Aingeru Zabala. Historiador: Para reflexionar sobre la Euskal Herria de mañana Bilbao es el observatorio más adecuado

2012-01-06

VELEZ DE MENDIZABAL AZKARRAGA, Josemari

Está claro que cualquier pueblo que se precie debe ser respetuoso con su historia y con el legado, tanto material como inmaterial, que le ha sido transmitido por sus ancestros. Está igualmente de claro que la gestión política debe de estar enfocada hacia la mejor gobernanza de esa herencia. Lo que no está tan claro es que todos los cargos públicos tengan la misma sensibilidad hacia ello. Por lo que puede darse el caso —y desgraciadamente se da— de que el patrimonio cultural se resienta de manera progresiva. La historia, el patrimonio material e inmaterial, las buenas prácticas en la gestión y en la reflexión forman parte de la fórmula necesaria para construir un nuevo paradigma de sociedad.

Historiador, profesor universitario, político, administrador público... ¿Con qué título se definiría?

Para empezar, preferiría no definirme. Pero de tener que hacerlo, algunas cosas que hace treinta años yo hubiera negado que lo era, hoy me doy cuenta de que me habría equivocado. Recuerdo que cuando llegué a la administración pública, pensaba que iba como un técnico, algo político. Craso error. A cada cosa se va a lo que se va. De tal manera que en aquella época fui un político de profesión. Soy, por otra parte, profesor universitario. Acabé mis estudios y desde entonces no he dejado de dar clases. Soy también funcionario hace treinta años.

Ser historiador es más complicado, ya que parece que se trata de alcanzar lo que deseas ser, más que lo que realmente eres. Pero es cierto que dedico mucho esfuerzo a que un día se llegue a decir que fui un historiador.

Fue en 1980 primer director de Patrimonio Histórico del Gobierno Vasco, presidido por Garaikoetxea. ¡Vaya plataforma para observar a un país por construir! ¿no?

Había mucho por hacer. Una de ellas mirar hacia atrás. Una de las primeras cosas de las que fui consciente cuando acepté el cargo es que era el sucesor de José María Uzelay. Y es verdad que nadie es más que nadie, pero aquel detalle me confirmó que mi compromiso no era pequeño. Uzelay —jóven entonces, como yo— ayudó a construir el devenir del primer gobierno, anterior a la guerra.

Una segunda observación fue la de que debía de ponerme al servicio de quien ponía su confianza en mí. Yo no había hecho la mili, y cuando le comuniqué a mi padre lo que me habían propuesto, él —que la mili tampoco, pero en la guerra sí que había peleado— me dijo: “Aingeru, ¡firmes ar!” Y a partir de ahí, ilusión y trabajo.

Ha hecho referencia a su padre, y me gustaría que nos hablara un poco sobre su abuelo Ángel. El nombre Aingeru (Ángel) Zabala- ¿da carácter?

Supongo que sí. Si es de bien nacidos lo de ser agradecidos, yo debo de estarlo con respecto a mi abuelo. Cuando era adolescente, mis únicas ideas claras eran que no deseaba ser ni político ni historiador, que era lo que había sido mi abuelo, a quien no le fueron bien las cosas. Y, como ya he dicho antes, ahora me encuentro peleando por ser recordado como historiador, y orgulloso de haber participado en aquel Gobierno como político. Tengo que reconocer que hay algo que pesa en términos relativos, y es que mi padre —hijo del suyo— nos enseñó euskera en Bilbao, cosa que no era común, y a apreciar al país desde una perspectiva militante, lo que quizás no era tan raro en nuestra juventud, donde primaba el activismo cultural. De mi “aittitte” heredo, por lo tanto, un contexto que me ayuda a ser como soy

Los nacidos como usted en Abril —Tauro, en el límite con Aries— son pacientes, persistentes, decididos y fiables. Tienen buen corazón y son muy cariñosos. Los Aries —por si acaso lo digo— son aventureros, energéticos, pioneros y valientes, seguros de sí mismo. ¿Cuál cree que le define más?

