitectónica, ya que hay que empezar por hacerlo habitable para sus vecinos. De hecho, se han cometido muchos errores en numerosas ciudades europeas. Por ejemplo, cascos históricos convertidos en postales, y no voy a dar ejemplos por no herir sensibilidades. Durante el día andan los turistas y compran artesanías y souvenirs, y durante la noche las calles son reductos fantasmagóricos en los que no vive nadie. Tienen que recuperarse con un tejido social diverso (tiene que haber comercio, promover viviendas para jóvenes, crear residencias para estudiantes universitarios, estamos promoviendo la creación de un centro de investigación entorno a la Catedral...). Otro tema importante, en el casco histórico no puede haber tres mezquitas en una calle, y en 100 metros. Ya sé que decirlo no es políticamente correcto, pero estoy en contra de la existencia de tres mezquitas en una misma calle. ¿Por qué? No estoy en contra de las mezquitas, sino que estoy en contra de los ghettos. Mezquitas pueden existir las que sean necesarias para la comunidad musulmana, pero no concentradas.
Catedral, muralla..., pero aún hay más, porque la Basílica de Armentia también la han puesto patas arriba.
Al ser el sitio donde esta el patrón de Álava, el lugar y el edificio no habían caído en el olvido, pero sí su historia e importancia que ahora recuperamos. Antigua sede episcopal, fue la primera Catedral de Euskal Herria. Englobaba la zona más occidental de Gipuzkoa y toda Bizkaia y Álava, con las excepciones de Encartaciones y Valdegobia, que dependían de Valpuesta. Es un edificio románico muy modificado en el tiempo. Aquí se esta aplicando el mismo esquema que en la Catedral: Conocer el edificio antes de tomar decisiones sobre la intervención en él, y compartir ese conocimiento con la ciudadanía. Nosotros damos mucha importancia al trabajo de los guías, porque son el eslabón que comunica nuestro trabajo con el ciudadano. Los guías de la Catedral hacen las visitas en siete idiomas, y no explican siempre lo mismo, se actualizan las ilustraciones... Se trata de no perder oportunidades con el patrimonio. Para muchos el patrimonio tiene una percepción negativa, es una carga, no plantea más que problemas, no nos deja hacer lo que nos da la gana, hay que gastar dinero... Sin embargo, el patrimonio es un activo económico, que incluso puede convertirse en una empresa con un potencial económico importante.
Sus últimos trabajos son muy conocidos. Sin embargo, y a pesar de su importancia, no lo es tanto el descubrimiento de la necrópolis de Aldaieta.
La descubrí en 1987, y desde 1988 hasta 1993 hicimos excavaciones. Aldaieta es una necrópolis parcialmente conservada, porque yo creo que dos terceras partes fueron destruidas por las aguas del pantano. Estaba en las cercanías de Nanclares de Gamboa, y hoy en día allí no queda nada porque lo excavamos íntegro. Aldaieta es el cementerio de un asentamiento estable, y creo que indígena, en el que aparecen adultos, viejos, niños, bebes, jóvenes, mujeres, de todo. Todos ellos sin muestras de violencia. Recuperamos alrededor de 130 enterramientos, con unos ajuares y unos depósitos funerarios extraordinarios. Aldaieta y las sucesivas necrópolis que se han ido descubriendo similares a ella tienen una importancia histórica muy superior a todo lo que hemos hecho en la Catedral, en Armentia, y todo lo que te he contado.
¿Qué demostró Aldaieta?
En historia no se demuestra nunca nada. Quien quiera hacer historia para demostrar, está cometiendo un error inicial que pone en tela de juicio todo lo que vaya a hacer. Con Aldaieta se consiguió dar un giro a todo lo investigado sobre los siglos tardoantigüos (desde la desaparición del Imperio Romano hasta el siglo VIII aproximádamente).
