María Oianguren. Directora del Centro de Investigación por la Paz Gernika Gogoratuz: Los conflictos se enquistan por el miedo al cambio, a la relación, al otro

2007-04-20

BREA, Unai

En 1987, en el marco del 50º aniversario del bombardeo de Gernika, se creó, por decisión unánime del Parlamento Vasco, el Centro de Investigación por la Paz Gernika Gogoratuz. Ese mismo año se constituyó también la asociación de igual nombre, una asociación “civil, sin ánimo de lucro, no gubernamental”, en palabras de María Oianguren, creada y compuesta por intelectuales, profesores de ciencias sociales, psicología, filosofía... que ya previamente habían estado interesados por temas de desarme, antimilitarismo, movimientos ecologistas, pacifistas, feministas... Y es esa asociación la que se encarga del quehacer diario del Centro de Investigación por la Paz Gernika Gogoratuz. Aún hay una tercera entidad con idéntico nombre. “Cuando la asociación empezó a hacer su trabajo”, relata Oianguren, “entendió que sería muy enriquecedor poder contar con las aportaciones del mundo académico, y tener un respaldo institucional más importante. Se barajaron distintas fórmulas y finalmente se optó por crear una fundación”. Así nace, en 1995, la Fundación Gernika Gogoratuz, en la que están representados el Gobierno Vasco, la UPV, la Universidad de Deusto y Mondragon Unibertsitatea, y el ayuntamiento de Gernika, siendo el alcalde quien ejerce la presidencia. Completan la nómina tres miembros de la asociación. María Oianguren es miembro de los tres “Gernika Gogoratuz” cuya génesis acabamos de rememorar. Desde 2002, es además la directora del Centro de Investigación por la Paz, que actualmente celebra su 20º aniversario.

¿Qué es la investigación por la paz, ¿cómo se investiga por la paz?

Nosotros investigamos por la paz desde la reflexión científica, es decir, es importante conocer los contenidos de los estudios por la paz como ciencia social aplicada. Dentro de ese abanico amplio entrarían todo lo que son temas de investigación por la paz, educación por la paz, estudio de los conflictos, propuestas de transformación de conflictos -como pueden ser la mediación, la negociación...-, la importancia del diálogo y de la comunicación para transformar de una manera no violenta estos conflictos... Y los estudios de la violencia, también. Han pasado veinte años, y el campo de conocimiento de esta disciplina ha ido creciendo. Y ha ido bebiendo de otras fuentes: la cooperación internacional, los temas de desarrollo, etc. Y también hemos estado atentos a todas las incorporaciones en clave social, como serían los temas de interculturalidad, qué es esto de la perspectiva de género... Todo eso enriquece la disciplina de los estudios por la paz. Entonces, ¿cómo hacemos paz desde Gernika Gogoratuz? Pues teniendo en cuenta todo el aporte académico que hay con respecto a este tema, conociendo las experiencias que se están trabajando tanto en lo local como en lo global. Eso es muy importante. Y además, llevando a cabo toda esta reflexión científica en una acción social: cómo se traduce lo que estamos hablando en iniciativas concretas, qué se puede desarrollar para promover o impulsar procesos de paz, o procesos de participación en lo que podría ser, por ejemplo, transformación no violenta de conflictos.

Cuando hablamos de conflicto, ¿hablamos siempre de algo que tiene un componente político?

¿En el caso vasco?

En general. Porque también puede haber conflictos entre vecinos, por ejemplo, o de pareja.

Ah, no, son distintos, es decir, la tipología del conflicto entiende los conflictos que se dan en el ámbito comunitario. Que pueden ser los vecinales, los que se dan en el ámbito empresarial, y los que se dan en el ámbito político.

Y ustedes teorizan sobre todos ellos...

Teorizamos sobre todos ellos, y además queremos difundir esa teoría. Las que entendemos que son las mejores teorías, o aproximaciones al estudio de los conflictos y de la paz, las editamos dentro de Red Gernika, que es nuestra serie de publicaciones. Tratamos de que todo aquello que aborde la temática del conflicto tenga una socialización, para saber de qué estamos hablando cuando habamos de conflictos o de violencia. Que son cosas distintas y que en algunas circunstancias, lamentablemente en muchas, se confunden, pero también es porque tienen una estrecha relación. Sin embargo, para abordar un conflicto es necesario diferenciar cuáles son las causas del conflicto, cuáles son las propuestas de transformación de conflictos, en nuestro caso las propuestas positivas, es decir, las no violentas, y también analizar y entender cuáles son las expresiones de violencia que están en relación con los conflictos. Hay que entenderlas muy bien, para poder legitimar los conflictos y deslegitimar la violencia. Y para poder ir reduciendo los niveles de violencia que tienen algunos conflictos.