Este tipo de descripciones tienden a mostrar las observaciones positivas. Quizás nos pueden definir mejor los defectos que las virtudes. De lo que has dicho, probablemente ni lo uno ni lo otro. Hay quien piensa que Tauro es terco, utilizando el término de forma peyorativa; la palabra perseverante es positiva. La verdad es que me identifico muy poco con este tipo de perfiles. Sí que creo, no obstante, que por razón de mi trabajo como investigador debo de ser persistente. De mí mismo me gustaría creer que soy una persona leal con mis amigos, que me parece una cualidad esencial, además de la tolerancia, ya que la lealtad es algo personal, nunca exigible a los demás.

“El patrimonio cultural inmaterial, la lengua vasca fundamentalmente, que debería ser considerado patrimonio de la humanidad, recibe apoyo institucional y social importante.”

Han pasado más de treinta años desde su paso por la administración ¿Ha cambiado su opinión sobre nuestra sociedad desde entonces?

Yo creo que la administración ha cambiado menos que la sociedad. Recuerdo haber llegado a Lakua pensando que íbamos a preparar una administración diferente. Después, entre leyes marco redactadas por personas de leyes formadas en aquel modelo en el que no creíamos, se ha erigido un tipo de administración semejante a la que existía, parecida a un fangal lleno de papeles.

La sociedad ha cambiado más, en algunos aspectos positivamente. En mi opinión, somos más tolerantes, habiendo llegado a lo que de jóvenes decíamos de sociedades como la norteamericana o la inglesa: “Aquí nadie te mira cuando vas por la calle”. Es decir, tengo la impresión de que se ha ampliado el contexto de libertad de las personas. En nuestra adolescencia, las pintadas frente a la casa del empresario eran cosa normal. Hemos sufrido, por razones que todos conocemos, una falta de libertad. Hoy somos más permisivos. Por el contrario, pienso que hemos perdido en solidaridad. Hace unos años todo lo hacíamos de manera altruista, por el bien común. Ahora el bien que prima es el de cada uno. Y si algo se hace por el bien común, suelen ir bien engrasadas de bien personal para que aquél repercuta en uno mismo. Por lo tanto, pienso que hemos ganado en anonimia y perdido en solidaridad.

Conoce nuestra administración pública como pocos. ¿Está lo suficientemente articulada como para avanzar en temas patrimoniales culturales históricos, o esto es una utopía insalvable?

Creo que lo tenemos fácil, ya que por lo que respecta al patrimonio material nuestra riqueza ha sido más bien escasa. El patrimonio cultural inmaterial, la lengua vasca fundamentalmente, que debería ser considerado patrimonio de la humanidad, recibe apoyo institucional y social importante. ¿Qué debe tener más? Ese es otro capítulo.

Los problemas en cuanto al patrimonio van por el propio reconocimiento del mismo y su encaje. Hace años estaba muy mal visto hablar de patrimonio y turismo. Hoy se trata ese encaje con total libertad. Yo siempre he pensado que es bueno unir los dos conceptos. Pero mucho me temo que no se piense por parte de todos de forma similar. Ahí está el patrimonio industrial, que podía ser la base de la incorporación a un proyecto común, y que día a día va destruyéndose sin que a los responsables les duela, por no ser capaces de valorarlo. En aquel primer gobierno comenzamos a crear un Museo de la Técnica para el país..., en el contexto geográfico y social más idóneo de todo el estado. No se ha avanzado desde entonces. Y no se ha hecho, porque no se tiene conciencia de que la industrialización fue lo que configuró el País Vasco actual. Y la industrialización nos permite dar un lugar a todos y cada uno de nosotros en el proyecto de país de futuro. Algunos siguen empeñados en llamar patrimonio industrial a lo que procede del período anterior a la industrialización, sin darse cuenta de que eso implica, de facto, excluir en la concreción de futuro a un pasado más reciente. Por tanto, lo que me preocupa es la no percepción del patrimonio industrial como clave intelectual en la que integrarse todos en un concepto de futuro. Al fallar eso, no tengo más remedio que contestar a tu pregunta de manera pesimista. Aunque podamos tener bien conservado lo que resta de patrimonio material. Pero, insisto, el problema es no asumir que el patrimonio no son sólo cosas, sino que las cosas son la base del patrimonio.

