Usted afirma que Einstein es “un rebelde con causa”. ¿Por qué?, ¿Cuál es la causa?
La causa es que él fue una persona muy disconforme con muchas estructuras sociales con las que se encontró. Estuvo disconforme con la estructura escolar, con el régimen muy militarizado de la Alemania que le tocó habitar en su juventud, y también fue rebelde con la propia forma de proceder de la ciencia. Encontró suficiente justificación en sí mismo para rebelarse contra bastantes cosas.
¿Por ejemplo?
Abandonó el Instituto al que asistía sin haber terminado los estudios secundarios. Él vivía en Alemania y sus padres, sin embargo, habían emigrado a Italia. Así, se presentó en casa de sus progenitores provocándoles un gran disgusto. Cuando tenía 17 años renunció a la nacionalidad alemana para convertirse en ciudadano suizo. Le costó algunos años llegar a ser ciudadano suizo, pero la rebeldía fue considerable. Que una persona de 17 años decida que no quiere ser alemán es algo muy significativo.
¿Se puede afirmar que Einstein tenía una conciencia política definida?
Si quisiéramos situar ideológicamente a Albert Einstein, deberíamos situarlo afín al socialismo. Esa sería su situación ideológica, pero lo que realmente tenía era una conciencia social bastante desarrollada. Era una persona que no soportaba la injusticia, el militarismo, el proceso por el cual el sistema político alemán se fue consolidando como un sistema rígido, dictatorial y muy duro. Por supuesto, tampoco soportaba la injusticia a la que fueron sometidas personas y pueblos enteros como el pueblo judío.
Tampoco fue un investigador al uso...
No, fue muy peculiar. En aquellos años (nació en 1879) ya se empezaba a acuñar una forma de investigar basada en consultar revistas científicas o en pequeños equipos de trabajo. Él, sin embargo, fue una persona muy aislada que trabajó mucho por su cuenta. Tampoco acostumbraba a consultar revistas científicas, aunque sí fue un devorador de libros clásicos y de las obras fundamentales de su tiempo. Pero no fue un investigador al uso. También fue rebelde como investigador, alguien muy solitario. En una descripción que hizo del él mismo decía que siempre fue una persona solitaria, de la que todo el mundo sabía su nombre pero de la que pocos sabían lo que era y lo que hacía.
¿Es Albert Einstein el científico más famoso del mundo?
No ha habido un científico tan famoso como él jamás en la historia, porque su fama ha trascendido con mucho a lo que es la propia ciencia. Esta fama puede ser, en primer lugar, porque era una persona peculiar, un personaje muy atractivo desde el punto de vista científico, porque planteó unas teorías atrevidas. Esta puede ser la primera razón. Esto es lo primero que hay que decir de Albert Einstein; que fue un gran científico. Fue un gran pensador, a él le gustaba mucho pensar. Decía que lo que le gustaba era aislarse para pensar. Por otra parte, hay que tener en cuenta su forma de comportarse socialmente, su poco convencionalismo social... Nunca intentó hacer una carrera docente, como es habitual en un profesor de bachillerato, lo que él en principio quiso ser, o en un profesor de universidad. Y, a parte de todo esto, era peculiar su propia presencia. Esa forma de vestir, la cara, el pelo tan distinto a lo que habitualmente era un personaje público. Estos rasgos llamaron mucho la atención en aquella época.
¿Cuáles eran sus virtudes más destacables?
Yo creo que la virtud más destacable es la gran curiosidad que tuvo siempre. Era un hombre muy curioso. Le gustó mucho saber. Creo que esto fue algo fundamental en su vida. Él decía que había que tener “hambre del alma”, “ganas de saber”. Y esas “ganas de saber” le llevaron a trabajar mucho, a estudiar mucho, a ser un gran trabajador. Esto le costó parte de su salud, porque trabajo muchísimo. Einstein con Niels Bohr (1885-1962) por las calles de Bruselas, 1927.
¿Y sus flaquezas?
