Jorge Oteiza fallece solo un mes antes de inaugurarse el edificio que albergaría su Fundación Museo, por lo que no lo puedo ver repleto de visitantes, pero ¿cómo vivió el proceso de creación del edificio, obra de su amigo el arquitecto Francisco Javier Sáenz de Oiza?
Oteiza habla con Sáenz de Oiza sobre el proceso de construcción, de distribución, hablan de dónde se situaría la entrada... Estos dos artistas empiezan su relación profesional y de amistad a comienzos de los años 50 con Aranzazu. Empiezan a conocerse y a construirse y 50 años más tarde, digamos, que su última obra es este Museo. Sáenz de Oiza muere en el año 2000, no lo ve terminado, y Oteiza fallece un mes antes de que se inaugurara por lo que el edificio es como el gran testamento de estos dos grandes artistas que arrancan a trabajar juntos con Aranzazu. De hecho, la nave principal del museo es el recuerdo del túnel donde Jorge Oteiza trabajaba sus esculturas en la obra de Aranzazu. Hay una evocación a la vida de estos dos grandes artistas que juntos construyen el museo y es un testamento fantástico de dos grandes artistas que construyen con su pensamiento y arquitectónicamente un legado maravilloso para todo el mundo.
Usted lleva al frente del Museo estos últimos 5 años, ¿cuál es su sello personal a este Museo?
Cuando entro a la dirección en abril de 2008 este Museo tiene una línea de rigor y de calidad que yo considero muy adecuada y que es una marca importante tanto para el artista como para la institución. Continúo con esa línea de rigor en las exposiciones, en la investigación y en todo lo que se hace, pero también entendiendo que el Museo es un espacio que ha de ser abierto. En su interior contiene colecciones y exposiciones, pero no tiene que mirar solo hacia dentro, debe tener, fundamentalmente, lo que yo considero que son 3 pilares, relacionados con 3 vertientes: Uno de ellos es la revisión por la que se debe estudiar al artista desde todos los ángulos posibles; otro es la contextualización por lo que considero que se tiene que contextualizar al artista en la época en la que vive, ningún artista es una isla y hay que conocer su contexto, lo que le preocupó, lo que le motivó o inquietó y en este caso Jorge Oteiza es uno de los pocos artistas que no solo construye obra, sino que fundamentalmente construye pensamiento, es uno de los grandes pensadores del siglo XX; un tercer aspecto es el de la vinculación, es decir, que el artista debe vincularse con el arte que se está haciendo en el momento. Desde el Museo hay que lanzar cables con artistas que están trabajando en la actualidad a través de diversos aspectos y todo ello es fundamental para que el Museo palpite, para que tenga un latido y una comunicación, para que no quede aislado y esté totalmente integrado en la sociedad.
Gregorio Díaz Ereño entra a la dirección del Museo Jorge Oteiza en abril de 2008.
De hecho, Oteiza era uno de esos artistas que daba mucha importancia al estar presente en la sociedad y se relacionaba otros artistas de su entorno, con músicos, con poetas...
Muchísima importancia. Oteiza es esa imagen que tenemos del artista humanista del renacimiento. Ese artista que considera que el arte fundamentalmente es para la sociedad en la que vive. El arte está integrado en la sociedad, por eso esa idea anterior de contextualización del artista en el mundo. Lo que hace el artista no es ajeno y a pesar, a veces, de esa idea racionalista en la obra de Jorge, es una obra con un profundo sentimiento esencial, con una gran espiritualidad y eso, por lo tanto, también es un elemento que engrana con la sociedad. Jorge Oteiza solía utilizar una frase que a mí me parece fantástica y es que el arte no es para siempre y el hombre sí. De ahí esa necesidad de hacer arte no para el artista en sí, sino para el hombre, para la sociedad.
Siguiendo con el tema de la contextualización, si tuviéramos que situar a Oteiza en esta época, y teniendo en cuanta los cambios habidos desde que falleció hace ya diez años, ¿cómo lo haríamos?
Sus inquietudes se verían mucho más desarrolladas a través de elementos como las nuevas tecnologías, las cuales le permitiría dar una mayor difusión a todo su pensamiento. Un legado excepcional que no solamente es su obra escultórica, que en gran medida es lo que se contempla en el Museo, sino también su legado documental que hemos procurado que la gente que pasea por la sala vea para asociar ese artista que también construye pensamiento. El legado documental son todos sus escritos, mecanoscritos, cartas, su propia biblioteca que determina su pensamiento y la transmisión hacia los demás. Para nosotros esa labor es algo fundamental de reflejar hacia la sociedad porque, en realidad, en esos escritos está un fantástico artista que tiene inquietud absolutamente por todo, por el cine, por la danza, por la música, por la poesía, por el teatro... por todo aquello que constituye el ámbito de la creación del ser humano. Entrar a través de todos esos escritos en el pensamiento de Jorge Oteiza es fundamental.