Parece obvio pensar que cualquier planteamiento que se desee llevar a cabo con el patrimonio —material o inmaterial— debe de realizarse con miras al futuro...

Así es. El patrimonio ya lo tengo. Si lo conservamos es para que generaciones futuras lo disfruten y desarrollen.

“Soy de la opinión de que las sociedades progresan a partir de la crisis y nunca desde la complacencia.”

Hace unos días un político significado de este país decía que lo que los vascos necesitamos es innovar y exportar. ¡Vaya descubrimiento! Sobre eso, como historiador, tienes algo que decirle a ese visionario ¿no?

La filosofía hace mucho que descubrió el nominalismo. Entiendo que la palabra innovar es polisémica, ante tantas definiciones existentes. Pero obviamente sin innovar no hay progreso, ya que avanzar es conseguir algo nuevo. No sé si bueno o malo, pero nadie descubre nada sin avanzar. ¿Exportar? Viejo principio. El mercantilismo se instaura a principios del siglo XVIII y la teoría de que es la balanza de pagos internacional la que determina la riqueza de un país se formuló entonces. Y, por cierto, ya se comprobó que tal teoría no era cierta.

Yo tengo otros argumentos que me parecen más sólidos aunque puedan estar más difusos. Soy de la opinión de que las sociedades progresan a partir de la crisis y nunca desde la complacencia. No es un paradigma histórico definitivo pero es bastante cierto. Los momentos de crisis son complejos, y de los mismos pueden darse pasos correctos o no. El problema está en elegir bien. No en el hecho de que deba de haber cambios, que los habrá, ni en que dichos cambios configurarán el futuro, ya que éste existirá independientemente de esos cambios. Lo relevante en los momentos presentes, en mi opinión, reside en la buena elección.

Pregunta a un historiador de uno que no lo es: ¿la historia ayuda a comprender más a Euskal Herria? ¿O nos puede despistar aún más?

Creo que hay muchas historias. Algunas de ellas nos despistan. La historia, sin ánimo de hacer un tratado como el de Hegel, en su globalidad y entendida como realmente lo es, nos ayuda a entender Euskal Herria. Sin memoria no podemos caminar. Antes de nacer no respiramos y en el momento mismo del nacimiento, con un azote, se nos enseña a respirar y a llorar. Si alguien olvidara todo, terminaría por olvidar cómo respirar. Y moriría. La memoria de las personas es al hombre lo que la colectiva es a las sociedades. Un pueblo que lo olvida todo se muere. Todos nosotros actuamos en función de la memoria que poseemos y sobre ella construimos nuestras acciones. Cuanto más conscientes sean los pueblos de su memoria más dueños son de su futuro. Es el instrumento que tenemos como colectividad para construir nuestro devenir. No es que el futuro se vaya a repetir. No se trata de eso, sino de tener la base para una buena decisión en la construcción.

¿Y si la historia la leemos mal? Algo irá irremediablemente mal. Creo que una parte de la historia que se cuenta de Euskal Herria está mal contada. Y creo que, en consecuencia, el futuro a construir desde esa historia mal contada puede ser una Euskal Herria mal hecha. Pero por culpa, no tanto de nuestra incapacidad, sino más bien de nuestra mala memoria

Ha citado a Hegel en cuanto a la definición de historia. Y recuerdo a otro de los autores obligados de nuestra juventud: Freud. ¿Se sublima la historia?

No quería meterme en estas profundidades, pero he de decir que cierta militancia política de este país tiene sublimada la historia y —por cierto— la mala.

“La memoria de las personas es al hombre lo que la colectiva es a las sociedades. Un pueblo que lo olvida todo se muere.”

¿En estos momentos que vivimos de tanto cambio político, a quién le va a corresponder escribir esta historia?

