Eva Forest: "La pasividad y la falta de capacidad de reacción son el gran mal de las sociedades democráticas y avanzadas"

2004-02-13

SALA, Teresa

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2004/02/13-20 Eva Forest

Editora "La pasividad y la falta de capacidad de reacción son el gran mal de las sociedades democráticas y avanzadas" Teresa Sala

Itzulpena euskaraz Eva Forest abre la puerta de su casa y de su persona con sinceridad. Se sorprende de que alguien quiera hacerle una entrevista pero al comenzar a hablar sobre su trayectoria y su vida empiezan a sucederse datos y pasadizos tan interesantes que parecen imposibles de resumir en pocos folios. Se emociona al hablar de sus años de estudiante en Madrid y no puede evitar conmocionarse al leer unos artículos de 1977 que anunciaban su puesta en libertad después de haber estado presa tres años. Conversa sobre sus viajes a Cuba o Irak, sobre los libros que ha conseguido publicar a través de la editorial Hiru y acerca de las personas que ha conocido a lo largo de su vida. Pero sobre todo, Eva Forest habla y hace referencia a la solidaridad. El motor de su incansable actividad, la fuerza motriz de su trabajo, y de su vida. Ha dedicado su vida a la solidaridad con los pueblos que luchan por sus libertades, a la denuncia de la represión que sufren y al desenmascaramiento de las mentiras que ocultan esa realidad. ¿Cómo y por qué decidió tomar este camino? El sentimiento de solidaridad es algo que he vivido mucho en mi casa. Mis padres eran anarquistas y vivíamos la solidaridad como algo muy grande. Recuerdo, por ejemplo, la fuerza que tenían palabras como “huelga”. Entonces yo vivía la solidaridad como un sentimiento muy fuerte y sin demasiada reflexión, porque sólo era una niña. Pero era consciente de que existía una humanidad que sufría y luchaba y a la que había QUE ayudar. Estudié la carrera de medicina y fue precisamente en mi época de estudiante cuando volví a tomar un contacto muy estrecho con el concepto de solidaridad, ya que empecé a enviar medicinas a los presos de los primeros años de la dictadura franquista. A medida que una entra en contacto con la solidaridad empieza a contactar con los pueblos y con su historia casi de una manera normal. Cuando ocurrió la revolución cubana me interesó conocer, desde el punto de vista antropológico, qué significaba para un pueblo ser protagonista de un proceso revolucionario. Pasé cuatro meses en una granja de una zona analfabeta y allí seguí tomando conciencia de muchas cosas. Era la época de la guerra de Vietnam. Siempre anduve por esta línea solidaria y libre. Y a pesar de su compromiso, nunca ha llegado a ser militante de un partido político. Sí, es cierto. Nunca he sido militante de un partido político aunque sí he sido una persona muy comprometida con el Partido Comunista. Pero siempre he conservado esta libertad, dando pasos de compromiso relacionados con la solidaridad. En Madrid teníamos un comité de solidaridad muy fuerte con Vietnam, de lucha contra la tortura. También indagué mucho el caso de los mineros asturianos. Luego llegó el Proceso de Burgos y fue entonces cuando creamos un comité de solidaridad con el pueblo vasco y denunciamos en Madrid, a través de boletines, los casos de tortura que estaban ocurriendo. La principal trayectoria de mis trabajos sigue una línea de crear mecanismos para denunciar la tortura. Además, usted estuvo en prisión y tuvo la oportunidad de conocer esa realidad de primera mano. Acusándome de cosas tremendas estuve cerca de tres años en la cárcel. Aproveché el tiempo que estuve presa para estudiar a fondo la represión, trabajé mucho y escribí muchísimo. Fue algo positivo. Es lo que le ocurre a todo torturado. Cuando uno toma la decisión de enfrentarse y de denunciar la tortura que ha sufrido recupera su dignidad. Aquella situación me predispuso a hacer un trabajo desde dentro, de cómo se estaba produciendo la transición a la democracia. Mientras fuera estaban ocurriendo cambios, dentro los torturadores seguían siendo los mismos y la tortura se estaba produciendo igual. Cuando salí me propuse ir siguiendo muy de cerca y de una manera muy minuciosa cómo se producía el cambio de una dictadura a una democracia desde el punto de vista de la represión. Me interesó investigar cómo se sigue practicando la tortura en una estructura democrática. Este es el trabajo que he hecho hasta hoy, en facetas distintas y de diversas maneras. ¿Qué opinión le merecen la situación actual de Euskal Herria y la actitud de la sociedad, y más especialmente de los jóvenes, al respecto? Pienso que hay un retroceso muy grande en el sentido de que muchas libertades que parecía que se habían ganado se han perdido. Y yo considero que todo esto forma parte de lo que es una