Todos los artistas evolucionan y él también ha tenido una evolución, aunque es un hombre que en el papel refleja de manera continuada su pensamiento, un pensamiento que quiere retransmitir a la gente continuamente. Probablemente ahora su pensamiento hubiese seguido evolucionando por su enorme vitalidad, pero creo que se hubiera quedado fascinado con todo el tema de las nuevas tecnologías y a través de Internet su pensamiento adquiriría una gran difusión. Estoy convencido de que él utilizaría esos medios para expandir ese pensamiento, para darlo a conocer.
Respecto a otros artistas de su época, ¿es ese plasmar su teoría en el papel lo que le hacía diferente?
La frase, un poco típica, que se suele decir de Oteiza es “me quedo sin escultura y me paso al papel” y es una frase de finales de los años 50. Parece que es ese momento, en ese hipotético abandono de la escultura empieza a utilizar el papel, la página en blanco, para desbordar su pensamiento. Ya desde los años 30 tiene más o menos claro o intuye hacia dónde tiene que ir su camino y todo eso lo va reflejando en sus escritos. El pensamiento para Oteiza es vital. A Oteiza no hay que conocerlo sólo a través de su obra física, de su escultura, que evidentemente tiene un contenido emocional, es lo que llega, pero esa escultura, ese construir de Jorge Oteiza, es impensable sin todo ese construir a través de reflejar en el papel el pensamiento. él dice muchas veces que no tiene miedo a la hoja en blanco porque le permite, casi a borbotones, desarrollar casi todo lo que él quiere decir. En el siglo XX no es muy frecuente que el artista teorice sobre lo que está haciendo y sobre lo que quiere hacer. Incluso muchas veces es normal que sean otras personas las que teoricen sobre lo que el artista hace. En el caso de Oteiza su obra es la totalidad y esa totalidad estriba siempre en el pensamiento; construir pensamiento y, a través de él, construir obra.
“La nave principal del museo es el recuerdo del túnel donde Jorge Oteiza trabajaba sus esculturas en la obra de Aranzazu”.
Foto: Zuriñe Velez de Mendizabal
En la actualidad son muchos los que han estudiado y siguen estudiando la obra de Jorge Oteiza, ¿todavía se sigue teorizando sobre su obra y pensamiento?
Sí, se sigue teorizando mucho. Anteriormente, y evidentemente en vida de Jorge Oteiza, mucha gente se había acercado a través de obras fundamentales como Quousque Tandem, Ejercicios espirituales, la Ley de los cambios o bien a través de todos esos escritos en el ámbito poético menos conocidos —o más focalizado su conocimiento a un menor número de personas—. Nuestra labor durante estos últimos diez años también ha sido la de hacer un proceso de inventariado y de catalogación de todos los escritos para que el investigador tuviese mayor facilidad para acceder a ellos. Gran parte de esos escritos los está descubrimiento ahora el investigador y parte de ellos están trasladados a través de la página web, lo cual facilita una mayor difusión, así lo vamos constatando, y por lo tanto una mayor inquietud por el artista y en muchos casos un nuevo descubrir de un artista enormemente completo.
En estos diez años la Fundación ha editado más de 23 libros los cuales estudian al artista, estudian momentos en los que vive el artista, obras concretas del artista o su pensamiento. Por lo tanto, diríamos que con esas publicaciones estamos construyendo una fantástica biografía del artista. Estamos abarcando toda la totalidad de sus inquietudes sobre escultura, sobre música, sobre cine, sobre poesía, sobre ciencia... sobre todo aquello que a él le inquietaba. Una de las labores fundamentales de un museo es la investigación y a través de ella la difusión.
¿De todas estas disciplinas que interesaban a Oteiza, y que acaba de enumerar, cuál es la más desconocida, o la que menos se ha investigado?
Él escribe poesía pronto ya, aunque manifestada como libro en Androcanto y sigo que es el drama de la obra de Aranzazu o la Elegía de Itziar que escribe después del fallecimiento de Itziar Carreño —su mujer—. Son libros de poemas que no tienen una amplia difusión, son muy queridos y apreciados, pero por un menor número de personas. La Fundación recopila estos poemas y otros inéditos, se traducen por primera vez al euskara y se acompañan de un estudio crítico. Desde 2009 lo que hemos hecho en la Fundación es invitar cada año a 3 ó 4 poetas de reconocido nombre —Antonio Colinas, Antonio Gamoneda, Paco Brines, etc.—, poetas todos ellos muy laureados y muy conocidos a los que les había llegado algo de los poemas de Jorge Oteiza, pero que no los conocían en su totalidad. Fue tremendamente satisfactorio ver cómo al conocer la totalidad de la obra se quedaron todos, por unanimidad, fascinados por el valor poético de Oteiza y empezaron en sus propias conferencias y en las lecturas que hicieron aquí en la Fundación a hablar de un fantástico poeta que hacía escultura. Eso, además de ser muy gratificante lo que hace es dar a conocer ese legado tan excepcional y que Jorge Oteiza, como peta, empiece a ser incluido en sucesivas antologías de la poesía que se pueden hacer en la península o en otros ámbitos.