Entonces, ¿es la desaparición de la violencia el primer paso a dar en la resolución de un conflicto?

La violenvia directa, la violencia estructural y la violencia cultural son tres tipologías de violencia que se estudian y que tienen una relación estrecha unas con otras. La desaparición de la violencia directa es uno de los objetivos prioritarios a la hora de transformar conflictos y de establecer una labor de construcción de la paz, donde se faciliten los escenarios para que se llegue a acuerdos de paz. De todas maneras, si la violencia directa -que es la que podemos entender como la violencia que mata- acaba y no son tratadas también, lo suficientemente y de una manera seria, las otras dos... Es tan importante tener en cuenta cuáles son las razones, los efectos y las consecuencias de la violencia directa como del resto de las violencias, lo mismo la cultural que la estructural. Y a la hora de transformar un conflicto de manera no violenta las tres se tienen que tener en cuenta. Es fundamental trabajar de una manera en la que se entienda que la realidad es compleja, cuando me refiero a todas estas violencias. Sin embargo, también hay que partir de un hecho fundamental, que es volver a recordar el valor de la vida, y de la vida en dignidad. Entra ahí el reivindicar todos los derechos humanos, y el trabajar, a partir de ahí y con ello, por el estudio de los conflictos.

¿Debe entenderse paz como ausencia de conflictos?

No, para nada. La paz no es ausencia de guerras o conflictos. La paz positiva, quiero decir. Paz como ausencia de guerra es algo que ya definió Johan Galtung, que es uno de los fundadores de los estudios por la paz, como paz negativa. Desde que la disciplina de estudios por la paz empezó a adquirir su rigor científico, se han dado muchas definiciones de paz. Y hay un desarrollo conceptual muy importante. Él, Johan Galtung, llegó a acuñar este termino, “paz negativa”, cuando se entendía que la paz es ausencia de guerras o violencia: esto simplemente es una paz negativa. Se puede trascender y hablar de una paz positiva. Y nosotros entendemos que la paz es el desarrollo de las capacidades humanas para cuidar la vida, pero también la satisfacción de las necesidades básicas, las personales y también las colectivas. Ahí recordamos lo que vienen a hacer los estudios por la paz: ciencia social aplicada. Los seres humanos somos seres sociales, en colectividad. Y entre esas necesidades básicas que entendemos que es bueno satisfacer, estarían la de bienestar, la de identidad y la de libertad. Pero también el desarrollo de estas capacidades humanas desde las propias opciones que tenemos en nuestras culturas. Cuando se habla de procesos de paz, cuando se habla tanto de llegar a acuerdos en los que se pueden tener en cuenta otras experiencias... sí que son importantes estas experiencias, pero lo que no se puede hacer es cortar y pegar una experiencia de otro lugar. Por eso pensamos que la paz de la que hablamos debe desarrollarse desde las propias opciones culturales de la comunidad en la que nos movemos. Y también entendemos la paz en un sentido en que debemos potenciar la asunción de unas responsabilidades propias y colectivas, y estas responsabilidades tienen que tener la clave de la interdependencia. Todo ello para que se transformen los conflictos de una manera positiva, no violenta, y creativa.

¿Cómo se define esa interdependencia?

Como las propuestas que se desarrollan en términos como el de desarrollo humano o seguridad humana, donde se viene a proponer la idea de que “el bienestar de mi comunidad estará estrechamente relacionado con el bienestar de tu comunidad”. Eso ya significa un cambio de paradigma en las propuestas en estudios por la paz que se vienen haciendo. Ya no se trata solamente de resolver o transformar los conflictos que tenemos en nuestras propias comunidades, sino que también se trata de entender por quién están formadas esas comunidades, y su relación estrecha con otras, en un mundo en el que además la globalización es un hecho. Y si es un hecho en su sentido económico, que puede ser el más brutal por así decirlo, también habría que desarrollar esa globalización en un sentido de tener en cuenta el papel en el que estamos a nivel global. Por eso hablamos desde Gernika Gogoratuz de impulsar una participación local, que propicie un tejido social fuerte, en relaciones con las otras instituciones que conforman esa misma localidad o ese mismo municipio. Interdependencia en ese sentido. Que las instituciones vean a las asociaciones como un aliado, como un elemento que puede ser constructivo, que puede aportar. Y las asociaciones, a su vez, vean a las instituciones como aliadas a la hora de hacer nuevas propuestas.

