María del Mar Magallón. Adjunta a la dirección de ALBOAN: Las personas del Sur son protagonistas de sus procesos de desarrollo, no son meros receptores

2013-03-13

SILLERO ALFARO, Maider

ALBOAN es la ONG de la Compañía de Jesús que actúa en País Vasco y Navarra. Actualmente, tiene sede en Pamplona, Vitoria, Bilbao y Donostia donde trabajan 36 profesionales, más de 100 voluntarios y 7000 socios aproximadamente. Todos hacen ALBOAN y juntos se movilizan en la construcción de una cultura de vida contra la injusticia porque creen que un mundo mejor es posible.

Partimos de la base de que ALBOAN es una ONG promovida por los jesuitas y con presencia en País Vasco y Navarra.

ALBOAN surge en 1996 cuando los jesuitas deciden aglutinar en una organización las distintas iniciativas que tenían en marcha. Empiezan a mirar más allá del trabajo de los Misioneros en lugares concretos dado que la situación del mundo requiere trabajar también aquí en nuestro entorno. Es así como optan por crear ALBOAN, una organización que mira al Sur, pero que trabaja e incide en el Norte para que todas las personas vivamos mejor.

Explíqueme eso con más detalle, ¿los trabajos realizados en el Norte están siempre enfocados a proyectos del Sur?

Entendemos que nuestro trabajo en el Sur y en el Norte está íntimamente relacionado. No promovemos una serie de cosas en la India, por ejemplo, y otras totalmente distintas aquí. Lo que sentimos es que Norte y Sur no son dos mundos separados, sino que están íntimamente relacionados y pueden intercambiar cosas. El Sur nos puede enseñar a nosotras y nosotras podemos apoyar a las organizaciones del Sur. En el Sur actuamos a través de las organizaciones de allí promoviendo las mismas líneas.

Nuestros tres grandes ámbitos de actuación son la educación, el desarrollo económico y productivo y el vinculado a la participación ciudadana y la organización comunitaria. Promovemos la educación en Venezuela, Colombia o Perú, pero también trabajando con el profesorado en los colegios de aquí para avanzar en el tema de la educación en valores. Es decir, las actividades no serán las mismas, pero los hilos, la base, sí. El trabajo en el ámbito del desarrollo económico y productivo en el Sur se traduce, por ejemplo, en apoyar el cultivo de la patata, el de algodón orgánico o el trabajo con el ganado; en el Norte, por el contrario, se traduce en nuevas formas de plantear el consumo o de entender la banca. En cuanto al tercer ámbito, el vinculado a la participación ciudadana, podríamos decir que somos una pata del mundo y tenemos que hacer nuestro aporte como sociedad civil. Allá significa que la sociedad se una, conozca los derechos que tiene y los reclame a sus gobernantes y aquí tratamos de promover una ciudadanía activa.

“En el ámbito de América Latina, en Sudamérica estamos en Perú, en Venezuela y en Colombia y prácticamente en todo Centroamérica: Guatemala, Salvador, Honduras, Nicaragua y en Haití a raíz del terremoto”.

¿En qué países está presente ALBOAN?

En el ámbito de América Latina, en Sudamérica estamos en Perú, en Venezuela y en Colombia y prácticamente en todo Centroamérica: Guatemala, Salvador, Honduras, Nicaragua y en Haití a raíz del terremoto. En Asia trabajamos en la India, principalmente en el estado de Gujerat. En África estamos en Congo, Chad, Burundi, Ruanda... en la zona de Grandes Lagos, pero sobre todo en Congo y el Chad, en zonas de frontera.

Son bastantes lugares, ¿cómo se puede abarcar tanto?

ALBOAN apuesta por trabajar con organizaciones locales, lo que llamamos organizaciones aliadas. Nosotros no tenemos cooperantes, sino que todo es a través de organizaciones de allí lo que permite llegar a más sitios y trabajar desde un conocimiento muy grande de lo que ocurre en esas realidades. Quienes formulan los proyectos y quienes los llevan adelantes es la propia gente que está allí.

En ese sentido tenemos dos organizaciones aliadas muy importantes. Una es Fe y Alegría, presente en casi todos los países de América Latina y que trabaja en el ámbito de la educación popular poniendo en marcha escuelas en los lugares “donde termina el asfalto”. La otra organización es el Servicio Jesuita a Refugiados que está trabajando en los campos de refugiados y desplazados. Por ejemplo en África y en la frontera entre Colombia y Venezuela es una de nuestras grandes organizaciones aliadas.

