Mari Puri Herrero. Pintora: A veces vives cosas que parecen sueños, yo no las separo

2009-04-10

SALABERRIA, Urkiri

Esta semana hemos compartido unos momentos con una de las artistas vivas más renombrada de la escena vasca. La conversación ha transcurrido en su casa, en Madrid. Mari Puri Herrero es mujer de pocas palabras y mucho humor a la que no le gustan las celebraciones.

Empecemos por el final, ¿qué es el Arte?

Ufff. (Risas). Es una cosa que he pensado muchísimo, a lo mejor, a veces, igual es bueno que te digan artista, o eso es arte... Lo que creo es que todo aquello que es creativo es de la misma raza. Lo mismo que ese científico que está continuamente con esa tensión “creativa”.

¿Innovación, quizás?

Innovación es una marca que se vende barata, pero todo lo que sea crear, en todos los campos de la vida, es parte de lo mismo. ¿Estética y tensión creativa? El Arte es una manera de ver, de hacer, de estar en el mundo, de vivir.

¿Cómo recuerda sus comienzos en la pintura?

No tengo en la memoria cuándo empecé con el gusto por el dibujo, por la pintura. De todos modos, estoy segura de que siempre hubo algo, porque sin ser muy consciente, con cualquier cosa que me cayera en las manos, con las tizas, con la tierra... empezaba a trajinar con todos los materiales.

Comenta lo de la tierra, ¿nació en un espacio rural?

No, nací en Bilbao, en una casa modernista muy bonita junto a la plaza elíptica. Aunque también iba mucho a la casa de mi abuela en Arciniega. Allí sí que estaba en contacto con la naturaleza. El recuerdo que mantengo es el del contraste que surgía entre la casa en la que nací, la casa en la que vivía, decorada en un estilo modernista muy sobrecargado, con techos adornados de escayolas pintadas que representaban frutas y ramas, y la casa de mi abuela en el campo, donde me encontraba con una estética mucho más sobria.

¿Hubo alguien en la familia que le transmitiese el gusto estético?

Sé de algunos antepasados que tenían afición por el dibujo, pero yo he sido la primera en dedicarme a esto de una manera profesional.

¿Tiene hermanos o hermanas?

Sí, soy la del medio. Creo que es una gran ventaja estar en el medio porque no soy ni pequeña ni mayor.

Así que, de los recuerdos de infancia...

Lo que recuerdo claramente es la contemplación de la luz. Cómo entraba la luz por la ventana y se reflejaba en el suelo, cómo se tamizaba en las hojas de los árboles.

Existe entonces esa decisión de “tomar los lápices”?

Es que no sé si aún he tomado esa decisión, aún no me atrevo. (Riéndose)

Haciendo pintura figurativa, el dibujo es básico para su obra, ¿no?

Efectivamente. El dibujo subyace en todas las obras, y los pequeños papeles, las pequeñas anotaciones son el embrión de lo que luego se va haciendo. Recuerdo que mis libros del colegio estaban todos llenos de dibujitos, era muy mala estudiante y estaba interna en Zalla. En verano, íbamos a San Sebastián y allí empecé con 14 años a asistir al estudio de Ascensio Martiarena. Las primeras lecciones de un profesional las recibí de él y las recuerdo muy bien porque era una persona con una manera muy peculiar de ver las cosas.

¿Y después de Martiarena?

Seguí, de una manera natural. No hay un planteamiento de “quiero ser artista”. Al salir del internado mis padres me mandaron a Madrid para que pudiera conocer el Prado y para que pudiera desarrollarme como artista. Estuve en el círculo de Bellas Artes y allí dibujé mucho desnudo...

El comedor. 1975.

Museo de Bellas Artes de Bilbao.

¿No tuvo interés en La Real Academia de Bellas Artes de San Fernando?

Si bien en un principio sí tenía intenciones de ingresar, cuando vi el planteamiento que tenían, bastante cerrado, preferí seguir formándome por mi cuenta.

Además del dibujo, ¿qué otras disciplinas le interesaban?

El aguafuerte. Empecé a interesarme mucho por el grabado y estuve en varios talleres aprendiendo por mi cuenta.

Supongo que Ricardo Baroja le interesaría.

Muchísimo, es uno de nuestros grandes grabadores. De hecho a finales de los 60 conocí a Julio Caro y en un momento determinado, cuando le aparecieron unas planchas de su tío, yo me encargué de limpiarlas y de hacer una serie de estampaciones1 muy cortitas.

Estamos en Madrid, en los años 60, y usted va formándose...

