Juan Ignacio Pérez Iglesias. Rector de la UPV: A la Universidad le pasa lo que al aire: nos rodea y todos lo respiramos, pero no podemos verlo

2005-07-01

BREA, Unai

GARMENDIA IARTZA, Koro

La Universidad del País Vasco/Euskal Herriko Unibertsitatea celebra este año su 25 aniversario. ¿Qué se considera una universidad de esta edad: joven o vieja? En opinión del rector Juan Ignacio Pérez Iglesias, no se puede dar una única respuesta. “Si la comparamos con la Universidad de Salamanca, es muy joven, pero vieja si la comparamos con las Universidades Camilo José Cela o Pablo Olabide. Además, algunas de nuestras facultades tienen más de cien años, y otras aproximadamente cinco”. En la UPV/EHU tenemos escuelas de todas las edades. En mayo, Pérez Iglesias cumplirá un año en el cargo. Ahora ve las cosas con más claridad. “Cuatro años son mucho tiempo, pero no el suficiente como para hacer todo lo que me hubiera gustado. Me conformo con que la UPV/EHU tome el buen camino”. Las palabras de Pérez Iglesias muestran que la UPV/EHU está preparada para afrontar nuevos retos. En la encrucijada, quizás. No obstante, el rector asegura que resulta muy difícil introducir cambios en la universidad en general. Equipara la UPV/EHU con un transatlántico, por el gran esfuerzo que se debe hacer por cambiar su rumbo. En ello está el capitán Juan Ignacio Pérez Iglesias.

La UPV/EHU acaba de cumplir 25 años. Brevemente, ¿qué progresos y qué retrocesos destacaría?

No se puede decir que hayamos retrocedido, es imposible desandar lo andado. Las circunstancias cambian. Desde luego, hemos avanzado, aunque puede que para algunos no lo suficiente. En general, creo que hemos introducido importantes mejoras en diversos ámbitos de la universidad, pero, en todo caso, es cierto que yo no me conformo con la situación actual. Si me conformara, seguramente no estaría donde estoy. Quiero avanzar aún más desde mi trabajo como rector. Creo que hasta ahora no hemos progresado a la par que otras universidades.

¿Qué avance destacaría en estos 25 años?

Que todos los campos están ahora mejor. El ámbito de la enseñanza, por ejemplo. Ahora ofrecemos más titulaciones, y ojalá en el futuro sean muchas más. Respecto a la calidad de nuestros profesores -en el aspecto docente-, no albergo la más mínima duda. Creo que también en eso hemos progresado bastante. Recuerdo la situación de la universidad hace 25 años, y puedo asegurar que hemos avanzado muchísimo. Por aquel entonces, la principal necesidad y aspiración de los profesores- especialmente en determinadas facultades y departamentos-, era el poder dedicarse a la investigación, con el objeto de completar el mejor curriculum posible. Con lo cual, la enseñanza no recibía la debida atención. Creo que este diagnóstico se ha realizado en más de una ocasión. Afortunadamente, está cambiando. Los profesores conceden cada vez más importancia a la enseñanza. Por otro lado, hemos avanzado mucho en el campo de la investigación. Ahora se investiga más, hay más investigadores, y con mejores recursos. Aunque también tenemos importantes carencias.

¿Como cuáles?

Por una parte, no podemos traer a renombrados investigadores, hacer fichajes estrella, como se diría en el fútbol y, por otra parte, no todos los profesores investigan. El porcentaje de profesores investigadores es, en mi opinión, bastante bajo. No supera el 40%. Y eso es algo que habría que mejorar. En la universidad, al menos en teoría, casi todos los docentes deberían ser investigadores. Al menos las tres cuartas partes.

El año pasado, en una entrevista que concedió al poco de tomar posesión del cargo, destacó dos prioridades: por una parte, empezar bien el año en curso. No sé si lo ha conseguido...

Yo creo que sí, que hemos empezado bien.

Y, por otra, obtener una digna financiación...

Creo que vamos por el buen camino. En otoño del año pasado presentamos un proyecto presupuestario, para aquel mismo año. Es curioso, ¡tener que presentar un presupuesto cuando el año está llegando a su fin! En torno al 20 de diciembre estuvimos a punto de aprobarlo, pero no lo hicimos porque fuimos incapaces de cerrar el presupuesto; es decir, de equilibrar las entradas y salidas. Desde entonces, hemos trabajado con el Gobierno y, gracias a esa colaboración, se ha conseguido, por ejemplo, encauzar el problema de los salarios complementarios y hallar una solución para el déficit de la universidad. Con respecto al año en curso, hoy mismo (la entrevista fue realizada el 7 de junio) se presentará ante la Comisión Económica de la Universidad el proyecto presupuestario. Ahora sí que las entradas y salidas están equilibradas. Lo cual significa que la colaboración con el Gobierno ha sido satisfactoria. Evidentemente, no hemos conseguido todo lo que nos hubiera gustado, pero creo que, al menos en el aspecto económico, vamos por muy buen camino.

