Gonzalo Sáenz de Samaniego. Consejero en funciones de Agricultura y Pesca del Gobierno Vasco: Cotitularidad en las explotaciones y reconocimiento social son nuestros próximos retos para las mujeres rurales

2005-06-10

DIAZ DE MENDIBIL, Ismael

El 51% de los municipios de Euskadi son rurales, ocupan el 59% de la superficie, y sólo representan el 4,6% de la población. Aun así, su importancia no reside en el número, sino en la labor que realizan a la hora de vivir en un país equilibrado. Es ahí donde el papel de las mujeres rurales se convierte en fundamental. En total, son alrededor de 55.000, y de ellas hablamos con Gonzalo Sáenz de Samaniego.

¿Qué debemos entender por mujer rural? ¿Hablamos de la mujer que vive en el campo o de la mujer que vive del campo?

De la mujer que vive en el campo. Hoy en día cuando hablamos del mundo rural, tenemos que contemplar que no toda la sociedad que vive en el mundo rural, vive del sector agrario. Cada vez hay una mayor dosificación económica, que es positiva, y cada vez hay más sectores productivos que están dentro del mundo rural. Por lo tanto, hablar del mundo rural no es solamente hablar del mundo agrario.

El 36% de las mujeres rurales tienen algún trabajo remunerado fuera del hogar. Prácticamente el mismo porcentaje que en el medio urbano.

Sí, a pesar de las dificultades que entraña vivir en un núcleo rural (movilidad, en algunos casos falta de diversificación económica...). Esto muestra también la iniciativa que tiene la mujer rural a la hora de buscar salidas. Esa imagen estereotipada de una población retrasada, que no sabe salir de casa..., es falsa. Demuestra que a pesar de las dificultades que tienen se manifiestan de la misma manera que en el núcleo urbano. Ahora bien, cerca del 20% de las mujeres rurales que tienen trabajo remunerado no está cotizando a la Seguridad Social.

¿Y qué porcentaje de mujeres rurales se dedica al trabajo agrario o ganadero?

Un 32%. Por territorios, 41% en Bizkaia, 26% en Gipuzkoa y 23% en Álava. Aun así, sólo un 7% tiene la condición de titular o cotitular de la explotación agraria familiar.

¿Por qué el porcentaje es mayor en Bizkaia que en Gipuzkoa y Álava?

En Bizkaia la mujer tiene mayor presencia a nivel numérico, porque son explotaciones pequeñas y en muchos casos compaginadas con otros trabajos fuera del sector primario.

¿Hay una feria agrícola de mujeres productoras?

Sí, en Ugao-Miravalles. Es el primer domingo de Marzo cuando se realiza y es una iniciativa que fue promovida por la asociación de mujeres del sindicato vizcaíno Landa XXI. Es una feria muy atractiva que se va consolidando.

Así las cosas, aunque el 32% de las mujeres rurales se dedica al sector agrario, sólo un 7% tiene la condición de titular o cotitular de la explotación agraria familiar.

El reconocimiento de la cotitularidad de la mujer es la verdadera clave para que tome peso y la posición que se merece.

Si tienen la cotitularidad, ¿los derechos y las obligaciones son los mismos?

Son los mismos. Yo creo que es la gran clave para que la mujer sea reconocida, y además por justicia.

Pero ese debe ser un paso que ellos y ellas tienen que dar.

Es un paso que ellos y ellas pueden dar, pero lo que nosotros proponemos es que ya por ley todas las explotaciones agrarias donde conviva una pareja sean cotitulares. Este es un compromiso para esta legislatura, y lo incluiremos en la ley de actividad agraria. Significa que tu compañero, tu marido comparta las propiedades contigo. Es un acuerdo voluntario que actualmente se puede dar, lo que pasa es que por inercia la titularidad de la explotación está a nombre del marido. Por ejemplo, en caso de fallecimiento. Al final, tú no eres titular, tú eres cónyuge del fallecido y te corresponde tu parte. La propiedad pasa a tus descendientes, y hay cierto desamparo. Si eres cotitular tienes las mismas obligaciones y los mismos derechos.