Desde el punto de vista de la disciplina social supongo que un defecto podría ser su forma arbitraria de comportarse. Como profesor, por ejemplo, no le gustaba tener alumnos. Le gustaba mucho la investigación, le encantaba trabajar en su despacho o estudio, disfrutaba mucho pensando o reflexionando, pero no quería tener alumnos. Hubo muy pocos alumnos a lo largo de su vida. Por ejemplo, nunca dirigió una tesis doctoral. Recomendó muchos trabajos a los jóvenes que se acercaban a él, pero jamás tuvo alumnos directos. Tuvo muchos ayudantes. En matemáticas, cuando trabajaba en la teoría general de la relatividad, necesitaba una matemática un poco más potente que la que necesitaba la teoría especial, y necesitaba a alguien que le ayudara en las matemáticas. Siempre tuvo un asistente, él le llamaba “mi matemático doméstico”. Pero tuvo los menos alumnos posibles. Si quisiéramos hablar de flaquezas humanas, sí tuvo una cierta tendencia hacía el sexo femenino. Hecho que le hizo ser bastante inestable en su propio matrimonio. Esa es una de las cosas que al final de sus días envidiaba de alguno de sus amigos que había conseguido una estabilidad afectiva hasta la muerte.
¿Qué aspectos de la vida y obra de Albert Einstein le resultan más fascinantes a Antonio Moreno?
Mi relación con Einstein es muy curiosa. Yo nací en un pueblo de La Mancha, en Alcázar de San Juan. Mi familia era muy humilde, en casa nunca había libros. Pero había una especie de sobres sorpresa, y en esos sobres sorteaban biografías de personajes muy distintos. Una de esas biografías era la de Albert Einstein. Yo entonces tendría diez o doce años. Esa fue la primera referencia que encontré sobre este personaje. Me leí el libro aunque no entendí absolutamente nada, pero me fue interesando hasta tal punto que llegué a acumular mucha documentación sobre el personajes. Documentación que ha llegado a ser objeto de material de exposiciones: anuncios que han hecho con su imagen, distintos usos de su nombre... Infinidad de curiosidades además de los libros propiamente dichos.
¿Qué tienen las Ciencias Físicas para haber decidido dedicarles toda una vida? ¿Dónde está la satisfacción?
Yo creo que la satisfacción está, en primer lugar, en ejercitar el pensamiento. Esa actividad de pensar sobre algo, de concentrarse sobre algo, de hacerse preguntas, de encontrar respuestas, de ir enlazando unas respuestas y preguntas con otras. Luego, y concretamente desde el punto de vista de las Ciencias Físicas, están las preguntas cómo ¿Qué es la naturaleza?, ¿De qué están hechas las cosas?, ¿Cómo es el Universo?... Es como escarbar en los misterios y eso es muy atractivo. También puede resultar decepcionante, pero el gran científico no se amilana con los fracasos. De los fracasos también se aprende. Algunos científicos llegaron a decir que los descubrimientos reales llegaban después de haberse equivocado todas las veces posibles. Einstein, por ejemplo, se empeñó en una teoría, la teoría del campo unificada, que no consiguió. Fue un gran fracaso que le costó unos cuantos años. Tampoco aceptó el principio de mecánica cuántica que todo el mundo aceptaba, lo que también supone un cierto fracaso en su carrera científica. Y es que, cuando el científico conoce a fondo su biografía personal y científica se da cuenta de que es una persona con un pocos éxitos y muchos fracasos. Con el caustro de la Facultad de Ciencias de la Universidad Central de Madrid, en el "viejo caserón de la calle San Bernardo", 1923.
¿Cree que en la actualidad la ciencia se difunde lo suficiente y lo suficientemente bien entre los ciudadanos?
Yo creo que habría que hacer algo más. Creo que el tratamiento de la ciencia, incluso desde la escuela, necesita mejorar. Hace falta hacer un esfuerzo mayor para hacer la ciencia más atractiva. La ciencia es atractiva, pero la física y la química, por ejemplo, desde las teorías y los problemas, las hacen terriblemente aburridas para el estudiante. Este enfoque hace que los jóvenes vean las ciencias exactas como algo verdaderamente raro y distante, y no es así. Cualquier artilugio que uno quiera usar está lleno de ciencia, la proximidad es demasiado latente. Pero no hemos sabido reconocerla, hacer que la gente vea que la ciencia es algo con lo que estamos conviviendo diariamente. Con Ramón Pérez de Ayala y Abraham Yahuda que trasladaron a Einstein la decisión del gobierno republicano de crear una cátedra para él en la universisdad Central de Madrid, 1933.