democracia formal. Y es que, dentro de una estructura democrática y bajo el escudo de la democracia se están cometiendo en el mundo cosas terribles. El problema vasco no lo puedo ver desvinculado de las cosas que están ocurriendo en el resto del mundo. Se ha dicho que entre todos los males la democracia es el mal menos malo pero aún así, han perdido mucho, incluso desde el punto de vista formal. Y esto es algo que está ocurriendo en todo el planeta. No hay más que darse cuenta de lo que ocurre en Guantánamo, de cómo se han reído de las leyes o de cómo han invadido Irak. Aquí prohíben un medio de comunicación y encarcelan a sus trabajadores. Todo parece una burla grotesca que ni tan siguiera se intenta ocultar. Son cosas terribles. Pero hay algo que me parece todavía más terrible, y es el hecho de que los ciudadanos hayamos perdido la capacidad de reaccionar. ¿Se refiere a la pasividad social? Por supuesto. Veo que hay una pasividad generalizada, y pienso que este es el gran mal de estas sociedades, por llamarlas de alguna manera, avanzadas. Sociedades en las que, siendo gravísima la represión directa, se persigue la insensibilización y la anestesia de las grandes mayorías. Está ocurriendo lo que Noam Chomsky ha llamado “El control del pensamiento”. Lo que buscan estos imperios es que las grandes mayorías no piensen ni se hagan ninguna pregunta y que acepten e incluso crean que viven muy bien en democracia y que son libres. Esto explica lo que ocurre en Estados Unidos; que siguen votando a Bush a pesar de las barbaridades que está cometiendo en nombre de la democracia. Esta es la parte más siniestra de las democracias actuales. Aquí ocurre lo mismo porque tenemos que aguantar, por ejemplo, la prohibición de un periódico con leyes que son un atropello. Continuamente una tiene la sensación de burla y la sociedad que tiene que aguantar todo esto termina por enfermar. Es una enfermedad de impotencia, de rabia, de cólera... Ojalá la cólera sea muy grande y ayude a tener más capacidad crítica y a enfrentarse. Y, ¿qué opina de la postura que toman los medios de comunicación? Por un lado está la cuestión oficial y, por otro, el papel que juegan los medios. La manipulación informativa y la postura de muchos periodistas de aceptar y acatar lo que dicen desde el poder crean una atmósfera y un ambiente que en muchas ocasiones tiene que ver con la propaganda del nazismo. La propaganda es un arma capaz de fabricar mucha gente manipulada. Está resultando peligroso, por ejemplo, ser vasco en Madrid. Estamos viviendo un momento muy irracional y difícil. Y yo creo que aún sintiendo rabia, cólera e impotencia no debemos renunciar en absoluto a la capacidad crítica. Ahí está nuestra vida. Ellos no quisieran utilizar la fuerza bruta, preferirían tener borregos que aceptan todo sin ningún tipo de pega. En la medida en la que haya gente que no se resigne, que haga frente y tenga capacidad crítica, que se reúna con otras personas que también la tienen y que hagan núcleos de resistencia, la sociedad no morirá. Desde 1992 dirige Hiru, una pequeña editorial que publica libros en formato de bolsillo. ¿Ha encontrado otra forma de divulgar ideas, una nueva manera de expresarse y difundir material? Cuando me paro a pensar en la editorial me doy cuenta de que tiene mucho que ver con un comité de solidaridad clandestino que teníamos en Madrid. Hiru es un poco la continuación de aquella actividad en democracia y sin clandestinidad. Hay cantidad de libros y mucho material que debería circular porque despierta las formas de pensar y enriquece a las personas, y que no circula, no porque exista una censura explícita que prohíba su circulación, sino porque la industria actual de las editoriales está más por el mercado y por conseguir dinero que por otra cosa. En este contexto nosotras, las tres mujeres que empezamos, teníamos algo muy concreto: las obras de Alfonso Sastre. Y es que sus libros estaban, por decirlo de alguna forma, extinguidos. Se habían publicado, se habían agotado y nadie los había vuelto a editar. Este fue nuestro principal móvil: publicar sistemáticamente la obra teatral de Alfonso Sastre. Así empezamos. El principio tuvo que ser duro. Hemos tenido muchísimas pegas, y no todas han llegado del mercado, ya que muchos obstáculos nos llegaron de editoriales de la izquierda. Había una especie de hostilidad respecto a los libros de bolsillo. “Con esto no vais a llegar a ninguna parte”, nos decían. Yo nunca lo entendí porque siempre tuvimos muy claro a dónde queríamos llegar. Desde el primer momento estuvo claro que iríamos despacio pero que publicaríamos todo lo que pudiéramos. Al principio yo tenía entre manos dos libros que quería que se publicaran, uno de Noam Chomsky y “La otra historia de Estados Unidos” de