Yo cuando veo esto, pienso esto. Relatos geométricos en la obra de Jorge Oteiza, Capi Corrales.
Comenta que hasta ahora se han publicado más de 23 libros. ¿Para este año, y coincidiendo con el décimo aniversario del Museo y del fallecimiento de Oteiza, se han programado nuevas publicaciones?
Estamos en ello, sí. Acabamos de publicar el libro de Capi Corrales Yo cuando veo esto, pienso esto. Relatos geométricos en la obra de Jorge Oteiza que es un libro sobre geometría y matemática con un carácter muy divulgativo en cuento a los conceptos espaciales de Jorge Oteiza. En abril presentaremos otros dos; el primero está dentro de las colecciones que edita el Museo y es la edición crítica de la Ley de los Cambios de Jorge Oteiza realizada por el profesor Fernando Golvano. De esa manera la Fundación habrá editado ya la obra sobre la Megalítica Americana, Quousque Tandem, Ejercicios espirituales y ahora la Ley de los Cambios, todos ellos con un estudio crítico. La otra publicación que realizaremos está dentro de la colección de cuadernos, el n.º 8, sobre el concurso que en 1949-50 se hace en Donostia para conmemorar el nombramiento de ciudad que otorga el rey Felipe IV. Es un trabajo novedoso de investigación donde se descubren nuevas formas de trabajar de un Jorge Oteiza recién venido de América. Luego, sucesivamente a lo largo del año editaremos otro libro sobre Oteiza y la música bastante innovador y centrado en un proceso de investigación producto de las becas Itziar Carreño que otorgaba la Fundación, éste dentro de la colección Prometeo. Otro libro de la colección Centauro que hace referencia a una publicación de Jon Echeverría que tiene relación con Jorge Oteiza, en general, pero también con un ámbito de la espiritualidad bastante importante. Además, seguimos con todo lo que es el Catálogo Razonado que se ha traducido ya al inglés y por último, un estudio sobre Oteiza y Velázquez para finales de año.
El libro es algo fundamental porque da acceso al público en general y al investigador en concreto a poder tener ese corpus que le permite seguir indagando y seguir buscando nuevos aspectos en un personaje tan proteico como era y como es Jorge Oteiza.
¿A la Fundación Museo Jorge Oteiza, con esta nueva coyuntura económica, qué retos le esperan por delante? ¿A qué se va a tener que enfrentar?
Los retos son los del principio. Centrados siempre en el ámbito de lo que es la divulgación que es el mayor reto, para que por medio de esa difusión la obra y el pensamiento de Jorge Oteiza sean mucho más conocidos. El reto fundamental siempre es, partiendo desde el más estricto rigor y calidad —y creo que eso ya está plenamente conseguido en cuanto a referencia de lo que hace el Museo—, es seguir en esa línea de difusión y conocimiento de Jorge Oteiza aplicando todos los medios de hoy para llevarlo adelante. Uno de los capitales muy importantes que tiene El Museo Jorge Oteiza es un equipo de técnicos muy implicados en esa labor y eso también es un referente muy importante de calidad hacia el exterior. Esa compenetración y esa implicación es también una marca muy importante en este y en cualquier otro museo. El reto es, fundamentalmente, seguir embarcados en la difusión de la obra de Jorge Oteiza para que sea en toda su extensión muy conocida y que nos demos cuenta de que es uno de los artistas más importantes que ha dado el S. XX a nivel mundial.
Vasco, y con mucha proyección internacional.
Grandes artistas del S. XX como Richard Serra, Anthony Caro, Waltercio Caldas, Miquel Barceló y otras muchísimas personas han venido a conocer la obra de Oteiza con mayor extensión. Y no es que solo hayan refrendado su opinión sobre el artista, sino que van más allá y se dan cuenta de que la totalidad del conocimiento sobre Jorge Oteiza lo que hace es refrendar que es un gran referente para los artistas del Siglo XX. Gregorio Díaz Ereño (Portugalete, 1959) Licenciado en Historia del Arte por la Universidad de Salamanca. Tiene una extensa trayectoria tanto en la publicación de monografías como en el comisariado de exposiciones y en proyectos de investigación. Ha realizado el “Indice de Artistas Navarros de la Merindad de Pamplona de los siglos XVI al XX”, la catalogación y ficha de inventariado de la Caja de Ahorros de Navarra, y monografías sobre autores como Menchu Gal, Bienabe Artía, Gaspar Montes Iturrioz, Vazquez Díaz, Ignacio Zuloaga, Javier Ciga, Carlos de Haes o Miguel Pérez Torres. Ha sido director del Museo Gustavo de Maeztu de Estella desde 2002 hasta 2008, fecha en la que ocupa su cargo actual de Director de la Fundación Museo Jorge Oteiza.