Lleva aproximadamente trece meses en el cargo. No sé si ve las cosas igual que al principio o no...

Más o menos, sí. Quizás con una diferencia, y es que ahora distingo mejor los verdaderos problemas de los que no lo son. Si tuviera que empezar a preparar un programa electoral, lo haría mucho mejor. Respecto a todo lo demás, creo que veo las cosas más o menos de la misma manera.

¿Hay aspectos que antes no consideraba problemáticos y que ahora sí le parecen? ¿ O al revés?

Ya no recuerdo aquellos aspectos que han dejado de parecerme problemáticos. Creo que, al realizar el diagnóstico, hubo un punto en el que acertamos de pleno: la carencia más destacable que tenemos es la relativa al personal administrativo. Este año estamos algo mejor o, mejor dicho, lo estaremos, pero todavía atravesamos una mala situación.

¿Cuál es el problema? ¿Que el personal es insuficiente?

Demasiado insuficiente. De entre todas las universidades que hay en el Estado, la UPV/EHU es la que menos personal administrativo tiene a su disposición, atendiendo a sus proporciones. Y eso perjudica gravemente a la enseñanza, a la investigación y a su funcionamiento, por lo que cubrir ese vacío es fundamental. Además, al examinar con más detalle el funcionamiento de la universidad, hemos visto que hay aspectos que precisan una mejoría. En lo que respecta a la gestión y al empleo de los recursos, por ejemplo, todavía no hemos alcanzado la máxima efectividad. Sabíamos que siempre se suele oponer resistencia a los cambios, pero no esperábamos tanta. Y no me estoy refiriendo sólo a esta universidad, sino a todas en general. Tenemos miedo colectivo al cambio. Por último, hay un gran vacío con respecto a nuestra proyección. No somos capaces de mostrarnos ante la sociedad. No digo si bien o mal, sino simplemente mostrarnos. Nos vemos muy limitados. Y eso tiene sus consecuencias, porque las instituciones no nos prestan la atención que merecemos.

En cualquier caso, en la conferencia que pronunció con motivo de la celebración del 25º aniversario de la Universidad, en el Palacio Artatza de Leioa, afirmó que la UPV/EHU está bien integrada en la sociedad...

Sí, es cierto. Ésa es la paradoja. La UPV/EHU está por todas partes, pero es invisible. Es como el aire. Nos rodea y todos lo respiramos, pero nadie lo ve. A la Universidad le pasa exactamente lo mismo. De aquí salen un montón de titulados. Y, aunque parezca mentira, la investigación y sabiduría de esta universidad son aplicadas en las empresas. Y digo que parece mentira porque la gente no lo sabe, no se da cuenta. Por eso digo que no hay ninguna contradicción. La universidad está bien integrada en la sociedad y cumple con su misión, aunque es mejorable. Además, creo que los resultados de su trabajo son evidentes. Pero la sociedad, los ciudadanos, no se dan cuenta. No lo ven.

Ha mencionado ya un par de veces el tema de la investigación. Al parecer, hay pocos recursos.

¿Pocos recursos? Lo que hay son pocos investigadores. En la UPV/EHU hay cerca de 4.000 profesores, de los que investigan, como mucho, 1.500. Si los 2.500 restantes investigaran, el avance sería tremendo.

En ese caso, ¿diría que en la UPV/EHU escasean los recursos humanos, o son otros los factores que intervienen en los bajos porcentajes de profesores investigadores?

Es complicado. ¿Qué es lo que pasa? Por una parte, que no debemos olvidar que durante años hemos tenido que responder ante el progresivo aumento del alumnado adoptando una política de contratación orientada a satisfacer las necesidades de la enseñanza. No se trataba de traer a buenos investigadores, ni tampoco de contratar a fervientes profesores. Por otra parte, ignoro hasta qué punto está la investigación integrada en la universidad. Y reconocida. Seguramente, no demasiado; de lo contrario, se investigaría mucho más. Me refiero a la investigación cuyos resultados se pueden medir. Mucha gente dice que investiga. Y yo les digo: "bien, ¿y donde están los resultados? “Bueno, los resultados... pero sí que investigo”. La investigación, por definición, es un trabajo que conduce a unos resultados, a unos resultados que deben ser publicados, salvo que medie un acuerdo con una empresa para no publicarlos, lo cual es aceptable. Pero también esto tendría sus consecuencias. A fin de cuentas, tiene que haber un modo para medir los resultados de la investigación.