Howard Zinn. Este último se trata de un libro muy progresista que nadie quiso publicar con la excusa de que era muy largo. Nosotras teníamos muy claro que cuando consideráramos que un libro era interesante lo publicaríamos fuera largo, corto, o tuviera impedimentos. Tuvimos suerte porque le dieron el premio Nobel a Darío Fo y nosotras ya habíamos publicado “Muerte accidental de un anarquista” y “Tengamos el sexo en paz”, entre otros. Desde el principio hemos tenido muy claro que la editorial no había nacido para hacer dinero. Esto fue muy duro al principio, pero lo hemos conseguido. ¿Cómo se encuentra su editorial en la actualidad? Ahora no se gana dinero. Si un libro da dinero este libro pasa a ser solidario con otro ejemplar que va a tener dificultades para ser publicado o que no va a dar dinero. Estos años han sido una gran lección de aprendizaje. En la actualidad tenemos cerca de cincuenta obras de teatro publicadas, una colección realmente interesante que se está vendiendo. Es cierto que nunca haremos un best seller con el teatro, pero también es verdad que hay un público importante interesado por las obras teatrales. Nosotras no tenemos ningún libro muerto, cuando un ejemplar se agota lo volvemos a editar. También hemos querido desmitificar la manipulación de los media y la propia historia, porque la historia siempre se ha escrito desde el poder. A este respecto nos cabe el honor de haber dado a conocer en Europa “La otra historia de Estados Unidos”, de Howard Zinn, hace ocho años. Hace dos años una editorial francesa anarquista muy interesante se animó a editarlo y ya le han dado dos premios oficiales, además de haberle dedicado muchas críticas. A nuestro libro apenas le han dedicado críticas. Nuestra edición se ha impuesto, porque ya vamos por la cuarta, pero se ha impuesto gracias al boca a boca, a la gente. También considero que tenemos un catálogo muy bueno que está vivo, tenemos muchos pedidos a través de Internet, el 50% de las ventas concretamente. Y la gente nos conoce mucho más que antes. Pienso que es el momento de las pequeñas editoriales. Que con pequeñas editoriales se puede hacer una red de publicaciones muy interesante. En Estados Unidos existen infinidad de pequeñas editoriales, y lo mismo ocurre en Europa y Canadá. Me interesa mucho entrar en contacto con esa gente. Hiru ha llegado a publicar una novela de Sadam Hussein. Se trata de “Zabiba y el Rey”, una novela que Sadam Hussein escribió con el seudónimo de Mohamed Alsaqar. Una vez, estando en Irak, alguien se acercó y me ofreció un libro de Hussein, y yo decidí publicarla. Tengo otra novela suya mucho más larga. Se ha mitificado hasta tal punto la figura de Hussein que me pareció enriquecedor sacar a la luz ésta, su otra cara, y desmitificar un poco lo que todos sabemos de él. Pronto saldrán publicadas tres obras de otros escritores iraquíes que hemos querido editar como muestra de solidaridad con su pueblo. ¿Qué proyectos tiene entre manos Eva Forest? A través de la editorial siempre estoy pensando en cuándo podré publicar mis cosas y nunca encuentro espacio. Este año, por ejemplo, me encantaría publicar tres o cuatro cosas mías que tengo guardadas desde hace tiempo. Cuentos y novelas, todo lo que no considero literatura de urgencia. Para mí la literatura de urgencia es aquella que tiene que difundirse porque transmite algo importante o que acaba de ocurrir. Y mis trabajos ya empiezan a ser urgentes. Guardo, por ejemplo, una obra de teatro sobre la tortura que me encantaría publicar. ¿Cuál es la fórmula para compaginar tantas actividades a la vez? Es la propia actividad la que facilita que haga muchas cosas. Pienso que todo tiene que ver con todo; que tener una actividad en la cocina es muy enriquecedor para llevar a cabo otras cosas. Siempre he pensado que si las mujeres que vienen de una cultura tradicional hubieran tenido la oportunidad de estudiar, de dar el salto estarían muy preparadas, porque tienen un conocimiento sensible de la vida. Opino que se pueden aprender muchas cosas en todas partes. Me encanta, por ejemplo, acudir a la feria a vender libros. Escuchar opiniones, hablar con los lectores, fijarme en cómo la gente se detiene a mirar los libros y los ojea. Todos estos conocimientos son muy enriquecedores para mí. Te hacen perder tiempo pero ganas infinitamente en intensidad. No puedo dejar de tener muchas actividades simultáneamente, a veces desborda, pero siempre he actuado así. Estudié psiquiatría en un momento muy duro y en aquella época me parecía una disciplina ineficaz. Tuve una crisis y lo dejé. Pero en aquel momento yo no tenía capacidad política para darme cuenta de que lo que iba mal era la propia psiquiatría y no yo. Luego me interesó la sociología y más tarde la política. Eva Forest