¿Cómo detectan cuáles son los proyectos que más os interesan, o mejor dicho, aquellos proyectos que más os necesitan?

La historia de ALBOAN está unida a estas organizaciones aliadas con las que venimos trabajando casi desde los inicios. Digamos que un proyecto no surge de repente, sino que suele ser una propuesta más concreta dentro de un proceso de muchos años. La gente de allí es la que lo va definiendo. Por ejemplo, dentro de un proceso de desarrollo económico y productivo hay unas primeras etapas que pueden ser la mejora de la cosecha o la diversificación de los cultivos —porque interesa que tengan mayor soberanía alimentaria—. Pero después, se puede hacer un proyecto para comercializar la producción mejorando las vías de acceso a los pueblos más grandes —porque a veces no hay carreteras o se inundan— y un tercer paso podría ser el acceder a un mercado más grande.

Lo que quiero decir es que los proyectos se van insertando dentro de un proceso mucho más amplio en el que se va trabajando según se van abriendo opciones de financiación, que es otro elemento.

“La otra organización es el Servicio Jesuita a Refugiados que está trabajando en los campos de refugiados y desplazados. Por ejemplo en África y en la frontera entre Colombia y Venezuela es una de nuestras grandes organizaciones aliadas”.

El tema de la financiación es otro elemento que estarán viendo mermar inevitablemente... ¿Cómo se financia ALBOAN?

Partimos de una situación financiera óptima; 50% de financiación privada y 50% de financiación pública aproximadamente, y es esta última la que se está cayendo. Los principales financiadores públicos han sido la Agencia Española de Cooperación —en su momento sufrimos el recorte más significativo—, el Gobierno Vasco, el Gobierno de Navarra, todas las Diputaciones y los Ayuntamientos de Bilbao, Pamplona, Donostia y Vitoria-Gasteiz. Estos dos últimos años hemos observado que ha ido habiendo diverso recortes y en este momento estamos pendientes del recorte que se plantee desde el Gobierno Vasco.

El discurso político dice que a la ciudadanía no le interesa el tema de la cooperación y que no es su prioridad, pero nuestra realidad no es así. Tenemos cerca de 7000 personas y entidades privadas que colaboran a lo largo del año y constatamos que la gente sigue colaborando con las propuestas de cooperación internacional y sigue apoyando proyectos, en muchos casos aumentando la cuota. También es verdad que hay gente a la que le ha cambiado la situación y no puede. Siempre decimos que la gente socia de ALBOAN es gente muy fiel y la solidaridad de la gente se mantiene.

La caída de la financiación obligará a dar prioridad a unos proyectos en detrimento de otros y eso puede suponer no llegar a todo...

Claro, esto nos está suponiendo dureza en el trabajo y renuncias que son dolorosas. Nosotros estamos en contacto con la gente de allí, viajamos y compartimos y cuando formulas un proyecto estás recogiendo las ilusiones y las ganas de trabajar de un montón de personas de allá. Hay muchas esperanzas puestas, por lo que una vez formulada una propuesta es difícil tener que decir que el financiador ha decidido abandonar. Sobre todo porque cuando viajas ves que las necesidades de la gente allí son mucho más urgentes que muchas de las necesidades que podemos tener aquí. Su situación es más crítica.

¿Con eso quiere decir que el argumento de “con lo mal que estamos aquí para qué voy a enviar dinero fuera” no es válido?

Ese argumento enfrenta a personas contra personas y eso no tiene ningún sentido. La crisis la estamos viviendo aquí, la situación de los países del Sur es la misma ahora que hace 5 años y a nosotros nos parece que ahora se desmorona el mundo. Por eso la manera de gestionar aquí la crisis tiene que ser poniendo a las personas que están en peor situación en primer lugar y eso es la gente del Sur y quien vive aquí en peores condiciones —sin trabajo, sin vivienda...—. Esa es la prioridad.

Un tema del que se habla poco es cómo estamos recaudando el dinero. Igual habría que revisar la política fiscal para ver los ingresos de las arcas públicas y en qué los gastamos. Priorizar los temas sociales, las personas, la educación y la sanidad. Además, la solidaridad pública es muy pequeña. El Gobierno Vasco hasta ahora se estaba manteniendo en un 0.49 % cuando la ley de cooperación vasca marca el 0.7 %. No podemos estar racaneando con esas cifras.