Sí, y en el 66-67 consigo una beca de la diputación de Bizkaia y el Gobierno Holandés y entro en la Rijksakademie de Amsterdam. Allí profundizo en el conocimiento del grabado y puedo conocer de primera mano grabados de Reembrant y los grabadores de esa zona. Me interesa muchísimo la idea de pintor grabador, que en esa zona noreuropea existe con gran tradición. Aquí, por ejemplo tenemos a Goya, pero es que Goya era un genio. Es decir, aquí en Madrid, la idea de grabador era la del virtuoso del grabado, y eso no me interesaba tanto. Yo quería tener una visión más pictórica del grabado, y a su vez eso, te influye sobre la pintura con visión de grabadora.

Pero no se centraría exclusivamente en el aguafuerte.

No. Comencé con la xilografía, que en principio es una técnica más sencilla puesto que grabas directamente con la gubia sobre la madera. Es un buen modo de acostumbrarte a trabajar con las planchas, en las que ves de un modo y luego ver el resultado, al revés, en la estampa. Después ya te metes en el aguafuerte con los tiempos de mordida, entintados, tipos de estampación... es un sistema un tanto más complicado.

Quizás el aguafuerte es ¿más preciosista?

Se puede prestar a ello pero, a mi, es que no me gusta nada, todo ese mundo que se genera, casi como de “cocina”, en torno al grabado. El oficio es el lenguaje y es necesario dominarlo, pero cuando alguien se queda en el oficio... eso ya no me interesa.

El barco azul. 1985-1986.

Museo de Bellas Artes de Bilbao.

Y ¿qué quiere comunicar?

Desde que empecé me gustó mucho trabajar por temas que me interesan, y ahora que lo pienso me gustaba muchísimo, desde pequeña, mirar todas estas estampas que adornaban los libros, seguramente de ahí me venga ese gusto por el grabado.

¿Cómo escoge sus temas?

Me vienen a la cabeza. Más que temas, historias que contar, me interesan las figuras y los ambientes; no tanto los relatos... pero también me interesan. Un trabajo con el que disfruté enormemente fue uno sobre las poesías de San Juan de la Cruz. Lo que hacía era leer los poemas y más que entrar en los temas que son bastante herméticos, me metía en un ambiente y trabajaba la imagen que me sugería ese poema.

¿Cuándo llega a la pintura?

En realidad, siempre he compaginado las otras técnicas con la pintura. Dentro de la pintura, a mi me gusta hacer lo más sencillo posible, pero a veces lo más sencillo requiere de un gran conocimiento, hay que saber bastantes cosas. Una cosa sencilla por ejemplo es empezar con una buena base en el lienzo, y aquí esto se hacía fatal. En Holanda sin embargo aprendías a hacer unas bases maravillosas. El cuadro, tal y como yo lo percibo, se comienza a pintar desde la preparación. Es muy importante una buena base porque de ella dependen la luminosidad de los colores, el trazo, el cómo lo puedas hacer.

¿Era muy diferente el planteamiento académico Holandés del Español?

Sí. A nivel de técnica en pintura eran mucho más meticulosos y acudí a muchas asignaturas en las que aprendías muy bien la técnica. De todos modos, yo estaba centrada sobre todo en grabado, y también había diferencia; para empezar había muchísimos más tipos de papel, y pude conocer algunos que aquí ni se habían visto, porque aquí sobre todo estaba el Arches que traían de Paris pero poco más. Lo que está claro es que la tradición de hacer las cosas bien hechas estaba muy enraizada en Holanda, y aquí...

Tras la beca de Holanda ¿qué hizo?

En esa época viajé bastante, estuve en Noruega, en Bélgica, en París... y luego me casé en Bilbao, pero nos fuimos a París un par de años. Después tuve un hijo y volvimos unos años a Bilbao, a Madrid, a Leioa, a París.

¿Siempre estudió gracias a las becas?

Siempre he sido muy austera y he utilizado el dinero que iba consiguiendo para poder ir viajando. Piensa que empecé a exponer en el 63 y con lo que iba vendiendo me dedicaba a ir a conocer las cosas que me interesaban, no tenía otros lujos.

El hecho de ser madre, ¿le apartó quizás de la producción artística?

Pues no. He tenido estudio en casa y eso siempre me facilitó las cosas. Pero no dejé ni de exponer ni de hacer mis cosas. Cada cual tiene sus maneras y depende de cómo se plantea uno la vida familiar y la profesional, hará una cosa u otra.

¿Ha trabajado siempre la figuración?

Cuando llegué a Madrid a finales de lo 50, ya estaba el grupo El Paso, y ya se hacía abstracción. En mi generación no hemos luchado contra la abstracción, porque ya estaba hecha. Está claro que luego ha habido y sigue habiendo gente que lo ha seguido haciendo, pero como fenómeno en el mundo ya estaba visto. La nuestra es una figuración elegida. Después de la abstracción que vi en Madrid, me di cuenta de que cualquier cuadro es una abstracción.

