Versión reducida del original en euskara
Jesus Arzamendi es el paradigma de “euskaldun berri” (vasco hablante que ha aprendido el idioma) que ha ascendido hasta las altas esferas de la enseñanza educativa en lengua vasca, y ha mostrado a las claras que cuando algo se desea su consecución es cosa de práctica. Arzamendi es un producto típico de la época en que nació. De madre no euskaldun, creció en un ambiente castellanizado y sus estudios eclesiásticos le llevaron a formularse la pregunta de cómo debía responder de manera más efectiva al desarrollo integral de la sociedad en que vivía.
Animado por algunos compañeros del Seminario decidió en 1967 dedicar un año a estudiar y practicar el idioma euskaldun. ¿Dónde? En el caserío Urki de Beizama (Gipuzkoa) donde ya tenían experiencia de recibir alumnos en categoría de “morroi” (criado) Y allí realizó Arzamendi la inmersión lingüística necesaria para impregnarse de un idioma, que había tenido próximo pero al que le era imposible acceder.
Tras Beizama, la carrera profesional de Arzamendi se orientó hacia la enseñanza universitaria. Primero en los EUTG, de la mano de vascófilos de la talla de Patxi Altuna —de quien fue colaborador— y posteriormente en la UPV-EHU, en la que llegó a ejercer de vicerrector del campus de Gipuzkoa. En esta Universidad Arzamendi fue Director del Instituto de Pedagogía de las Lenguas, adscrito al Departamento de Investigación y Diagnóstico en Educación. En la actualidad, ya jubilado, viene colaborando con la Fundación Universitaria Iberoamericana, entidad que ayudó a crear hace una veintena de años.
Jesus Arzamendi, en aquellos ya lejanos años sesenta, fue pionero en la fórmula de aprender el idioma por contacto directo con los baserritarras de nuestro país. Recuerda con cierto poso de humor que su particular Mayo del 68 lo hizo ayudando a los dueños del caserío a gobernar el ganado. Algo que le permitió acceder a un mundo hasta entonces desconocido para él “Con el euskera descubrí un nuevo mundo” confiesa, mirando hacia atrás con unas gotas de nostalgia pero con la convicción de que si no lo hubiera decidido hacerlo así, su vida no habría sido igual.