Carmen Mijangos Ugarte. Química: Gracias al esfuerzo personal puedes conseguir lo que quieras, sin avasallar al de al lado

2010-03-19

SALABERRIA, Urkiri

Carmen Mijangos es una Mujer que posee una belleza atemporal, intangible y contagiosa. Desde bien joven se apasionó por lo que hace. Su “energeia” se transmite a través de sus gestos, de sus textos, de sus miradas, de sus palabras.

He leído que a los catorce años se enamoró.

(Se sonríe) Nunca se me olvidará. Estaba en quinto de Bachiller, allí estaba la última lección de química, lección 25: El mundo de los plásticos. Empezaba a hablar de “la Era de los Plásticos” y recuerdo que me encantó, pero nunca llegamos a ver esa lección y a mi aquello no se me olvidó.

Entonces...

Tengo la suerte de ser de la primera promoción de Químicas de Lejona. En aquella época vino un profesor que había estudiado con un Premio Nóbel de polímeros, así que conocí ese mundo de primera mano y supe que ese era el mundo que yo quería.

¿Quizá en casa tiene algún antecedente que le hiciera inclinarse hacia las ciencias?

(Se ríe) ¡Para nada! Somos cuatro chicos y tres chicas. Yo soy la segunda, la primera de las chicas. Mi padre era empresario y mis hermanos más cercanos estudiaban todos Económicas en Deusto... así que yo no podía hablar con nadie sobre lo que estudiaba. Cuando mi padre vino a la defensa de mi Tesis Doctoral (se ríe) seguramente pensó... “pero si tengo una hija lista” ¡Claro, como nunca hablaba en casa de lo que hacía...!

¿Pero tuvo el apoyo de su familia a la hora de escoger su carrera?

Mis padres siempre fueron claros en el sentido de que nuestra herencia era la formación, así que todos hicimos carreras y los veranos íbamos a Francia y a Inglaterra para aprender idiomas, algo bastante pionero en aquellos años. Cuando queríamos algo teníamos un sistema muy interesante de co-financiación, para libros, para viajes... Es decir, nosotros teníamos que aportar una pequeña parte. Es curioso que, a día de hoy, sea el mismo sistema (en otro entorno, por supuesto) que llevamos en el mundo de la investigación.

Hemos hablado de su familia de origen, y usted, ¿ha creado su propia familia?

No. No me ha dado tiempo para todo. Ten en cuenta que yo soy la primera mujer que ha hecho la carrera científica en mi instituto de investigación. En aquella época suponía tener que irte al extranjero, trabajar muchísimo y no era sencillo; te diría que no era compatible. Y seguramente no encontré a la persona oportuna en el momento oportuno. De todos modos, estoy rodeada de hermanos, hermanas y sobrinos y los apellidos de la familia no corren peligro.

Entonces, ha vivido en primera persona la dificultad para compatibilizar la vida profesional y la familiar...

Pues, si. He tenido compañeras, hablo de hace 30-35 años, que se casaron y tuvieron que abandonar la carrera investigadora. No había ninguna facilidad/oportunidad para las mujeres que formaban una familia.

A nivel de temas de “igualdad de oportunidades” creo que debiéramos comenzar por poner normas en nuestra propia casa. En mi tiempo no existía ningún tipo de facilidades, creo que ni tan siquiera se mencionaba la cuestión de “igualdad”. Yo reconozco que me hice un hueco entre mis compañeros a base de carácter.

¿Y actualmente?

Yo te puedo hablar del mundo de la ciencia, en el que el ritmo es bastante fuerte. A nosotros nos sucede que normalmente nos miden por la producción de los últimos cinco años, y claro, cuando una mujer es madre, es normal bajar el ritmo profesional al menos durante unos años. Es imposible mantener los mismos ritmos, por eso lo que se está estudiando es valorar de otra manera esos años... porque si hasta la fecha los hijos solo los tienen las mujeres y la sociedad necesita hijos... algo hay que arbitrar. (En sottovoce)... todavía no hacemos niños en los laboratorios (Nos reímos).

Bien, ¿y para qué sirven los plásticos?

Sirven para casi todo. Toda nueva tecnología, desde el avión supersónico y el tren de alta velocidad a las pequeñas baterías para teléfonos móviles, pasando por la optoelectrónica, los nuevos implantes quirúrgicos y los nuevos tejidos sintéticos, necesita del desarrollo de un conjunto amplio de materiales con propiedades muy específicas. Sin la investigación y el conocimiento de nuevos polímeros (plásticos en su acepción más popular) estas tecnologías no podrían desarrollarse en el futuro y, ni tan siquiera, imaginarse (en el n.º 500 de Euskonews ya escribí un breve resumen sobre el futuro de los polímeros).