¿Realismo mágico, quizás?

Yo no me encasillaría en una cosa así, pero sí que puede ser que haya gente que vea ese mundo imaginario entremezclado con la realidad. A veces vives cosas que parecen sueños, yo no lo separo.

Ha tenido una época de tonos bastantes fuertes en este último tiempo...

Bueno ahora estoy volviendo a los tonos más suaves. (Se ríe). Está claro que al principio sí que pintaba de un modo más oscuro, pero también puede deberse a que utilizaba más tierras, que eran más baratas. De todos modos, casi todos los jóvenes se inician en temas más oscuros, inclusive los escritores que suelen escribir novelas negras en su primera juventud.

Ahora que comenta lo de la juventud, ¿ha tenido usted discípulos?

No. Porque me resulta muy difícil decirle a nadie si esto o aquello está bien. Una vez di un curso en Arteleku y otro en Eibar. Y me quedé exhausta en las dos ocasiones. Me cuesta muchísimo afirmar las cosas de manera tajante, me seca mucho.

¿Y cómo ve el panorama de jóvenes artistas en Euskadi?

Creo que está saliendo mucha gente. El clima de ahora es muy abierto y creo que se están haciendo cosas interesantes. Una cosa que me gusta mucho es que se pueden montar exposiciones en la casa de cultura de un pueblo de un modo muy digno, muy bien. Hay un nivel muy bueno ahora. Creo que en el Pueblo Vasco ha habido siempre una sensibilidad muy fuerte. Es un pueblo que ha dado mucho arte, y además bueno y variado.

Ha pensado que aquí hay un gigante. 1967.

Museo de Bellas Artes de Bilbao.

¿Y qué disciplinas cree que predominan?

Creo que las barreras entre unas disciplinas y otras se van fundiendo. Es normal que vayan saliendo nuevas maneras de expresión. Yo tengo claro que si me apetece pintar, pinto y si quiero hacer una escultura, la hago.

¿Qué nos cuenta de la creación de Mari Jaia? ¿Cómo surge?

Pues no lo sé muy bien. No soy una persona de fiestas, soy bastante aburrida y la diversión no me hace mucha gracia. Lo que pasa es que en los irrepetibles años 70 conocí a la gente que estaba en la comisión de fiestas de Bilbao y me pidieron de manera secreta que creara un personaje que la comisión regalase a las fiestas. Pero sin más, es una cosa anecdótica que curiosamente, como a la gente le gusta la diversión, ha quedado contra todo pronóstico.

Un sueño: No tener la violencia tan presente, es algo que me mortifica mucho. Aunque no sé si es factible.

El mejor regalo: Poder levantarme cada mañana y venir al estudio. Mari Puri Herrero (Bilbao, 1942) Una de los artistas vivos más renombrados de la escena vasca, se mantiene en activo tras más de cuatro décadas de carrera. Pintora vizcaína, nacida en Bilbao, el 10 de diciembre de 1942. Estudió pintura con el profesor don Ascensio Martiarena, ampliando sus conocimientos en la Academia del Círculo de Bellas Artes de Madrid en 1958. Su primera exposición individual fue en la Sala Illescas de Bilbao en 1963. Residió dos años en Holanda con una beca y en 1966 fue premiada conjuntamente por la Diputación Foral de Vizcaya y el Gobierno de Holanda por mostrar y enseñar sus conocimientos de pintura y grabado en la Academia Rijks de Amsterdam. Estuvo en Paris de 1969 a 1971. Ha celebrado varias exposiciones personales y sobresale su personalidad por el amplio conocimiento que tiene de las técnicas de aguafuerte, serigrafía y xilografía. En Bilbao ha participado en no pocas actividades artísticas -fue miembro de la junta del Museo de Bellas Artes-, realizó la Mari-Jaia, la imagen dueño de las fiestas de Bilbao.

1El grabado es una técnica artística en la que existen dos elementos fundamentales, la matriz que es el objeto que se graba y la estampa, el resultado de estampar la matriz entintada sobre un soporte. La matriz del aguafuerte solía hacerse sobre cobre, un material bastante dúctil que produce unas imágenes muy interesantes. EL problema de la matriz de cobre es que a medida que estampamos vamos “aplastando” el metal y los surcos grabados. De este modo, poco a poco, la imagen que queremos estampar se va desgastando hasta desaparecer en alguna zona. Es por ello que Mari Puri Herrero especifica que las series que hizo con las planchas de Ricardo Baroja fueron “muy cortitas”.
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