Xabier Arakistain. Director del Centro Cultural Montehermoso Kulturunea: El feminismo es uno de los motores del siglo XX, y la revolución pendiente del siglo XXI

2010-06-25

BEGIRISTAIN, Edurne

Xabier Arakistain, más conocido como Arakis (Madrid, 1966) es director del Centro Cultural Montehermoso Kulturunea de Gasteiz desde diciembre del 2006. Pionero en el desarrollo y la aplicación de políticas de igualdad entre los sexos en los ámbitos del arte, el pensamiento y la cultura contemporáneos, Montehermoso ha demostrado que es posible llevar a cabo una política cultural no sexista. Arakis está convencido de que una política no sexista mejora la propia política cultural.

Foto: Alex Larretxi.

Estudió Ciencias Sociales y de la Información. ¿Cómo dio el salto del periodismo al mundo del arte?

Me matriculé en Ciencias Sociales y de la Información pero enseguida me di cuenta de que la práctica periodística no me interesaba demasiado. Entonces me escoré hacia el departamento de comunicación audiovisual, que tenía que ver con el cine, las artes visuales, y el ámbito de la cultura que era lo que me interesaba. Hice el doctorado en ese departamento, y acabé trabajando en la tesis doctoral sobre cine con una directora, Lourdes Méndez, que daba clases en Bellas Artes, que era y es antropóloga y que además era y es feminista. Por otro lado, buena parte de mis amistades también estaban en el ámbito del arte. El mundo de la cultura en general era algo que me interesaba, y que entendía como parte y motor de las transformaciones sociales. Cuando estaba preparando la tesis doctoral sobre la representación del travestismo y la construcción cultural de las identidades de sexo y género en el cine comercial, me encontré con La Política de las Mujeres de Amelia Valcárcel. Fue un libro que me impactó mucho, porque llama a la militancia feminista de una forma directa y práctica. Y me sentí muy identificada con Amelia cuando decía que le debía mucho al feminismo, porque le había proporcionado un mapa para leer la realidad, un espacio en ese mapa donde luchar por la igualdad, y que se sentía obligada a continuar la tarea de sus antecesoras. Desde esa lógica decidí trabajar en el arte contemporáneo porque además creía que era un campo en el que se podía trabajar con cierta libertad. Y no me equivoqué. Al menos desde finales de los 80 hasta ahora, que es el tiempo que me ha tocado vivir en lo profesional, el arte ha sido un recipiente de discursos críticos. Y un recipiente consistente en el que los discursos críticos son posibles con una cierta continuidad, y donde se establecen también unas redes interesantes entre diferentes escuelas y perspectivas de pensamiento.

Tiene detrás una trayectoria como comisario de arte independiente ¿Cómo se decidió a tomar las riendas de un centro cultural como Montehermoso?

Me presenté a un concurso público de una institución, tras diez años habiendo comisariado arte independiente, porque teníamos dos leyes de igualdad vigentes en el territorio, la del Parlamento Vasco y La Orgánica, y que parecía que nadie tenía intención de desarrollar, en sus artículos 25 y 26 referentes a la cultura y el arte. Y pensé que una vacante en un centro cultural era una buena oportunidad para aplicar esos conocimientos que tenía atesorados a lo largo de mi carrera profesional y de la militancia en el feminismo.

Cuando cogió las riendas de Montehermoso hace tres años apostó por convertir el centro en una referencia del arte desde la perspectiva de género. ¿Lo ha conseguido?

Me incorporé a Montehermoso a finales de 2006 con un objetivo básico: combatir el sexismo a través de un programa de arte y pensamiento contemporáneo internacional de calidad. Todas las estadísticas siguen indicando que las mujeres siguen discriminadas en todos los campos de actividad. Y la cultura, y el campo del arte, en concreto, son cruciales, porque nutren el imaginario simbólico, y tienen que ver con la construcción de las culturas y las sociedades, con cómo se constituyen y circulan las ideas. A mí, el arte contemporáneo que me interesa tiene sentido si se configura como un espacio de reflexión crítica en las sociedades y en las culturas que vivimos.

Pero volviendo a la estadística, por ejemplo, en las últimas dos décadas las facultades de Bellas Artes han producido más licenciadas que licenciados, pero luego el sexismo patriarcal va operando en los distintos círculos de reconocimiento, incluido el mercado, y se produce una criba que excluye a las mujeres. Las artistas mujeres son igual de buenas o malas artistas que los hombres, lo que ocurre es que hay una resistencia a dejarles ese espacio en el arte, como en otros campos. Y esa resistencia la hemos padecido también en Montehermoso, porque sigue habiendo una resistencia bestial a aceptar la igualdad entre hombres y mujeres. Ha sido un proceso duro, pero también tengo que decir que hemos tenido grandes ayudas del mundo del arte y del feminismo, y por supuesto, hemos tenido aliadas y apoyo institucional para poder hacerlo.