¿Y por qué no dan el paso?

Sobre todo por inercia, porque siempre se ha hecho así... Mucho más sangrante es que una mujer que está trabajando en el sector agrario no cotice a la Seguridad Social, y hay un montón. Estamos hablando de pagar 15000 pesetas al mes, como para hablar de la partición de propiedades.

Será la tradición...

Pero no es una visión egoísta. Los papeles son una obligación del marido, no va la mujer. Y es el hombre el que hace el papel, pone su nombre y su DNI. Y al final esa explotación tiene esa titularidad, tiene ese derecho referido a esa persona, a ese hombre. Esto tiene que cambiar. Separaciones, herencias... en muchos casos se quedan indefensas. Además de justo, es lógico, porque la figura de la mujer dentro de la explotación es fundamental. Siempre ha sido un trabajo callado, intenso... Muchas veces la mujer es la verdadera empresaria agrícola y es la que impulsa las inversiones. En resumen, y aunque parezca lo contrario, generalmente trabaja y decide más que el hombre.

Un trabajo poco valorado.

Hoy en día lo que hace falta es, sobre todo, el reconocimiento social de la mujer. Yo creo que ese es el gran reto que tenemos en el futuro. Hay que trabajar en lo que es el reconocimiento público de esa labor, que es una labor callada e indispensable, no solamente por el carácter empresarial de la actividad económica, sino también por el carácter cultural que ello supone, porque sobre todo ha sido la mujer la que ha mantenido el idioma, la cultura, las tradiciones... Si una mujer se queda a vivir en un núcleo rural, con ella se queda su familia.

El Departamento de Agricultura y Pesca, que usted dirige, junto a las asociaciones de mujeres rurales han realizado un estudio sociológico. Según dicho estudio, ¿qué servicios echan en falta las mujeres?

Las mujeres demuestran una mayor sensibilidad y preocupación por el tema sanitario, en el que se están haciendo esfuerzos. Demandan más servicios, sobre todo en ciertas especialidades médicas (ginecología, pediatría, asistencia y cuidado de los mayores...). A su vez, se atisba una preocupación cada vez mayor por la educación en los municipios rurales, exigiendo un servicio del mismo nivel que el de la zona urbana. En tercer lugar, recuerdan las dificultades que tienen los jóvenes para acceder a una vivienda.

Y a pesar de las carencias, ¿quieren seguir viviendo en el medio rural?

Sí. Solo el 8% de las mujeres rurales menores de 40 años quieren irse “a toda costa” del medio rural. La mayoría de las mujeres quieren seguir viviendo en los pueblos. ¿Por qué? Porque aunque queda mucho por hacer, se ha dado una mejora de las condiciones de vida. Los datos nos han sorprendido gratamente.

Pero no es lo mismo vivir en Aia, con servicios y con la playa al lado, que en Bernedo, en plena Montaña Alavesa.

Evidentemente no es lo mismo, pero tampoco tan diferente como parece. Aia tiene Zarautz a diez minutos, pero Bernedo tiene Logroño o Vitoria-Gasteiz a un cuarto de hora, veinte minutos. Tienen bastante similitud. El que opta por vivir en Aia, ha tenido la posibilidad de marcharse a Donostia o Zarautz, y ha ido a Aia. ¿Cuál es la base? Mejorar la calidad de vida. Los municipios de hace diez, quince años tenían muchas carencias, y hoy tenemos las casas que tenemos en los núcleos rurales, que ahí se queden las de Vitoria. Vivir en un pueblo te ofrece otro planteamiento de vida. Yo creo que la calidad de vida de nuestros municipios es bastante satisfactoria, y en muchos casos muy superior a la calidad del medio urbano.

Aún no hemos hablado de las mujeres rurales que son rurales, pero que lo único que hacen en el pueblo es dormir. ¡Vamos!, lo de las ciudades dormitorio trasladado a los pueblos.

