Pedro Elosegi. Director de la Academia Municipal de Folklore de Vitoria-Gasteiz: Siempre intento estar en las “Dantza plazan” porque es muy gratificante tocar y ver a la gente disfrutar bailando

2010-10-01

VELEZ DE MENDIZABAL, Josune

Se inicia un nuevo curso. Los casi 900 alumnos de la Academia Municipal de Folklore de Vitoria-Gasteiz están ya dispuestos y con ganas de poner una nota de color a la ciudad. Ubicada en la céntrica calle San Antonio, las paredes de Musiketxea, como se le conoce entre los que frecuentan la Academia, se han quedado pequeñas. A su paso por el edificio, protegido y discreto entre casa y tiendas, se pueden escuchar las notas que escapan por sus ventanas. Un sano síntoma de que la música goza de buenos pupilos. El curso comienza una vez más; y por vigésima año. Dos décadas de vida que regenta desde sus inicios Pedro Elosegi como coordinador de la Academia Municipal de Folklore de Vitoria-Gasteiz.

Han pasado 20 años desde que se inaugurara la Academia Municipal de Folklore. Usted ha sido parte de ella desde sus inicios como coordinador de la misma. ¿Cómo recuerda esos comienzos?

Ya en 1989 había una academia municipal que por aquel entonces la gestionaba el grupo de danzas Indarra. Pero se decidió ampliar aquella primera oferta a no solo danzas, sino también a música. Lo hizo el Departamento de Cultura como servicio propio en el verano de 1990. Junto con esto, sacaron a concurso interno el puesto de coordinador de músicos de la Banda Municipal, y lo saqué yo. Ese mismo verano se hizo un diseño de cómo se podría llevar a cabo una escuela de esas características y qué personal se necesitaría para ello. De ahí salieron las plazas de alboka, dantza, txistu, txalaparta... y se comenzó a trabajar con estos profesores y profesoras. Posteriormente se fue amoldando y al día de hoy la escuela cuenta con un total de 28 personas en plantilla. También el número de alumnos fue progresivamente aumentando, al principio teníamos un total de 130 alumnos y este año vamos a llegar a los casi 900, y no nos da para más...

La escuela se ha quedado pequeña, y hace tiempo que se habla de un proyecto de ampliación. ¿Para cuándo está previsto?

Existe una parcela en el barrio de Lakua para hacer el traslado. El documento de necesidades previo al proyecto arquitectónico está ya entregado, y solo hace falta estar a la espera de que se redacte el proyecto definitivo... Mientras tengamos el centro que tenemos y la plantilla que tenemos no hay más salidas, ni más plazas, así que a lo largo de este curso pretendemos hacer actividades puntuales, dar información y atender a las necesidades de otros colectivos que están trabajando en el campo de la música y la danza a través de talleres, charlas, conferencias. Es decir, llegar a más gente, ampliar un poco más nuestras paredes.

Con dos décadas de trabajo a las espaldas, ¿qué valoración hace el coordinador de Musiketxea del camino recorrido?

Nosotros desde el principio teníamos dos objetivos generales por cumplir en nuestro centro. Por un lado era el de que no podíamos ser una escuela al uso. No una escuela en la que hay un aula que se llama clase, un señor que se llama profesor, y otro que entra por la puerta que es el alumno. Estábamos convencidos de que nuestra escuela tenía que ser sobre todo práctica. Necesitábamos estar fuera de la escuela porque la danza y la música son así, y no pueden quedar entre cuatro paredes. Primero con nuestro personal y luego con nuestros alumnos. Y es que nuestra enseñanza no se podía limitar a la escuela y al aula sino que debía estar en la calle. Y el segundo motivo que veíamos como general, y el tiempo nos ha dado la razón, es que la danza tradicional no era algo en lo que había que vestirse de una manera típica, con un moñito y delantal, una txapela y a bailar encima de un escenario para que el resto de ciudadanos lo viera y lo escuchara; sino que queríamos recuperar esa danza tradicional para ser usada y no ser solo vista. Es decir, que los ciudadanos fueran participantes en ese baile, aunque no en todos evidentemente, porque hay bailes de corporación o de ritual que lo baila gente muy concreta. Y creo sinceramente que ambos objetivos han sido cumplidos.

¿Se refiere, en parte, a las “Dantza Plazan”?

Sí, el programa “Dantza Plazan” aglutina a todas aquellas personas que quieren bailar. Nosotros tocamos en las plazas de Gasteiz para que la gente que quiera, que sepa, y sobre todo quien no sepa y le guste, baile de una manera desinhibida. “Dantza Plazan” ha recogido desde el principio los dos objetivos generales de la escuela. Nosotros creamos este programa y posteriormente se ha adoptado también en otros lugares. No digo que nos lo copiaran sino que fuimos los primeros aventados que utilizamos este programa como leiv motiv de nuestro trabajo actual... seguramente antes o después se hubiera llevado a cabo de igual manera porque en realidad era una necesidad. Hoy en día tenemos este tipo de actividad con Tapia eta Leturia, Patxi Borda, Patxi Perez con su Dantza Piko, el grupo donostiarra Kresala con “Plaza Dantzan”... Son todas actividades de romería urbana. El modelo que se ha desarrollado durante la historia es el de modelo rural, y ahora habiendo ya desparecido casi en su totalidad el modelo de vida rural queríamos que el baile se adaptase a nuestros tiempos, a un momento de vida urbana... y es lo que pretende y logra nuestro “Dantza Plazan”.