¿Y tras tres años, en que punto está Montehermoso?

Estamos en primera línea. Tenemos un prestigio local, estatal e internacional que no pensábamos que íbamos a conseguir en este periodo tan corto de tiempo. Los proyectos interesantes de arte y cultura suelen ser lentos, poner en marcha una programación, que se entienda el discurso que tiene la institución, llegar a diferentes públicos y diferentes sectores... todo eso es una labor muy costosa. Y la verdad es que en ese sentido lo hemos hecho en un tiempo record. El campo del arte nos conoce perfectamente, la ciudadanía también, y ahora el modelo Montehermoso despierta mucho interés. Estamos muy contentas, porque el resultado es fantástico. Montehermoso demuestra que se puede hacer una política cultural que no sea sexista y que además hacer una política cultural no sexista resulta en una política cultural más excelente.

¿Qué diferencia existe entre aplicar políticas culturales desde la perspectiva de género y aplicar políticas feministas?

Son dos cosas diferentes aunque pueden llegar a ser complementarias si no se pierde de vista la perspectiva feminista en la perspectiva de género. Nosotras estamos aplicando políticas de igualdad entre los sexos en la Administración Pública, que es quien en buena parte financia, produce y difunde el arte en el Estado. Aquí, la perspectiva de género se ha construido desde las instituciones y el feminismo tiene una tradición en el activismo político y en la producción intelectual. De todas formas, desde mi punto de vista el género es un efecto del feminismo, aunque a veces puede llegar a ser un efecto perverso. Desde luego, las perspectivas de género tienen que ser capaces de albergar las diferentes posiciones feministas, que hay muchas y muy variadas, e incluso contradictorias y encontradas. Porque el feminismo es un movimiento social e intelectual muy rico. Es uno de los motores del siglo XX, y la revolución pendiente del siglo XXI. El feminismo es conocimiento. Y el conocimiento puede y debe servir para mejorar la calidad de vida de las personas, y para mejorar los contextos sociales y culturales.

Foto: Alex Larretxi.

¿Montehermoso ha conseguido un efecto dominó desde el punto de vista de la igualdad entre los sexos en los demás centros de arte?

Me temo que es muy difícil conseguir un efecto dominó, pero desde luego sería lo deseable. Nosotras hemos demostrado que se puede hacer una programación paritaria sin rebajar un ápice la calidad. Ese es uno de los grandes mitos sexistas, afirmar que las mujeres no son capaces de jugar en primera división. Es absolutamente falso y además en el proceso de poner en evidencia que la capacidad de las mujeres está limitada por los controles sociales de sexo, se empieza a transformar ciertas reglas, visiones e incluso las instituciones. El otro día me explicaba una amiga que uno de los grandes logros del feminismo es que los juicios de valor están transformándose. Y eso tiene que ver con el movimiento social y político feminista, con las actuaciones institucionales por la igualdad, pero también con ejemplos como el de Montehermoso. Todo eso está creando un clima de opinión que hace que hoy en día sea más insoportable la discriminación hacia las mujeres. Hoy en día es mucho más difícil justificar la violencia de los hombres contra las mujeres, y es más difícil justificar que no haya mujeres en los espacios de toma de decisión, por ejemplo.

¿A qué se debe?

Se debe a que las y los feministas han desarrollado el concepto de igualdad para incluir las categorías de sexo, género y sexuales. Y esa es una de las asignaturas pendientes desde la ilustración, porque la igualdad ilustrada es, entre otras cosas, sexista. Si queremos avanzar en esa línea de discurso y pensamiento, el horizonte de la igualdad, la igualdad entre los sexos tiene que empezar a ser una realidad. Evidentemente hemos conseguido muchas mejoras, por ejemplo, sabemos que las mujeres acceden al voto a principios del siglo XX, aunque sabemos menos que para obtener esos derechos muchas mujeres se han dejado la vida. Ahora estamos en otra fase que también es muy importante, porque a nivel simbólico y social entre las nuevas generaciones se siguen reproduciendo los estereotipos sexistas que reproducen la opresión de las mujeres. Queda muchísimo trabajo por hacer. Porque a menudo reproducimos las ideologías del patriarcado sin ser conscientes de ello, se lleva encima de manera invisible, no somos conscientes que padecemos y reproducimos el sexismo. Es muy difícil explicar a quien cree que no tiene un problema que visibilice ese problema que tiene y no ve. En concreto, el territorio del arte ha sido un territorio de gran resistencia a abrir sus puertas a las mujeres, porque las ideas decimonónicas de artista, de genio o de obra maestra, que son ideas masculinas, y que han construido la institución arte, siguen operando hoy en día. Tendemos a pensar que la excelencia está en los varones, aunque las sociedades del presente demuestren de manera inequívoca que la excelencia está en los dos sexos. Nosotras participamos de esa corriente social, cultural y también artística que valora lo que están haciendo las mujeres y que incluye redescubrir algunas que han quedado sepultadas. Esa tarea se inició a finales de los 60 en el arte; pero más allá de recuperar figuras históricas, lo que tenemos que hacer hoy es presentar lo que está ocurriendo en la actualidad. En la actualidad tenemos una proporción paritaria de artistas mujeres fantásticas, y desde las instituciones hay que garantizar que tengan el espacio de reconocimiento que merecen.