“Comprometidos con la construcción de una cultura de vida contra la injusticia” es una de vuestras frases.

Todo el ámbito nuestro de trabajo aquí tiene mucho que ver con generar otra cultura. Esa cultura consumista que se nos ha metido por los poros dificulta mucho. Estamos convencidos de que podemos vivir de una manera más austera y vivir mejor. La felicidad no está en cuántas cosas tenemos. Esa es nuestra convicción, pero es un discurso que no se ve por ahí.

“En Asia trabajamos en la India, principalmente en el estado de Gujerat”.

¿A la hora de comunicar este discurso y la visión de ALBOAN cuáles son las barreras más grandes con las que se encuentran?

Por un lado, este tema cultural del que estábamos hablando porque es una propuesta contracultural. Y por otro lado, que cuando colaboramos con los países del Sur damos dinero, con toda la buena voluntad, como si estuviéramos dando caridad, pero la gente del Sur no son meros receptores. Nuestro dinero contribuye a que salgan adelante, pero ellos tienen iniciativa, dinámicas de trabajo, son protagonistas de sus procesos de desarrollo. Creo que tenemos mucho que admirar de esas poblaciones.

Otra gran barrera que tenemos en estos momentos es que hay una preocupación muy grande por lo que nos está pasando aquí. La gente que ya tenía sensibilidad hacia estos temas y era generosa y solidaria con el Sur se ha mantenido, pero es más difícil generar esa sensibilidad ahora. Al final son realidades que no vemos y sin embargo, estamos viendo temas más cercanos como despidos y desahucios.

Lo que no ves no existe. Los medios de comunicación están copados con otros temas y si antes ya era difícil llegar con temas de cooperación... ahora más.

Precisamente, una de las cosas que intentamos hacer cuando conseguimos alguna financiación es trabajar con los medios. Daros a conocer a vosotros los periodistas cuál es la realidad y que conozcáis qué ocurre en otros países para que lo comuniquéis tal y como está pasando y superar así los estereotipos. Ahora en Congo hay una situación muy crítica y eso no sale en los medios.

La sociedad tiene un buen concepto de ALBOAN, de organización que hace bien las cosas. ¿Por qué cree que dais esa imagen?

Primero me alegro de que nos conozcan porque tenemos notoriedad en el País Vasco y Navarra, pero tenemos que crecer mucho. Competimos con marcas como Médicos sin Fronteras, Unicef, Cruz Roja... Somos un equipo mayoritariamente femenino e internamente nos preocupa hacer las cosas bien y tratamos de evitar los discursos simplistas. Somos conscientes de que la realidad es compleja y que las cosas no son blancas o negras. Nos ha ayudado mucho el pensar las cosas antes de sacar posicionamientos.

Creemos que en los colegios hay que trabajar todo el año en la educación en valores, organizar una recogida de fondos para algo en concreto está fenomenal porque sensibiliza a los chavales, pero hay que ir más allá. Esta manera de hacer nos ha ido dando la imagen de que hacemos bien las cosas, de que nos lo tomamos en serio.

Dentro del equipo hay personas asalariadas y voluntarias, que no son los socios de los que hemos hablado antes.

Eso es, los voluntarios dedican parte de su tiempo a echarnos una mano y habrá entorno a 100 personas. Estamos 36 personas contratadas y los 100 - 110 voluntarios y ALBOAN somos todas las personas. En algunos casos las personas voluntarias también son socios y se compromete económicamente. Lo interesante es que la gente se movilice y se ponga en marcha. Unos lo pueden hacer con tiempo y otros lo pueden hacer con dinero, pues fenomenal, bienvenidas todas las colaboraciones. María del Mar Magallón Soneira Es ingeniera industrial por el ICAI (Madrid), Master en Acción Internacional Humanitaria por la Universidad de Deusto y especialista en Gerencia de ONGD por ESADE (Barcelona). Ha tenido experiencia de trabajo en cooperación internacional en Perú y Guatemala. Trabajó durante cuatro años en la empresa privada en el área de tratamiento de aguas y en febrero de 2001 se incorporó a ALBOAN como coordinadora del área de Gestión. Desde 2006 ocupa el cargo de adjunta a la dirección. www.alboan.org902999221
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