¿El científico es vocacional? ¿Cree en el talento innato de los genios? Como en todo, creo que un chispazo sí hay que tener. En cualquier cosa en la que una persona es capaz de destacar, algo tiene que le hace salir por encima de los demás. Pero ese algo hay que fomentarlo sobre todo con trabajo. En cualquier caso hay que trabajar. Y hay que trabajar mucho y con muchas ganas. El científico puede tener inicialmente unas condiciones personales de inteligencia quizá superiores a lo que pueda ser la media. Pero básicamente, lo que tiene que tener es unas ganas tremendas de trabajar y de estar constantemente buscando respuestas a la cantidad de preguntas que uno se hace para que realmente llegue a ser un genio. Antonio Moreno González Nació en Alcázar de San Juan (Ciudad Real). Es Maestro Nacional de Primera Enseñanza, Doctor en Ciencias Físicas y Profesor Titular de Didáctica de las Ciencias Experimentales en la Facultad de Educación de la Universidad Complutense. Autor de libros de texto para la Educación Primaria y Bachillerato, y de artículos sobre enseñanza de las ciencias e historia del física. Director de la colecciones de biografías editadas por Nivela Libros y ediciones “Científicos para la Historia” y “Novatores”. Miembro de comités editoriales de Vida Escolar, Revista Española de Física, Science & Education, Anales de la Real Sociedad Española de Química, Revista de Educación. Miembro de comités científicos nacionales e internacionales. Director Escolar, Asesor científico del Ministerio de Educación y Ciencia, de Expo 92 y de la Dirección General de Investigación de la Comunidad de Madrid para la coordinación de las universidades madrileñas en las Ferias y Semanas de la Ciencia, Director de la Escuela de Magisterio “María Díaz Jiménez”, Coordinador del programa de doctorado del Departamento de Didáctica de las Ciencias Experimentales, Vocal de la Comisión Permanente del Consejo Escolar del Estado. Medalla de Honor de la Universidad Complutense, Medalla Alessandro Volta en el Bicentenario de la invención de la pila (1999). En la actualidad es Director del Instituto Superior de Formación del Profesorado perteneciente al Ministerio de Educación y Ciencia. Ha dirigido e impartido cursos de formación del profesorado de EGB y de Educación Secundaria en múltiples centros docentes y en cursos de verano nacionales e internacionales. Ha sido partícipe en proyectos de investigación subvencionados relacionados con la enseñanza de las ciencias, la historia de la ciencia y la educación científica en España, la investigación histórica y su aplicación a la enseñanza, análisis de libros de texto y el inventario de material científico existente en la Universidad Complutense de Madrid. Selección de publicaciones: ARTÍCULOS: - Progreso, secularización e instrucción pública - La formación de profesores de ciencias en España: historia de una frustración - El profesorado y la dimensión europea - La Junta para la Ampliación de Estudios e Investigaciones Científicas: la vida breve de una fundación ahora octogenaria - Science in quarentine: Academic Physics in Spain (1750-1900) - La España finisecular del XIX: ciencia, política y cultura. - La Sociedad Española de Física y Química: una institución para la regeneración patria. - La historia de la ciencia: ¿saber útil o curioso complemento? - La Física en los manuales escolares: un medio resistente a la renovación - “Weighing” the Earth: a Newtonian Test and the Origin of an Anachronism - La física de los quanta en España LIBROS: - Aproximación a la física: una historia de visionarios, rebeldes y creadores - Una ciencia en cuarentena. Sobre la historia de la física en España desde la ilustración hasta 1900 - José Rodríguez Carracido - La Física Moderna (en Historia dela Ciencia y de la Técnica en la Corona de Castilla)