¿Cómo concibe el arte? ¿Qué expresión del arte le interesa?

El arte es un edificio muy complejo que tiene que ver con el intelecto y la experiencia. Y a mi me interesa como un espacio de reflexión crítica. Yo entiendo por crítico algo que te mueve, que te lleva a reflexionar y a pensar. Y eso es algo distinto a ser anti algo o a ser reivindicativo pro no sé qué. Es más complejo, tiene que ver con la posibilidad en sí misma, con salvaguardar un espacio de posibilidad para lo imposible. El arte produce en las personas que participan de él sentimientos que les llevan a reflexionar, a pensar, a que se detenga el tiempo, y que te conecte contigo mismo, contigo misma, con lo interesante o importante de la vida. A mi me interesa el arte que detiene esas rutinas sistémicas cotidianas. Por ejemplo, desde principios del siglo XX se viene cuestionando la imagen, la visión: tenemos una cultura visual muy sedimentada que relaciona imágenes con realidad, que es muy poco crítica con la construcción ideológica de la imagen. Y el arte está deconstruyendo esa idea de cultura visual “aparentemente neutral”. Una tarea que me parece imprescindible para avanzar y para poder acercarnos de otra manera a la realidad que nos rodea.

¿Es Montehermoso un espacio de expresión crítica?

Absolutamente. Es algo que hemos cuidado desde el día que abrimos la persiana y que está en el programa del centro en todas las actividades. Tenemos cuatro departamentos básicos, el de exposiciones, acción cultural, educación y documentación, que forman un discurso coherente y que operan desde esta perspectiva crítica. Operamos desde diferentes discursos críticos, en los que incluimos como uno más el feminismo. Y esto es algo que no hacen otros centros. Somos un centro que promueve la reflexión crítica en la ciudadanía, que busca que la gente se detenga un momento en su vida rutinaria y pueda pensar o reflexionar qué estamos haciendo como sociedad o seres humanos. Creo que esta es la verdadera función de un centro de arte y pensamiento contemporáneo.

Xabier Arakistain, Emma Dexter y algunos de los artistas participantes en la exposición “Living Together”.

Foto: Igor Aizpuru.

¿Han conseguido conectar con el público?

Sí, y con públicos diferenciados. Y las cifras de visitantes lo corroboran. Tenemos una gran producción de exposiciones, cursos, publicaciones... nos dedicamos al gran público, en el sentido que trabajamos para una variedad de públicos. Tenemos programas para diferentes edades, grupos sociales, comunidades artísticas, el alumnado de la universidad... y además, los programas son abiertos. Montehermoso está trabajando en la cultura del conocimiento, y creo que eso se entiende. Me parece muy peligroso promocionar únicamente la cultura del entretenimiento, porque es anti-reflexiva. Y además, participar de la cultura del conocimiento puede ser muy entretenido. Entiendo que los seres humanos somos muy complejos y a veces necesitamos desconectar, y hay cosas que te sirven para desconectar, para dormir, y otras que tienen que servir para despertarte. Nosotras trabajamos en un discurso interesado en qué está ocurriendo a nivel global y local, en qué tipo de diálogos establecemos entre las perspectivas locales y globales...

Fue uno de los impulsores del Manifiesto ARCO en 2005, en el que, entre otras cosas, se demandaba a la administración prácticas para implementar la igualdad en el arte. ¿Qué respuesta ha tenido?