¿Debe ser la universidad la que lidere la investigación de un país?

No sé si debe ser ella, pero no hay otra alternativa. La investigación es desarrollo, y éste, normalmente, suele ir más ligado a las empresas, así como parte de la investigación, sobre todo la que es aplicada. En los casos más extremos, las empresas pueden llegar a realizar la mitad de las investigaciones. Pero no una empresa, sino varias, porque no existe una entidad global que se haga cargo de ello. Eso sólo pasa en los EE.UU., etc. Hay también entidades públicas investigadoras que realizan aproximadamente el 15% de las investigaciones, no más. En Euskadi, al no haber ningún sector público en la investigación -entre otros, porque no se nos han transferido las competencias-, no llegamos ni al 5%. ¿Qué nos queda? La universidad, que en nuestro caso supone el 25-30%. En el Estado español, algo más. Si tenemos en cuenta a todas las empresas, puede que la proporción sea algo mayor, pero está mucho más atomizada y, además, se trata de una investigación encauzada a las aplicaciones. Pero si lo que entendemos por investigación consiste en desarrollar proyectos y obtener resultados, es la universidad la que se lleva la palma, con muchísima diferencia. El 95% de la producción científica de la Comunidad Autónoma Vasca se realiza aquí, en la UPV/EHU.

No obstante, comentaba que tienen dificultades para traer a los buenos investigadores. ¿Qué necesitaría la UPV/EHU para resultar atractiva a sus ojos?

No lo sé. ¿Qué es lo que pasa? Que nuestros sistemas de contratación del profesorado son muy rígidos. Y nuestras condiciones de trabajo no son las idóneas para traer a investigadores de prestigio. Eso es así. Yo me decantaría por el modelo de Cataluña, donde han creado el Instituto ICREA, una especie de fundación pública que contrata a investigadores de calidad. Luego, mediante una serie de acuerdos, esos investigadores se integran en los grupos de la Universidad, para que éstos vayan fortaleciéndose y proyectándose en el ámbito internacional. Esta figura permite actuar con mayor flexibilidad, y se obtienen mejores resultados. Yo me decanto por este modelo.

Por fin se ha aprobado la Ley Universitaria de la CAV. Incluso ha sido recurrida...

Pero tres artículos nada más. Teniendo en cuenta todo el articulado, eso no es nada. Hay un aspecto que tiene su importancia, pero estoy seguro de que se va a solucionar. El Tribunal Constitucional va a rechazar el recurso, y, si no, el Gobierno socialista cumplirá los dictados de la ley. Estoy seguro de que se hallará una solución, no hay otra alternativa. La Ley de la CAV halló una solución y ahora, en Madrid, con la reforma de la LOU, van a disponer prácticamente lo mismo. Siempre y cuando el Tribunal Constitucional declare nulo el artículo en cuestión. Una vez llegado a ese punto, poco faltará para solucionar el problema de determinados profesores. Hay aspectos que han empezado a desarrollarse, y otros que todavía no.

¿Todavía no han empezado a notar las consecuencias de la ley?

No. Seguramente, lo más importante será la creación de la agencia de evaluación, que por el momento está paralizada, y seguramente lo seguirá estando hasta que no se forme el nuevo Gobierno, ya que, hasta que llegue ese momento, el consejero de educación no va a proponer ningún director para la agencia. Estamos a la espera. El Consejo de Administración está ya formado, pero necesita un director. Empezaremos a notar las consecuencias de la ley cuando la agencia se ponga efectivamente en marcha.

Precisamente le quería preguntar sobre este aspecto. Las elecciones, los cambios de Gobierno, los vacíos que se crean... ¿Prestan mucha atención a estos temas?

Yo sí. No me parece que las cosas funcionen igual cuando un Gobierno está en marcha o en época de cambios. En cualquier caso, nosotros seguimos colaborando con el Gobierno, y creo que los resultados son visibles. Pero hay aspectos del convenio que suscribimos en diciembre que todavía no se han arreglado, precisamente por los cambios que se están produciendo.

Algunas de las peticiones de los alumnos siguen siendo las mismas que hace 25 años...

¿Por ejemplo?