Ha mencionado usted tres tipos de violencia: violencia directa, estructural y cultural. Parece que lo concierne a la directa lo tenemos todos bastante claro, por su tremenda visibilidad. Pero, ¿y las otras dos? ¿Qué son?

La violencia estructural es la que se realiza desde estructuras organizadas. Y la violencia cultural es la que legitima las otras dos. Le voy a poner un ejemplo: en Sudáfrica, cuando era la época del apartheid, la violencia estructural era la que realizaba el gobierno, porque permitía la discriminación de personas en base a su color de piel. Legalmente, estaba permitido que las personas negras fueran en una parte del autobús y las blancas en otra. Cuando el apartheid se derogó, ya no había una ley que favoreciera esa forma de actuar. Sin embargo, las personas negras entraban al autobús y se sentaban en los mismos lugares que hasta entonces habían ocupado, y las personas blancas lo mismo. El análisis de esta violencia es un análisis que hay que tener en cuenta a la hora de abordar los conflictos.

O sea, que la violencia cultural es la que subyace...

Eso es, la violencia cultural es lo que sostiene. Es la que se da a través, por ejemplo, de algunas expresiones artísticas, a través del lenguaje, de símbolos... Ahora bien, también podemos hablar de paz directa, paz estructural y paz cultural. De lo que se trata es de ir transformando todos esos elementos que sostienen una cultura de la violencia, para que sean elementos que sostengan una cultura de la paz. Y eso es algo que requiere su tiempo.

¿Es la violencia parte de la cultura del ser humano?

Tenemos una cultura en la que hay muchos elementos violentos. Eso lo podemos ver a través de los medios, y de muchas otras maneras.

Pero, ¿es inherente a nuestra condición humana?

No. Lo que es inherente a nuestra condición humana es la agresividad.

Me ha dicho antes que la agresividad, y no la violencia, es consustancial al ser humano. ¿Es la agresividad lo que causa los conflictos?

No. Podemos tener una actitud agresiva, pero podemos decidir tener un comportamiento pacífico. Claro que existen la ira y la agresividad, pero si sabemos qué es ira y qué es agresividad, entre otras emociones, sabemos que podemos hacer con ellas algo distinto a lo que veníamos haciendo hasta ahora. Por eso, en educación por la paz (me estoy refiriendo no sólo al sistema escolar, sino también a cualquier nivel de la sociedad) es importante nombrar, y para nombrar las emociones hay que conocerlas. Entonces, podemos tener una emoción agresiva, una emoción como la ira, pero también podemos decidir, a partir de ahí, tener un comportamiento violento o no violento. Tomar conciencia de eso es importante.

Cuando en 1987 se crea el Centro de Investigación Gernika Gogoratuz, ¿las disciplinas de estudio por la paz estaban muy verde en el Euskadi, valga la expresión?

En Euskadi y en todas partes. No estaban tan verdes en ámbitos como el académico u otros de carácter social, como la movilización antimilitarista, pacifista... Los logros que se han conseguido en veinte años, no se han conseguido solamente por el trabajo de centros como Gernika Gogoratuz, o con las aportaciones que desde la universidad se hacen, sino también a través de movimientos sociales, como han sido Gesto por la Paz, Elkarri, u otros tantos, que a través de su movilización social han logrado hacer pedagogía de la paz. Y así, términos como mediación social, acuerdo negociado... se nos hacen más familiares. Gesto por la Paz, por ejemplo, hizo un trabajo extraordinario al hacer una propuesta de término, cuando hablaban de violencia de persecución, que era algo que estaba ocurriendo a muchas personas de aquí -lamentablemente hoy en día todavía pasa-, y eso fue un adelanto en cuanto al desarrollo conceptual de la paz. Hablamos de paz imperfecta, paz directa, paz estructural, paz cultural... y hablamos de las violencias que hemos estado mencionando, una de las cuales era la violencia de persecución. Cuando llegamos a definir así las realidades que hay cerca de nosotros, es que ya estamos dando pasos importantes en la construcción por la paz.

¿La negociación es uno de esos conceptos que se han desarrollado en estas dos décadas?

Negociar, toda la vida hemos estado negociando...

Lo digo porque en 1987, cuando se creó Gernika Gogoratuz, ETA y el Gobierno español acababan, como quien dice, de levantarse de la Mesa de Argel, de hacer algo que al menos entonces se llamó negociación...