Entre otras cosas en aquel documento, decíamos que si con nuestros impuestos se estaba financiando buena parte del arte del estado, queríamos que esos impuestos no fueran utilizados de una forma sexista. Redactamos el documento haciéndoles esa petición a las administraciones públicas. Desde entonces han pasando pocas cosas, o muchas, según cómo se mire. Tenemos dos leyes de Igualdad que recomiendan las políticas de igualdad entre hombres y mujeres también en los ámbitos del arte y la cultura. En Montehermoso somos pioneras en el desarrollo de esas leyes pero también están ocurriendo más cosas en el campo del arte y sobre todo creo que hay otro clima de opinión y empieza a ser un problema para los museos y centros de arte contemporáneos que se siga apartando a las mujeres de sus programaciones. Creo que empiezan a percibirlo como un problema.

¿Aquel documento suscitó muchos apoyos entre los hombres del mundo del arte?

El feminismo no es asunto sólo de mujeres. No hay más que mirar la historia. Poulain de la Barre escribió en el siglo XVII uno de los textos fundamentales para la defensa de la igualdad entre hombres y mujeres; Stuart Mill tuvo clarísimo que la desigualdad entre los sexos era un problema social y cultural... Siempre ha habido a lo largo de las diferentes etapas del feminismo hombres que han participado en pro de la igualdad entre los sexos. Y esto sigue ocurriendo. Y en este manifiesto también había hombres. El feminismo es una cuestión de hombres y mujeres. Propugna una sociedad más igualitaria, por tanto, mejor para hombres y mujeres. Por ejemplo, dos detalles que indican un cambio de opinión son el que últimamente en el Estado español están proliferando las investigaciones en el mundo del arte sobre las masculinidades, o están proliferando en lo social asociaciones de varones por la igualdad. Los hombres empiezan a ver los roles de géneros masculinos como cárceles en las que tampoco es tan cómodo vivir.

Ha dicho más de una vez que está pendiente hacer una historiografía del arte feminista en el Estado español.

Tenemos muchas historiografías pendientes en el Estado español. Sobre el feminismo, sobre arte, de arte feminista... Tenemos pocas publicaciones sobre que ocurrió, tanto a principios del XX, como en los años 70, con el feminismo y con el arte en el Estado español, y es algo que tenemos que ir haciendo y difundiendo para que las nuevas generaciones tengan buena documentación. Otro de los puntos que Montehermoso tiene como eje central tiene que ver con la trasmisión de conocimiento a través de generaciones. Y en concreto el conocimiento feminista. Una de las ayudas que ofrecemos a la investigación está dirigida a la construcción de una historiografía del binomio arte y feminismo en el Estado español, porque tenemos un déficit de publicaciones en este sentido. Xabier Arakistain Xabier Arakistain es director del Centro Cultural Montehermoso Kulturunea, pionero en el desarrollo y la aplicación de políticas de igualdad entre los sexos en los ámbitos del arte, el pensamiento y la cultura contemporáneos. Previamente, Arakistain desarrolló distintos proyectos como la exposición Trans Sexual Express (1999) que incorporaba la cuota de sexos como criterio curatorial y en la que se exploraba la construcción cultural de las categorías de sexo, género y sexualidad en la producción artística del contexto vasco del momento. En 2000, y junto a Rosa Martínez, la exposición se amplió a otros contextos y tuvo diferentes sedes. De 2001 a 2003 fue responsable de la programación paritaria de la Sala de Exposiciones de la Fundación Bilbao Arte Fundazioa, y de 2003 a 2006 dirigió las mesas de debate sobre arte y feminismo en los Foros de expertos en arte contemporáneo de la feria ARCO. En 2005 impulsó el Manifiesto Arco 2005, que demandaba a las administraciones públicas medidas prácticas para implementar la igualdad entre los sexos en el campo del arte, y que fue secundado por un buen número de mujeres del sector. Xabier Arakistain ha sido también comisario de retrospectivas dedicadas al artista británico Leigh Bowery o al colectivo estadounidense Guerrilla Girls y de las exposiciones Para todos los públicos (Sala Rekalde), Kiss Kiss Bang Bang, 45 años de arte y feminismo (Museo de BBAA, Bilbao). En Montehermoso ha comisariado exposiciones como Switch on the Power, Ruido y políticas musicales, La Mirada Iracunda (co-comisariada con Maura Reilly) o Living Together, Estrategias para la convivencia (co-comisariada con Emma Dexter). Además, Arakistain ha impartido conferencias sobre su trabajo y sobre las relaciones entre arte y feminismo en el MAK de Viena, el Brooklyn Museum de Nueva York, la UCL de Londres y la EHESS de París. Xabier Arakistain obtuvo la licenciatura con grado en Ciencias Sociales y de la Información por la UPV/EHU, con un trabajo de investigación sobre las identidades de sexo, género y sexuales en la imagen fílmica y tiene un Master en Cine por la misma universidad.
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