El transporte…

Es normal. De todos modos, el transporte es ahora mucho mejor que cuando yo era estudiante. En este tema intervienen dos factores: por un lado, la importancia que las instituciones conceden a la Universidad, donde hay mucho que avanzar y, por otro lado, un factor que, en mi opinión, es mucho más importante: la importancia que la sociedad como tal concede al transporte. La importancia real, no la retórica. Y es que, pese a que todos los responsables y ciudadanos se muestran a favor del transporte público, los medios de comunicación nos indican que el uso de este tipo de transporte está disminuyendo. Ésa es la realidad. Las instituciones tienen su responsabilidad, pero también los usuarios. Y no inciden lo suficiente en este aspecto. Las consecuencias las tiene que pagar la universidad, y especialmente este campus. En resumen: a lo largo de los años la situación ha mejorado, no me cabe la menor duda, pero el sistema del transporte tiene todavía muchos defectos.

El euskara ha sido otra de las reivindicaciones históricas. No sé si también en estos últimos años...

Si no lo sabe, será porque tampoco se ha reivindicado tanto. Ahí hay todo un universo. El euskara se empezó a introducir hace 25 años en los estudios que yo conocía, en mi facultad (de Ciencias y Tecnología). Ahora se ofertan en euskara prácticamente todas las materias de la misma.

He leído que, en 25 años, la presencia del euskara ha subido del 0 al 80%...

Aproximadamente, así es. No hemos llegado hasta donde teníamos que llegar, pero el trecho que nos queda es más corto que el que hemos recorrido, lo cual no es mal referente.

Aunque ese trecho que falta sea, quizás, el más difícil...

Es posible. Porque tenemos problemas con los números. No se puede formar un grupo con un solo alumno. Pero mucho más importante que eso es que la mayoría de las materias que nos faltan por ofrecer en euskara pertenecen al campo de los estudios técnicos y sanitarios. Casi todos los puestos de profesorado bilingüe que hemos creado este año son de los citados campos. Aunque, de todos modos, me temo que terminen por quedar vacantes.

¿Por qué?

Porque no es fácil encontrar a expertos vascos, y mucho menos a expertos que estén dispuestos a dejar su actividad profesional y dedicarse a trabajar en la universidad. Normalmente, cuando un ingeniero estudia, no lo hace con el objeto de convertirse en profesor, sino con la intención de realizar labores de ingeniería. Con los médicos pasa lo mismo. Son oficios muy vinculados a la vocación que, además, se encuentran muy ligados a la actividad profesional. El caso de los biólogos o filósofos, por ejemplo, es distinto. En este sentido, nos encontramos con obstáculos muy difíciles de superar.

¿La universidad pública compite con las privadas?

El otro día, en un programa de televisión en el que nos citaron a los tres rectores, nos plantearon esa misma pregunta. Y creo que hice el tonto, porque yo respondí que no, y los demás que sí. Yo diría que, desde un punto de vista sí, pero por otro no. Cuando hay pocos recursos -y en este caso podemos considerar como tales a los alumnos, ya que, a fin de cuentas, son ellos quienes, a través de sus matrículas, nos aportan el dinero-, sí que suele haber competencia. Pero una competencia positiva que, además, incluso puede resultar beneficiosa. El razonamiento que yo hacía en el programa de televisión era el siguiente: cada una de las universidades del País Vasco ofrece distintos productos, incluso cuando las titulaciones llevan el mismo nombre. La oferta no es la misma. Y eso es bueno. En ese sentido, haber sí que hay competencia, pero muy relativa. La competencia atroz que surge cuando la oferta es la misma puede resultar perjudicial, pero no es nuestro caso. Puede que la competencia -quizás no ahora mismo, pero sí dentro de unos años- sea mayor con respecto a otras universidades públicas del entorno: Zaragoza, Cantabria, Oviedo…

Se dice que en la UPV/EHU no hay vida de campus. No sé qué opina usted, o si le parece un problema...

Aquí, en Leioa, sí que la hay. Puede que no demasiada, pero la hay. Y cuando se realicen los trabajos que queremos llevar a cabo, la habrá mucho más. En Bilbao resulta más difícil, porque las facultades están más distanciadas entre sí. Nos gustaría terminar con esa dispersión, y localizar las facultades de Bilbao en un mismo campus, o en dos. De tal forma, habría más vida. Creo que la situación es muy distinta en Donostia y en Vitoria/Gasteiz. Allí sí que hay vida de campus. No es que haya tiendas de campaña, pero hay una residencia de estudiantes, hace poco se ha abierto un moderno comedor... Yo creo que sí hay vida.

¿Y eso es bueno?