De momento no sirven para crear seres vivos, pero teniendo en cuenta que todos los organismos están compuestos de células y éstas de macromoléculas y teniendo en cuenta que la forma de estudiar en las diferentes disciplinas es cada vez más parecida, a pesar de que el origen de unos y otros sea distinto, seguramente llegaremos a converger en cuanto a metodologías de estudio y fenomenologías.

¿Es cierto que el DNA es un polímero?

(Rotunda) Sí, sí, sí. La definición que nosotros damos de polímero es “muchos meros”, es decir, muchas unidades. El DNA es un polímero de origen biológico.

¿Y podrían ustedes hacer moléculas de DNA en sus laboratorios?

No, nosotros hacemos lo que en lenguaje coloquial se denominan plásticos. Lo que nosotros trabajamos en nuestros laboratorios son monómeros y otras unidades pequeñas que proceden del petróleo. Hacemos crecer estas moléculas, mediante un método que se llama polimerización, y conseguimos así moléculas más grandes o polímeros.

Pero es suficiente con ir a un supermercado para comprobar que hay infinidad de variedades de plásticos.

Eso es lo bueno que ofrece el petróleo. En lo que respecta a la síntesis de plásticos existen limitaciones, sobre todo a la hora de construir materiales que puedan soportar altas temperaturas, pero las variaciones que te permiten hacen que puedas fabricar materiales casi a la carta.

Estamos hablando de la química del Carbono, pero existen otros elementos... como el Silicio.

Efectivamente. La química del Silicio es la química de los chips, de las placas fotovoltaicas..., pero es menos abundante y más cara. Por ello se está trabajando para que los polímeros puedan en un momento determinado ser utilizados en esos campos.

A parte del petróleo, ¿se están investigando otras fuentes que suministren monómeros necesarios para crear plásticos?

Sí, hoy en día se está trabajando mucho por compromisos sociales y gubernamentales que tenemos. Es decir, tenemos la obligación de devolver a la naturaleza aquello que en un momento determinado hemos utilizado en unas condiciones semejantes a las que las hemos encontrado. Por ejemplo, los polímeros debiéramos de reciclarlos totalmente antes de devolverlos a la naturaleza y esto es en ocasiones harto complejo. Por eso se están buscando fuentes renovables, como pueden sen las fibras de origen vegetal y animal. En concreto, las fibras de origen vegetal tendrán mucho desarrollo en el futuro. Sucede que hoy por hoy son difíciles de procesar, pero eso es cuestión de investigar.

Pero ¿no resulta un poco “inmoral” hacer bolsas con patatas, cuando hay personas que no tienen qué comer?

Por supuesto. Ni yo, ni nadie entenderíamos que por usar fibras vegetales se dejase a nadie sin comer. Que yo sepa, eso no ha sucedido, aunque sí tengo noticia de que en algún momento algún agricultor haya preferido vender su plantación a las multinacionales en lugar de destinarla al consumo humano. Pero creo que la ciencia no tiene nada que ver en ello.

Está claro que la investigación en ciencia no es “per ser” ni buena ni mala, no tiene connotaciones éticas. Pero quizá tengan ustedes algo que decir sobre el uso que se hace de los avances de la ciencia.

Me alegro de que me comente este tema, porque el Consejo (Consejo Superior de Investigaciones Científicas - CSIC) acaba de crear el primer comité de ética al que me han invitado a formar parte. En este comité hemos redactado un protocolo, o código de buenas prácticas para el investigador; aún es un borrador pero en breve saldrá a la luz pública y supongo que será susceptible de desarrollarse hacia compromisos mayores. Queda claro que la ciencia ni es buena ni es mala, es decir, tiene que ser objetiva, pero nosotros como investigadores, como consejo, debemos evitar entrar en proyectos de investigación que vayan en contra de la sociedad.

Como por ejemplo...

Bombas atómicas, herramientas que faciliten los holocaustos, armas químicas...

Y qué sucede con lo contrario, con los avances de la ciencia que favorecen las mejoras sociales; me refiero al mundo de las patentes.