La romería siempre se ha caracterizado por ser lugar de encuentro, de comunicación, de cortejo... ¿Qué ven ustedes, los músicos, desde su atalaya cuando tocan en las “Dantza Plazan”?

Ligar no es el único fin del baile, pero es cierto que el rondo es inevitable. Desde el escenario se ve muy bien eso... Es decir, la gente que se acerca y va siempre al mismo grupo, y bailan todos juntos... El ligue es algo que la danza siempre ha propiciado.

Fandango, arin-arin, Larrain dantza y polkas son algunas de las piezas que suenan en las “Dantza Plazan” en fechas como las fiestas de La Virgen de la Blanca, Olarizu, San Prundencio, o durante los sábados de mayo a septiembre en la plaza del Matxete. La gente acude a bailar hasta el punto de que las plazas se quedan pequeñas. El programa de danzas en la calle sin duda es todo un éxito.

La plaza del Matxete se quedó pequeña hace mucho tiempo y estamos barajando llevar el “Dantza Plazan” a otro sitio, más amplio, con un suelo mejor porque esos adoquines no son lo mejor para bailar. Pero nos da miedo que por llevarlo a otro sitio pierda ese gustillo... y es que la plaza del Matxete tiene tanto tanto tanto sabor...

Ahora cada vez menos, pero al principio la gente era reacia a bailar, había miedo a no hacerlo bien... El modelo que se nos representaba era el de unos dantzaris en un concurso de jotas o de aurreskus, que casi era perfecto, y eso daba miedo al que no sabía. Pero ese no es el modelo, el modelo es el que a cada uno le sale. Las vergüenzas son de alguna manera menores cuando nos refugiamos de manera voluntaria en la plaza del Matxete. Porque es una zona de menos paso, más recogida... Es una zona en la que desnudarse ante el resto es casi más fácil, un sitio recogido en el que apenas te ven, y al final esos condicionantes te invitan a bailar. Aún así es cierto que se ha quedado pequeña y en fiestas de Vitoria donde tocamos todos los días resulta imposible bailar... y eso desde arriba (desde el escenario), el ver a más de mil personas bailando es una satisfacción inmensa, por eso a mí me toque o no estar ese día en el escenario, intento que me toque estar porque es muy gratificante.

Es txistulari y ha formado parte de la Banda Municipal de txistularis. ¿Cuándo y cómo Empezó a tocar el txistu?

La Banda Municipal está integrada en la Academia, y las plazas de percusionistas y txistularis de la academia forman la Banda Municipal de txistularis, pero mi plaza no es de txistulari sino la de coordinador general; y por mis funciones propias no debería tocar el txistu, pero toco porque me gusta. Aunque ya no formo parte de la Banda. Empecé a tocar el txistu a la edad de siete años, cuando me lo regalaron. Después estuve en grupos de danzas bailando y hubo un momento, cundo yo tenía 14 años, en el que no había txistularis en el grupo e Ibon Azkarraga quien llevaba el grupo en el aquel momento, fue el que me dijo para tocar y seguí tocando. Luego salieron plazas de txistularis en el ayuntamiento y me presenté y a pesar de que no era necesaria formación de txistulari me creí en la obligación y realicé estudios superiores de txistu.

¿Conoció a Luis Aramburu, profesor de música, organista y el primer director del Conservatorio de Vitoria?

Le conocí muy tarde. Yo había estudiado tres cursos de lenguaje musical y ya cuando volví al conservatorio con 25 años, él ya estaba jubilado. Tuve dos contactos con él. El primero siendo yo niño. Mi abuela, como buena abuela, me llevaba todos los domingos a misa y él tocaba el órgano en San Miguel. No era un organista al uso porque siendo finales de los años 60 en sus melodías siempre metía algo de música tradicional vasca; lo recuerdo porque por aquel entonces yo estaba estudiando txistu y eran melodías del cancionero popular vasco.

El segundo contacto que tuve con Don Luis fue siendo yo ya presidente de la Asociación de Txistularis. Le llamé porque le concedíamos la medalla de oro de la Asociación. Le conté que teníamos pensado hacer un concierto en su honor y así hacerle entrega de la medalla. Y me contestó: “está bien, pero sin alharacas”. La frase me dejó aturdido, aunque presumía lo que significaba lo confirmé mirando la palabra en el diccionario. Y en resumen, es una frase que define muy bien como era Luis Aramburu, cualquier colaboración o favor que se le pidiera él lo hacía, y sin embargo era tremendamente humilde y humano.