Sí, sí. Y hay que potenciarla, desde luego.

Ha solido recurrir al fútbol para comparar las distintas universidades de Europa. La UPV/EHU no está como para disputar la Liga de los Campeones, pero tampoco es tan mala.

No corremos el peligro de bajar a Segunda, eso se lo aseguro. Claro que tampoco estamos como para jugar en la Liga de los Campeones. Nuestro deseo es participar, al menos, en la UEFA.

Sea como fuere, ¿qué fama tiene la UPV/EHU en Europa?

No lo sé. No creo que nos conozcan. No creo que las universidades españolas, en general, sean conocidas. Yo conozco muy pocas universidades de Francia o de Italia… En ese sentido, quiero decir. En otro orden de cosas, el otro día leía en "El País" un artículo de Santiago Segurola, donde expresaba su alegría por los logros deportivos que España ha conseguido, y que tiempo atrás resultarían impensables. Mostraba su satisfacción por tener un nivel deportivo mucho mejor que el de Francia, Alemania o Gran Bretaña, convencido de que España es la mayor potencia deportiva. Tras leer aquel artículo, pensé para mis adentros: “qué pena que sea eso lo que tengamos que enseñar, y no nuestra investigación, nuestras universidades, nuestra cultura”. ¿Cómo es posible? Es increíble poner Telecinco y ver que sólo existe Fernando Alonso, o poner TVE y ver que no se habla más que de Nadal. Creo que todos los ciudadanos contribuimos a ello, pero no nos damos cuenta de que esos países son los más avanzados en los temas que realmente importan. Ojalá nos pareciéramos a Suiza, donde lo realmente importante son la universidad, las academias, la enseñanza, la tecnología punta, los bancos... No creo que cuenten con muchos deportistas de élite. En este Estado, por contra, somos muy buenos en todo, pero sólo en deporte. Estoy furioso con ese tema.

¿Qué tipo de relación mantiene la UPV/EHU con la Universidad Pública de Navarra?

Entre los rectores, muy buena. Pero en lo que respecta a las entidades, reconozco que hay mucho que hacer, y no sólo con respecto a la Universidad Pública de Navarra. En mi opinión, las universidades de Euskal Herria deberíamos formar una especie de red, o, al menos, aquellas universidades que quieran hacerlo. No lo hemos hecho, y debería ser uno de los objetivos para los próximos años.

¿Qué se lo impide? Que el tiempo es limitado, y la capacidad de trabajo también. Yo entro a trabajar a las ocho de la mañana, y salgo aproximadamente a las ocho de la tarde. El tiempo no me da para más, y pienso que a los vicerrectores tampoco. Lamentablemente, muchas cosas dependen de la voluntad y capacidad de los responsables. Si algo tiene que salir adelante, alguien debe hacerse cargo de tirar del carro; de lo contrario, las cosas no se hacen. Pero lo esencial son los medios y el tiempo, y ambos son limitados. Ésa es la razón. Juan Ignacio Pérez Iglesias (Salamanca, 1960) Nació en Salamanca, y allí realizó sus primeros estudios. Posteriormente, en la época del Instituto, su familia se trasladó a Bilbao. En 1982 se licenció en Biología, en la misma UPV/EHU que actualmente dirige. Eran los primeros de los 25 años que ahora celebra. Al cabo de cuatro años, en 1986, Pérez Iglesias se doctoró en Biología. Para entonces, llevaba un año dando clases. Desde 1999 es, además, catedrático en fisiología. Ha realizado un gran trabajo en el campo de la investigación. Desde 1986 ha participado en proyectos de investigación organizados por la CICYT, la Comisión Europea, la Xunta de Galicia y el Gobierno Vasco, entre otros, y ha escrito numerosos artículos sobre la biología animal y la biología marítima en revistas científicas. Su vinculación con el mar le ha llevado a colaborar en diversos centros europeos que se dedican a estudiar este ámbito: Plymouth Marine Laboratory (Reino Unido), Laboratoire de Ecosystemes Conchylicoles (Francia), Instituto de Investigaciones Marinas (Galicia) y Laboratorio Costero de La Coruña (Galicia). Durante varios años, Juan Ignacio Pérez Iglesias ha conjugado la actividad científica con las responsabilidades de gobernar la UPV/EHU. Antes de su llegada al Rectorado, ostentó el cargo de Vicerrector de Euskara (1997-2000). De hecho, fue él quien desarrolló el II Plan de Normalización Lingüística de la UPV/EHU. Desde abril de 2004 es rector de la UPV/EHU.
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