Creo que es necesario llevar población a la zona rural, aunque en un principio sean “urbanitas”. Con el tiempo las circunstancias personales, de familia, de hijos, de amistades... les hará solicitar mejoras para el espacio físico que ocupan, que no es otro que el espacio rural.

Volviendo a los servicios, y conociendo las carencias, ¿cómo se va a dar respuesta a las demandas del estudio?

Hay que sensibilizar a otros Departamentos del Gobierno. No podemos olvidar que tenemos una Ley de Desarrollo Rural desde el año 1998 que nos compromete con el desarrollo rural, no solo al Departamento de Agricultura y Pesca, sino a todos los Departamentos. Yo creo que se van dando pasos importantes, sin duda menos de los que el mundo rural quisiera y le gustaría, pero creo que poco a poco esa sensibilidad va calando en el resto de Departamentos. A lo largo de esta legislatura en el área sanitaria se han hecho esfuerzos, en cuanto a desviar especialistas a las zonas rurales, mejoras en las consultas medicas... Ha sido también importante la creación de guarderías de 0 a 3 años en los municipios rurales, con la importancia que tienen para poder compatibilizar la vida laboral y familiar.

Cuando le toca hablar de esto ante otros agentes de la sociedad, o en los mismos Consejos de Gobierno ante el resto de consejeros, ¿son conscientes de que merece la pena el esfuerzo o hay que convencerles por aquello de que esto da pocos votos?

Hombre, yo creo que aunque el convencimiento si que es mayoritario, lo cierto es que la mayoría de las políticas de este país están distribuidas bajo criterios de ratios urbanos. No tenemos que olvidar que la población está donde está, y a pesar de que los núcleos rurales suponen el 60% o 70% de la superficie del País Vasco, la concentración de habitantes está en las ciudades. Por lo tanto, los criterios siempre están pensados y valorados en función del número de habitantes. La experiencia que tengo con los compañeros del Consejo de Gobierno es que sí hay una sensibilidad, sí que se reconoce la necesidad de invertir de forma positiva en el mundo rural, sabiendo que supone un coste. A nivel de Gobierno hay un compromiso claro por apostar por el mantenimiento de los pueblos, entre otras cosas, porque es básico para tener un País equilibrado.

¿Y la sociedad lo tiene claro?

Creo que ahí tenemos que trabajar más. Tenemos que revalorizar la labor que está haciendo en este caso el mundo rural. La sociedad no es consciente de ello, y es ahí donde tenemos que incidir de forma importante en los próximos años. En la medida que seamos capaces de concienciar a la sociedad, más fácil será concienciar a un Gobierno.

¿Reciben alguna ayuda “extra” las titulares de explotaciones agrarias o ganaderas?

Ayudamos principalmente a los jóvenes y a las mujeres titulares. Por ser mujer tienen ayudas públicas para inversiones... Queremos consolidar esos programas, porque así conseguimos dos objetivos. Por una parte, garantizar el mantenimiento de la explotación agraria, y por otra, consolidar la población de un núcleo rural. El servicio de sustituciones también es una demanda que nos han planteado las asociaciones de mujeres. Actualmente, hay un servicio de sustituciones para las explotaciones ganaderas, sobre todo para sustituir periodos cortos (vacaciones, bajas... del titular de la explotación). Superados los primeros recelos, porque dejar el ganado no es un tema baladí, lleva ya funcionando seis o siete años. El servicio de sustitución cada vez se está consolidando más.

¿Cómo se ha puesto en practica? ¿Mediante una bolsa de trabajo?

En muchos casos es un trato personal: “Coge 15 días de vacaciones, y cuando vengas tú, me voy yo”. Además, hay una bolsa de trabajo de la que se tira, en caso de enfermedades, vacaciones... es ahí donde ahora queremos contemplar la maternidad y la paternidad.

¿El sistema agrario cubre las bajas por enfermedad? ¿Es similar a lo que conocemos como autónomos?