Fotografía: Navia. Cedida por la Fundación Catedral Santa María. Es uno de los periodos sobre los que más se ha escrito en la historia del País Vasco, pero se ha escrito siempre con visceralidad. ¿Para demostrar qué? Unos para demostrar que durante este período los vascones dependían de los reinos visigodos, primero del de Toledo, y más tarde del de Oviedo, y otros para demostrar que eran independientes de cualquier poder político del momento. Es curioso, tanto los que defienden la independencia como quienes defienden las dependencias han consensuado un mito respecto al vascón, que es el mito del buen salvaje. Unos para justificar la presunta independencia de los vascones, que vivían en sus montañas tranquilos hasta que aparecía el invasor, y entonces no sabemos cómo, bajaban de las montañas, al son del irrintzi, y daban sopas con hondas a francos y visigodos. Este punto de vista ha satisfecho siempre a la historiografía sabiniana que ha confundido la leyenda con la realidad. Y por otra parte, quienes estaban empeñados en demostrar la dependencia de estos territorios respecto a Toledo y luego Oviedo, sólo entendían esa pertinaz resistencia haciendo referencia a un salvajismo, a una no romanización, que hacía que aquella gente no interesaría demasiado a francos y visigodos, porque vivían en un reducto como Asterix y Obelix en los cuentos. Lo sorprendente es que esta gente se entierra con unos ritos funerarios y unos materiales que no tienen nada que ver con la Hispania visigótica, sino más bien con el mundo franco del norte de los Pirineos. Primera sorpresa.
Habrá que empezar a reescribir todo lo que se ha dicho del momento. Primero, las fronteras son una realidad muy reciente, y en segundo lugar, la gente que vivía aquí no son esos que vivían del pastoreo, en una economía cuasi protohistorica, paganos totales, y que sólo despertaban para bajar de los montes, y dar sopas con hondas a quienes pasaran por sus territorios, sino que es una población estable, con unas capacidades y unos conocimientos tecnológicos importantes, que conoce el comercio... Tienen influencias norpirenaicas, y están relacionados culturalmente con el mundo aquitano. ¿Qué es lo importante? Que no es la única, porque a partir de Aldaieta aparecieron otras necrópolis de características similares. En Buzaga (Navarra), Basauri, Alegria-Dulantzi o Pamplona que hasta entonces había sido interpretada como visigoda, y que se reinterpreta. De repente, algo que había pasado totalmente desapercibido para los arqueólogos y los historiadores, aparece como una realidad presente en Bizkaia, Álava, Navarra, Iparralde... que nos obliga a replantearnos todo lo que se decía hasta el momento.
¿Por qué estas investigaciones no son conocidas por el gran público?
En la época en la que excavamos Aldaieta (1987-93), yo todavía no estaba suficientemente concienciado respecto a la socialización del conocimiento. Aldaieta tiene una gran repercusión a nivel biográfico y científico, a nivel social o de conocimiento popular, pues, menos. Es una investigación básica, más pura, menos aplicada, pero insisto, considero que el fenómeno de Aldaieta es una de las aportaciones arqueológicas más importantes del siglo XX para el conocimiento de la historia de los territorios vascos. Creo que Aldaieta tiene que ver con el origen de lo que luego ha sido Euskal Herria.
¿Agustín Azkarate tiene todavía retos personales que cumplir?
Por supuesto. Aparte de culminar mi compromiso personal con la ciudad de Vitoria-Gasteiz y la recuperación de su casco histórico antes citado, conseguir que tanto en la investigación arqueológica del subsuelo como de los edificios se llegue a una unificación de protocolos, ya que no todo vale, y tenemos que conseguir que todos trabajemos con esos protocolos unificados. Esto dará credibilidad a nuestro trabajo.
A un nivel más personal, reforzar el prestigio de la Universidad del País Vasco, y potenciar sus relaciones con la sociedad. Yo me considero muy universitario, y además de la UPV, de la pública. Por un lado y por otro, no sé si con intereses velados o no, pero la UPV aparece en los papeles con temas que no siempre tienen que ver con el trabajo académico y científico. Además, quiero crear un gran centro de investigación que sea un referente internacional en temas relacionados con el patrimonio edificado. Y el último reto personal, sacar tiempo para dedicarlo a mí mismo, para mi gente y mis bonsais. El pasado verano estuve en un pueblecito de Navarra, sin hacer nada unos días, y fue una experiencia nueva para mí. Agustín Azkarate “Pasé unos días sin hacer nada, fue una nueva experiencia para mi”. Es la frase con la que ha culminado Agustín Azkarate más de una hora de entrevista con Euskonews. Resume la vida de este investigador y profesor nacido hace 51 años en Elorrio. ¿Aficiones? Las justas, ya que por su obra le conoceréis.