Nació en Barcelona en el año 1925. Su padre, anarquista, consideraba la escuela como una institución represiva; así que los primeros estudios los hizo “por libre”. Cursó la carrera de Medicina en Madrid y durante este tiempo trabajó en el departamento de Psiquiatría del Hospital Provincial, donde fue compañera de Luis Martín Santos y de Carlos Castilla del Pino. Los sábados acudían a la “Universidad libre de Gambrinus”, una tertulia que, en aquellos momentos, fue muy importante para su formación.

En 1955 conoció al escritor Alfonso Sastre, con el que tuvo tres hijos. Tiene tres nietos. En 1962, durante las grandes huelgas de los mineros asturianos, por solidarizarse con ellos, estuvo presa con su hija de tres meses. En 1966 viajó a Cuba y vivió cuatro meses en una granja de Sierra Maestra grabando la vida de los campesinos, material que daría lugar a un voluminoso libro que prohibió la censura. A su regreso, con otros compañeros, creó el Comité de Solidaridad con Vietnam. Editaron un boletín clandestino de noticias: “Información”, que circuló con regularidad durante años, y “Estado de Excepción”, hoja informativa que llegó a alcanzar una gran popularidad. Durante el proceso de Burgos creó el Comité de Solidaridad con Euskadi. En 1974, bajo la acusación de colaborar con ETA, fue detenida y pasó tres años en prisión preventiva. El juicio nunca llegó a celebrarse y salió en libertad en 1977. Desde entonces vive en Hondarribia donde sigue ocupándose, ahora en democracia, de denunciar la tortura y la represión en general. Dirige la editorial Hiru y colabora con varios organismos internacionales relacionados con los Derechos Humanos. Ha publicado numerosos artículos, ensayos y varios libros relacionados con este tema. Algunas de sus obras han sido traducidas a más de una docena de idiomas.
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