Una negociación participa de un acuerdo de paz. Estos acuerdos de paz, o estos procesos de negociación, no van a abordar las soluciones de contenido, sin embargo van a abordar las propuestas que pueden definir nuevos escenarios de relación entre las partes. Claro que se abordarán soluciones a cuestiones puntuales. Pero las cuestiones sustanciales seguirán siendo objeto de debate.

¿Y seguirán siéndolo ad eternum?

Seguirán siéndolo en todo momento, en tanto en cuanto las cuestiones sustanciales son las cuestiones que nos afectan a todos, en las que tenemos diferentes campos en que podemos intervenir. Cuando hablo de cuestiones de contenido me refiero a cuestiones... por ejemplo, en el ámbito del conflicto vasco, o proceso de paz, dos de las cuestiones sustanciales son el derecho a decidir, o autodeterminación, y la territorialidad. Esas son cuestiones de contenido, lo sustancial del conflicto. Espero que de esas cosas seguiremos hablando dentro de 20, 30 y 50 años.

¿Y no sería mejor que no fuera así, como señal de que se ha resuelto el conflicto?

No. Es que eso no es el conflicto. ¿Hablar de territorialidad o de soberanía le parece a usted un conflicto? Las cuestiones de soberanía de hace 50 años son distintas a las que están siendo ahora, por poner un ejemplo, pero las soberanías son realidades que se están dando. Que el País Vasco tenga una soberanía es hoy perfectamente entendible, una soberanía compartida con Madrid o Bruselas. Entonces, ¿por qué no analizamos también cuáles son esas soberanías compartidas, y como pueden ser mejoradas, si esa es la decisión mayoritaria de las personas que viven en estos lugares? En ese sentido digo que el conflicto es algo natural al ser humano y a sus relaciones. Pueden ser conflictos de vecindad, de comunidad, en el ámbito empresarial, sindical, político... El conflicto que se puede tener en el ámbito familiar, ¿se resuelve? Pueden resolverse algunas cuestiones, o quizá pueda resolverse algún conflicto familiar, claro que sí, pero seguramente esa familia, en tanto que una entidad vida, compuesta por distintas personas, seguirá provocando y demandando, por así decirlo, en interrelaciones de dependencia, conflictos con el resto de personas que le rodean. Entonces, que se avance hacia propuestas de negociación donde se aborden cuáles son las soluciones de contenido que podrían establecer nuevos marcos de convivencia, es algo que corresponde casi a todas las civilizaciones. Es algo que va seguir dándose durante mucho tiempo, porque hay propuestas que quizá todavía no tengamos pensadas, me imagino, o nuevas formas de gobernabilidad que pueden ir desarrollándose en el tiempo.

¿Por qué se enquistan los conflictos? Porque el cambio da mucho miedo. Porque todavía necesitamos algo más de tiempo para crear espacios en los que la confianza entre las partes se vaya ganando, para que el miedo al cambio, a la relación, al otro, se pierda. La confianza no se gana de un día para otro, es producto de actitudes y de resultados, no es suficiente decir “yo ahora deposito mi confianza en esto que estamos haciendo, y ya está”. Hay que tener una actitud en que la confianza sea un valor, pero algo, además, que no tengamos ni siquiera controlado. Cuando uno entra en un proceso de negociación, sabe que lo salga de allí va a ser algo que no se conoce. Habrá algo que pueda proponer y algo que tendrá que dejar atrás. Pero ese dejar atrás alguna cosa será para ganar otra. Porque si no, no es una negociación. Cuando hablamos de generar espacios donde la confianza se gane, estamos hablando de compromiso, de actitudes. Actitudes en que se sepa que la confianza es importante, pero que también se demuestre, y se pidan resultados. María Oianguren Idigoras (Gernika, 1966) Se licenció en Filosofía y Ciencias de la Educación por la UPV-EHU. Toda su trayectoria laboral se ha desarrollado en Gernika Gogoratuz, donde comenzó, allá por 1991, poniendo en marcha el centro de documentación. Posteriormente pasó a encargarse del servicio editorial, así como de la edición de la página web. Colaboró, además, en la organización de diversas jornadas internacionales y seminarios relacionados con la paz y los conflictos. Finalmente, y tras jubilarse a finales de 2001 Juan Gutiérrez, uno de los fundadores y hasta entonces único director que había tenido el Centro de Investigación por la Paz Gernika Gogoratuz, María Oianguren pasó a ocupar su actual cargo a comienzos de 2002. Su formación en las disciplinas de resolución de conflictos y estudios por la paz proviene en gran medida del trabajo que ha llevado a cabo en Gernika Gogoratuz. También ha asistido a cursos de especialización organizados por distintas entidades, incluida la Universidad Oberta de Catalunya.
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