El mundo de las patentes es un mundo complejo pero intentemos comprenderlo. Muchas veces, en investigación se trabaja con recursos procedentes de empresas privadas y se nos pide que las aplicaciones que nosotros desarrollemos tengan una rentabilidad. La cuestión de que se haga un descubrimiento beneficioso para la sociedad y éste no se propague de modo que el beneficio se socialice, sería muy triste. Siempre pensamos en el mundo de la medicina, pero podían ser también temas como la informática... No sé exactamente en qué términos, pero sí hay cuestiones en las que todos estamos de acuerdo que no se pueden desarrollar patentes.

Retomemos un tema que ha salido al inicio de la entrevista. Fue usted una de las mujeres de la primera promoción de químicas de la UPV-EHU. ¿Cómo se vivió en aquella época ser de las primeras promociones de la Universidad Pública?

Bueno, lo cierto es que cuando yo terminé el bachiller no se había creado la UPV/EHU y no existía, por tanto, la facultad de Químicas, sino que Químicas se estudiaba “libre” en Deusto que es donde empecé la carrera. El problema era que para examinarnos nos teníamos que ir a Zaragoza y, en aquella época, las comunicaciones no eran como las que hay hoy en día, y aquello era bastante desmadre. Además de que te tenías que meter en un tren durante unas ocho horas para llegar al examen, en una ocasión recuerdo que todos los que íbamos de aquí íbamos con la idea de examinarnos de geología y nos plantaron un examen de matemáticas. Así que cuando se decidió que en la UPV-EHU se iba a impartir la carrera de químicas, mi padre fue el que me aconsejó, muy bien aconsejado por cierto, que me pasara a la pública y fue así como salí en la primera promoción.

Y ¿cómo vivió el cambio?

El primer año, como llevaba casi todo aprobado, igual me aburrí un poco. Además, estábamos en “botica vieja” y teníamos todos la mente en las nuevas instalaciones que se estaban construyendo. Así que los primeros años los recuerdo como un colegio pequeño, puesto que no había espacios para la interacción, ni tan siquiera una cafetería. Pero cuando fuimos a Lejona, resultó que teníamos tanto espacio que nos perdíamos. (Se ríe) La verdad es que me tocó una época preciosa porque hacíamos huelgas por todo: por Vietnam, porque no teníamos autobús, porque no había comedores... Para decidir se hacía uso del sistema asambleario, en el que votábamos conjuntamente todos los alumnos, desde los de primero hasta los de quinto. Y claro, yo tenía unas ganas tremendas de acabar la carrera y veía que con tantos problemas que hay en el mundo por solucionar pues nunca iba a poder terminar.

En aquella época quizá no lo entendía, pero hoy en día me doy cuenta de la gran importancia que tuvo todo ese movimiento, porque fue precursor de lo que unos años más tarde se repitió en la sociedad, y porque en esos momentos de vuelco de la sociedad, los estudiantes tenían mucho que decir.

¿Y qué sucede con los estudiantes actuales? ¿Están dormidos?

(Asintiendo con el gesto) No he sido madre, pero me da la sensación de que los padres y madres de hoy en día (los de mi generación), sobreprotegen demasiado a sus hijos e hijas. Está claro que la sociedad de entonces no era tan peligrosa como la actual, pero quizá en aquella época nos dejaban más libres. Nuestra generación podría definirse por ser una generación que tuvo que pelearse todos sus derechos y libertades. Sin embargo, la generación actual cuenta con todos los derechos, por el hecho de nacer en una democracia, y creo que tienen todos los medios a su alcance. Igual también, los padres y madres quieren tener a sus hijos e hijas cerquita, que no se les vayan por ahí...

Lo que si hay también muchísimos jóvenes muy bien preparados y solidarios.

¿Quizá se está perdiendo la cultura del esfuerzo?

Ayer mismo estuvimos hablando de este tema. Resulta que la cultura del esfuerzo se está viendo como una cuestión peyorativa y yo creo que hay que inculcarla nuevamente como un valor. Es decir, aquí no se consigue nada sin esfuerzo. Estábamos hablando sobre temas referentes a la Universidad y lo que nos planteábamos era que si en el mundo de los deportistas, pongamos ciclismo, atletismo, natación..., todos tenemos asimilado que hace falta un grandísimo esfuerzo para llegar a la meta esfuerzo, esfuerzo, esfuerzo... ¿por qué no se le va a exigir al estudiante que para acabar una carrera ha de esforzarse? Nos tenemos que mentalizar de que todo es con esfuerzo hoy en día, y no debe ser algo peyorativo sino al revés, gracias al esfuerzo personal, puedes conseguir lo que quieras, sin avasallar al de al lado. El mundo de la investigación

“En tiempos de bonanza económica tenemos pocos becarios, porque muchos universitarios comienzan a trabajar nada más acabar sus carreras. En ese sentido, las crisis hacen aumentar el interés de los estudiantes por la investigación, porque hay menos salidas laborales”.