Es un tema que últimamente me tiene molesto. Esta insistencia de los medios de comunicación sobre la necesidad de construir la historia me enerva. Todas estas manifestaciones son un intento llevado hasta el límite por manipular la historia. Partiendo de que la historia es la suma de las memorias individuales, cada uno recordará la historia de manera diferente. En mi casa la guerra civil se recordaba de manera diferente a como se hacía en otros hogares. La realidad histórica será una u otra, pero cada cual construye su historia de manera diferente. Por lo que pienso que este intento de escribir una historia oficial tiene poco futuro.

A finales del XIX y principios del XX se construyeron historias nacionales como paradigma de expresión. En el caso español, Américo Castro y Sánchez Albornoz se hicieron con cantidad de información y crearon sus historias. Que en el XXI las ponemos en duda. Francia, Bélgica etc. tienen procesos similares. ¿Qué está pasando en Euskal Herria? A veces me encuentro con gente que está necesitada del paradigma de la historia, como si necesitáramos una historia cerrada, contada como las que se contaban a finales del XIX, confeccionadas para justificar las naciones y teniendo como objetivo el estado como elemento completo. De ahí que se quiera una historia para Euskal Herria, como configuración de estado. Pero pienso que hoy en día existen otras claves para construir un estado, que no necesariamente pasan por un escenario histórico del país. Primeramente, porque somos un pueblo con un devenir muy complejo. Y en segundo lugar, porque hoy vivimos más pendientes de las diferencias que de las similitudes. Tendemos a poner el acento en ser distinto.

Asumiendo que la historia puede tener visiones diferentes y en tu calidad de hombre de muchos domicilios ¿Desde dónde se ve mejor Euskal Herria? ¿Desde Bermeo, ¿desde Bilbao? ¿desde Canarias?

Las realidades tienen muchas perspectivas, ofrecidas por cada punto de vista. Y estos pueden depender y dependen, de hecho, del estado de ánimo. Los lugares generan sentimiento. De modo que los distintos lugares por los que me muevo me dan una visión diferente. Pero por responder directamente, diría que en mi actual estado de ánimo, siendo como soy aún clase activa, el mejor observatorio para ver Euskal Herria es Bilbao. Me parece el lugar más vital, la perspectiva más interesante en esa dinámica de futuro. Bilbao concita más y mejor la pluralidad y la iniciativa de la sociedad vasca actual. Lo urbano es insustituible en el modelo actual de sociedad. Si Europa apuesta por un modelo de ciudades Bilbao formará parte de ese modelo. Si lo hiciera más por un modelo confederal americano Euskal Herria tendría su protagonismo. Y si seguimos con el desastre europeo actual, nuestro país no pasará de donde estamos. El futuro de Europa, en mi opinión, es urbano. Luego para pensar y reflexionar sobre nuestra Euskal Herria de mañana creo que Bilbao es el observatorio más adecuado. Aingeru Zabala Uriarte (Bilbo, 1949)En 1974 finalizó sus estudios en la Universidad de Deusto y ese mismo año comenzó a ejercer la docencia, también en Deusto y en el departamento de Historia. Entre 1990 y 1999 fue profesor invitado de la Universidad de La Laguna.Archivero Foral y Jefe del Servicio de Patrimonio Histórico de la Diputación de Bizkaia; Director de Patrimonio Histórico del Gobierno Vasco (1980-1983) y miembro del consejo de administración del Consorcio del Museo Guggenheim (1993-1998). Ha sido asimismo vicepresidente de la Federación Española del Centro Internacional para la Conservación del Patrimonio (CICOP), miembro del consejo de los museos Vasco de Bilbao, de Bellas Artes de Bilbao, del Ferrocarril de Azpeitia y Naval de Donostia-San Sebastián, así como de la Junta de Patrimonio Monumental de Euskadi. Miembro de la Comisión Académica de la Junta Permanente de Eusko Ikaskuntza desde 1994, este mismo año se hizo cargo de la dirección de la Colección de Fuentes Documentales Medievales del País Vasco, a cuyo consejo de redacción pertenece desde su fundación en 1979.Es también miembro de diversas asociaciones, entre las que cabe citar los consejos editoriales de varias revistas, y ha publicado varios trabajos sobre la historia y el patrimonio de Euskal Herria.
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