¿Y tuvo la suerte de coincidir con Primitivo Onraita?

Sí, Onraita y yo compartimos un año y medio de vida (y se ríe). Es casi imposible que lo recuerde, pero a su vez es real y cierto. Mi abuela tenía un restaurante y Onraita iba ahí a diario; allí mismo tocaba el txistu. Tengo un vago recuerdo de crío, que me parece imposible que con año y medio que tenía entonces lo pueda recordar, pero lo comprobé con los años... Aunque no me acuerde siempre he tenido la impresión de haber escuchado tocar el txistu a un señor mayor en el restaurante de mi abuela. Y así lo confirmamos una vez que pasados los años en el restaurante contaron la historia y dije “sí, se sentaba ahí”, y era el sitio donde él solía estar. Nadie me había dicho nada, por lo que era imposible que lo supiera, pero me parecía recordarlo a pesar de la pronta edad que tenía.

Luego con el paso del tiempo he conocido a su hijo y a su nieto con el que hemos trabajado en varias ocasiones. Cuando le dedicamos el Cd la Banda de Txistularis su nieto cedió a la Academia el txistu de su abuelo que tiene ya casi 300 años. Onraita escribió la historia de su txistu en 1927, cuando se edita la primera revista de la Asociación de Txistularis. Ya por aquel entonces hablaba de que su txistu tendría 250 años. Una vez hicimos una asamblea de txistularis en Legutiano y llevamos allí el txistu como curiosidad; ¡Se trataba del txistu de Primitivo Onraita fundador de la banda municipal de txistularis! Estuvimos probándolo en Gasteiz y sonaba precioso. Una hora más tarde en Legutiano sin embargo, ¡era imposible hacerlo tocar! Lo tuvimos metido en el bolsillo de la chaqueta y al final logramos que sonara, a pesar de que no fuera de igual manera que lo hubiera hecho en Gasteiz. Dedujimos que serían las condiciones atmosféricas y ambientales del lugar, la humedad, la temperatura... La verdad es que ese txistu nunca antes había salido de Vitoria. Y los txistus, para quien está de continuo tocando, no siempre suenan igual; quizás para el oyente parezca que sí, pero no tiene el mismo sonido en Donostia que en Gasteiz, por poner un ejemplo.

La academia imparte clases de triki, txalaparta, txistu, alboka, dantza y gaita; ¿Cuál de todos estos instrumentos goza de más éxito entre los alumnos?

El que más gusta es la triki. Seguramente porque se oye más, y no me refiero solo en cuanto a volumen, sino a que se escucha más en los discos. Segundo porque es un instrumento que está afinado, que es agradable de escuchar, tocas un botón y siempre suena parecido... No así el caso de la gaita o el txistu en el sonido depende de quien lo haga sonar. Quizás el txistu no tiene ese volumen sonoro en la calle, pero tiene el que ha tenido siempre. Tiene su función en sitios específicos y para el acompañamiento de la danza es vital. Es un instrumento que con un solo músico llevas melodía y percusión. Además el txistulari va muy unido a la transmisión de la danza y a su repertorio. Aunque realmente no se pueden comparar porque cada uno tiene su sonido y su entorno. En la escuela tenemos tantos alumnos de txistu como de triki porque lo que enseñamos a los alumnos es a aprender a tocar el instrumento para que les sea útil.

Además del cargo de coordinador general de la Academia Municipal de Folklore es usted juntero del PNV. ¿Ejerce de político porque es otra manera de disfrutar de su ciudad?

En la vida me hubiera imaginado que fuera a ser político, pero me llamaron un día y me lo pidieron y tengo claro una cosa, la política es un mal necesario. Por lo que sea hemos decidido vivir juntos, haciendo una ciudad, un territorio, un país... y hay alguien que se tiene que encargar de emparejar eso de ponerse al frente y representar a todos. Y creo que eso debería ser una obligación. Siempre he dicho que todos deberían participar alguna vez en un cargo político aunque ya sé que es algo imposible. Y entonces como creo que esa obligación es de todos, pues cuando te llaman... estás. Pero llevo más tiempo del que quisiera. Siempre he tenido muy claro que no es mi vida, ni una profesión... no debería ser la profesión de nadie, todo el mundo debería pasar por este cargo y tener algo aparte. Eternizarse en la posición de político no es bueno porque es una responsabilidad de todos. Pedro Ignacio Elosegi Gonzalez de Gamarra (Vitoria-Gasteiz, 1960) Profesor Superior de Música, especialidad Txistu, Donostia 1992. Presidente Indara Kultur Elkartea, 1983-1997. Presidente Euskal Herriko Txistulari Elkartea, 1993-1995. Presidente Ikastola Olabide, 2006-2008. Director Academia de Folklore Ayuntamiento de Vitoria-Gasteiz desde1990 hasta la actualidad.
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