“Una tesis puede ser el mayor reto personal que puede plantearse un estudiante”.

“Hoy en día es fundamental todo el trabajo de gestión, coordinación y dirección de proyectos que se genera en torno a nuestra actividad investigadora, aunque, a veces, no se valora mucho”.

“De los jóvenes aprendo muchísimo. Me gusta que los jóvenes me planteen problemas, retos y que exijan: ¿por qué no hacemos? ¿Por qué no conseguimos?...”.

“Falta un escalafón en la formación de futuros investigadores y es en los institutos. Es en Bachiller cuando los jóvenes comienzan a plantearse su futuro y qué van a ser el día de mañana. Tenemos que incluir al profesorado preuniversitario en la cadena del conocimiento”.

“Los investigadores tenemos que esforzarnos para divulgar, para transmitir nuestra actividad. En ese sentido, el congreso Atom by Atom que se celebró en Donostia el año pasado estuvo muy bien. La sociedad nos paga y tenemos que devolverle su esfuerzo”. Jakiunde

“Para mi ha sido un grandísimo honor y reconocimiento. Cuando me llamaron para proponérmelo, no acaba de comprender el motivo de la llamada, y cuando vi entorno a mi nombre los nombres de una serie de personas famosas, del mundo de las letras y de las ciencias, y me repitieron que era para ser académica la verdad es que lo agradecí muchísimo.

El nivel que tiene esta Academia es altísimo, por lo que me siento honradísima. Ser académica es un gran reconocimiento.” Carmen Mijangos Ugarte (Bilbao, 1949) Es Profesora de Investigación del Instituto de Ciencia y Tecnología de Polímeros del CSIC (Consejo Superior de Investigaciones Científicas). Ha creado y es leader del grupo NanoFunPoly&Gels Polymer design by Nanostructuration, Gelification and Modification. Ha realizado estancias en centros internacionales y nacionales. 2 años en el CNRS (Lyon y Estrasburgo) 1 año en la Universidad del País Vasco y 1 año y tres meses en la UPC, Barcelona. Ha publicado cerca de 200 artículos y capítulos de libros. Es líder de 26 proyectos de investigación (9 proyectos europeos) y de 9 contratos de investigación con compañías multinacionales. Tiene 4 patentes nacionales más 1 patente europea (la primera patente CNRS-CSIC, 1984). Ha sido Chairperson de tres Congresos Internacionales. Además, ha sido invitada a dar conferencias y ha sido miembro de International Advisory Committees en 80 ocasiones. También ha presentado 100 comunicaciones orales y posters en congresos internacionales. Ha dirigido 11 tesis doctorales, dos recibieron importantes premios y es directora de 12 diplomas de estudios avanzados y masters europeos. También ha supervisado a 9 estudiantes postdoctorales y 16 postgraduados. Ha impartido más de 30 cursos invitados en Universidades de España, Italia, Francia, Ecuador, Perú, Guatemala, Cuba, Méjico (Puebla), Costa Rica, Colombia. Ha sido Directora del Instituto de Ciencia y Tecnología de Polímeros, 1996-2001, del Máster de Alta Especialización en Plásticos y Caucho y de la Revista de Plásticos Modernos, 1996-2001. También ha sido Gestora del Programa Nacional de Materiales del Ministerio de Ciencia e Investigación, 2000-3. y Coordinadora del Área de Ciencia y Tecnología de Materiales del CSIC, Set 2004-junio 2008. Es Miembro de distintas Comisiones Científicas nacionales y europeas: Su labor investigadora y de gestión ha recibido distintos reconocimientos: Académica de número de la Academia Vasca de Ciencias, artes y letras (Jakiunde), abril 2009; Miembro del Primer Comité de Ética del CSIC, 2008-; Placa de Honor 2004 de la Asociación Española de Científicos, Primer Premio Ciencia en Acción, Año 2008, “Nuevos materiales en la sociedad del siglo XXI”, entre otros.
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