Es diferente. El Régimen de la Seguridad Social agraria, por ejemplo, no tiene bajas, no tiene derecho a paro... Sin embargo, los autónomos sí tienen derecho a paro, tienen bajas... La Seguridad Social agraria, pagando un plus especial, sí que tiene derecho a una indemnización por baja, pero son cantidades bastantes irrisorias. Es cierto que hace tres años el Gobierno Central hizo una modificación del Régimen General de la Seguridad Social Agraria con la que se quiere converger con el sistema de autónomos. Esto exigirá un mayor coste a los titulares de las explotaciones agrarias, pero a cambio tendrán una mayor cobertura.

¿Y es una reivindicación del sector primario pasar a algo similar a autónomos o tienen asimilado que esto es así?

Tienen asimilado que esto es así, pero el problema es que cuando tienen 65 años las pensiones son ínfimas. Por lo tanto, sí que hay una voluntad, e incluso una demanda de los propios trabajadores de la agricultura de poder cotizar más, para tener mayor garantía y cobertura social.

Cambiando de tema, ¿qué nivel de estudios poseen las mujeres rurales?

Un 10% no tienen estudios (la mayor parte mayores de 65 años). Un 54% tienen estudios primarios, un 21% bachiller o formación profesional, y un 15% estudios universitarios. Me atrevería a decir que hoy en el mundo rural las mujeres están mejor preparadas que los hombres. Este es un gran activo a futuro para el sector y tenemos que saber aprovecharlo. Tener jóvenes y mujeres formadas va a garantizarnos una situación más dinámica, más activa y más racional a la hora de gestionar nuestras explotaciones.

Hasta ahora en la mayoría de las familias de agricultores el hijo es el que se quedaba con la explotación.

Yo creo que eso cada vez más es cuestión del pasado. Hoy se ven explotaciones dirigidas por mujeres y además de una forma más activa que muchos hombres. En el sector cárnico, en el vino, en el ovino... las mujeres están liderando diversas iniciativas, quizás esta resultando más complicado en los cultivos hasta ahora tradicionales (cereal, patata, remolacha...), pero la tendencia es irreversible.

Sin embargo, tienen una baja participación, casi simbólica, en los órganos de gestión de las Asociaciones Profesionales Agrarias, Cooperativas...

Sí, a pesar de que las cuentas de las explotaciones y la gestión administrativa las realizan las mujeres en más del 50% de los casos. Salvo en el sector del ovino, donde sí existe un papel importante de la mujer, en el resto de sectores sí que se echa en falta la presencia de la mujer. A la mujer le ha tocado trabajar en la explotación, atender la casa, el cuidado de los niños, de los padres... Mejorando los servicios, pretendemos abrir paso a la mujer a todos los niveles, también a los órganos directivos.

Hay que destacar la labor de las asociaciones de mujeres rurales, que no son asociaciones de “cartas y ganchillo”. No, son de todo. Las asociaciones dinamizan culturalmente los municipios, trabajan con las tradiciones, la historia..., al fin y al cabo, lo que es patrimonio de este pueblo. Asociaciones de formación, asociaciones de colaboración ciudadana, o de solidaridad... Te encuentras de todo. Las mujeres rurales están dispuestas a participar en los grupos y asociaciones, en mayor medida que las del medio urbano. Gonzalo Sáenz de Samaniego Berganzo Es uno de esos políticos que habla con conocimiento de causa. Toda la vida de este enólogo de profesión ha estado relacionada, de una manera u otra, con el sector primario y el mundo rural. De familia viticultora, conoce las vides de Rioja Alavesa como la palma de su mano, sabe lo que es producir, gestionar y vender el vino de la explotación-bodega familiar, ha formado parte del comité ejecutivo del sindicato agrario y ganadero UAGA, y durante dos legislaturas ha sido alcalde de su pueblo, de Samaniego (Álava). Consejero en funciones de Agricultura y Pesca del Gobierno Vasco está casado y tiene 35 años.
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