María Ángeles de la Caba Collado. Doctora en Pedagogía. Licenciada en Psicología: Puede parecer contundente, pero en nuestra sociedad, los valores no los marca la educación sino el mercado

2008-07-04

SALABERRIA, Urkiri

Educar en valores. ¿Qué es educar?, algo tan sencillo de preguntar tiene múltiples respuestas y bastante complejas. Pero si a la pregunta le añadimos el complemento circunstancial de “en valores”, la complejidad aumenta, porque ¿qué son los valores? Para hablar sobre este interesante tema nos hemos acercado a Donostia para entrevistarnos con la Dra. María Ángeles de la Caba del Departamento de Métodos de Investigación y Diagnóstico en Educación de la facultad de Pedagogía de la UPV-EHU.

Si le parece, para comenzar, una pregunta bastante corta. ¿Qué es educar?

(Se sonríe).

Y para alguien que no esté relacionado con la Universidad ¿qué es educar?

Podríamos decir que educar es transmitir o favorecer que las personas vivan en una determinada línea, con un determinado tipo de habilidades y prioridades.

¿Dónde se educa?

Hay ámbitos como el escolar y el familiar en el que el discurso educativo está claro. Es un discurso muy parecido al oficial, pero que dista bastante de la realidad.

¿Qué términos adoptaría el discurso oficial?

Pues que hay que saber trabajar en grupo, saber buscar la información más que recordar... Tópicos fáciles cuando luego en la realidad cada vez vivimos en una sociedad más individualista; si ayudas a tu compañero te arriesgas a que igual en un futuro pierdes una oportunidad porque tu compañero ha llegado antes...

¿Quién educa entonces “en la realidad”?

Pues por número de horas y mensajes, los medios de comunicación. Retomando la pregunta de “¿qué es educar?”, te diría que es facilitar un determinado modo de vida, unas prioridades, unos valores. Y esa labor no se realiza solamente en la escuela y en la familia, fuera de estos dos ámbitos también se educa.

¿Existe hoy en día el concepto de “es una persona bien educada” o es un “maleducado”?

Depende de para quién, ¿verdad?

Desde una óptica del discurso oficial, la persona que sabe manejarse, que sabe colaborar con los otros para conseguir sus propios fines sin machacarles demasiado, que tiene un buen nivel de autonomía, pero es una persona social, etc. es una persona educada... (en teoría).

¿Y en la práctica?

En estos momentos tenemos montones de “microsociedades” en nuestra sociedad, sufrimos grandes presiones por nuestro modo de vida, no podemos dedicar el tiempo que quisiéramos a estar en familia, los modelos de vida cambian y donde pasamos más tiempo a lo largo del día es delante de pantallas. Así que (como comentábamos), los medios de comunicación tienen un peso importante en nuestra educación, y esos medios no tienen ningún tipo de filtro y como consecuencia el discurso oficial no es el que más peso tiene en la práctica. De hecho, tengo recogidos mensajes publicitarios que nos dicen cómo tenemos que ser y las máximas son: “¿para qué esperar a mañana si lo puedes tener hoy?”, “¡Puedes tenerlo todo!”, “el esfuerzo no es necesario, ¿para qué esforzarse?”... Con esas pautas, que no vienen desde las instituciones educativas, nos enfrentamos a la realidad de la educación. Puede parecer contundente, pero en nuestra sociedad, los valores no los marca la educación sino el mercado. Y eso es muy duro porque el discurso oficial va en contradicción con el del mercado.

Hablemos de prácticas educativas. Si giramos un poco la cabeza en el tiempo y nos fijamos en la cuna de nuestra civilización, vemos cómo en la Academia de Atenas la educación se basaba en matemáticas, ciencias naturales, dialéctica y gimnasia. ¿Nos queda algo de aquello?

Debería quedarnos. Seguramente en el discurso oficial sí encontremos algo de aquello y debería quedarnos porque lo fundamental no puede ser buscar algo nuevo cada rato, y lo fundamental de lo que es una persona educada, de los valores que debemos desarrollar para ser personas autónomas que sepan vivir en sociedad no pueden cambiar mucho por mucho que las formas de vivir cambien. Y debería quedar, pero vivimos en un tiempo en el que se percibe que siempre lo nuevo es mejor, que a veces estamos rechazando y olvidando que lo fundamental ni es nuevo, ni debe dejarse a un lado. Creo que a veces estamos perdiendo la referencia de qué es lo que debe ser básico. Así que cuando hablamos sobre qué es una persona educada, hablamos de qué valores son prioritarios.

¿Qué entendemos como prioritario?

Vivimos en una sociedad en la que la subsistencia “corporal” está cubierta, a veces en exceso, con todo lo que ello conlleva. Algo que en otras épocas y sociedades era lo básico, por exceso de facilidades, de comodidad, de cosas... se pierde. Lo esencial no puede cambiar demasiado porque cambien los tiempos y teóricamente existen valores que pudieran ser universales, pero sólo en apariencia.

Entonces, los valores clásicos y universales como la bondad, la belleza... ¿existen?

A mi me resulta difícil hablar de la posibilidad de que en la realidad existan valores universales, pero sí que es cierto que las diferentes culturas tienden a recoger algunas cosas que puedan ser bastante comunes. En ese ámbito creo que sobre todo pudiera existir un paralelismo en el tema de los límites cuando se convive con otros, temas como el respeto a la vida, a la propiedad... Pero por el tipo de facilidades económicas que tengan las diferentes culturas, esos límites varían.

¿Se ha convertido el dinero en un valor?

No tienes más que encender el televisor, navegar por Internet, ver una valla publicitaria... Yo diría que sí. Al fin y al cabo, como valor podemos entender algo que es bueno, apreciable e importante para uno mismo. En el espectro de los valores no sólo existen valores “positivos”, lo que para uno es maravilloso para otro puede ser horrendo.

¿Podemos hablar de que estamos viviendo una crisis de valores?

Pensar en “crisis de valores” es un total disparate. ¿Cómo no va a haber valores?, lo que sucede es que igual los valores que imperan no son los que más nos gustarían. Siempre pongo el ejemplo de la empatía, se nos dice desde el discurso oficial que tenemos que buscar la empatía con los demás, pero ¿por qué tenemos que empatizar con los otros? Si total, “a mí no me importa qué le pasa al resto del mundo, bastante tengo yo con lo mío...” pues esa actitud denota unos valores, y cada vez se está dando más en nuestra sociedad, y claro, nos importa en el momento en que somos los perjudicados de esa actitud.

¿Cómo hemos llegado a este punto en cuestión de valores?

Para eso tenemos que situarnos históricamente. Sobre todo en las sociedades postindustriales como en la que vivimos, una sociedad de cambio total frente a las sociedades tradicionales (sustentadas en la autoridad vertical y muy jerárquica), donde los grupos son complejos, no sabes qué sucederá mañana... Nos hemos pasado de un extremo al otro, y entonces el resultado es igual de desastroso. En Psicología y en Educación tenemos clarísimo, tenemos investigaciones que lo han comprobado, que tanto unos extremos como otros son nefastos para el desarrollo personal y social. Está claro que bascular de un extremo a otro no es bueno.

¿Dónde se reflexiona sobre este tema?

El tema de los valores es un campo muy abstracto, pero cuando nos preguntamos qué está bien, qué está mal... tenemos que contar con dos focos centrales: la persona y el grupo. ¿Cómo hacer que una persona tenga un nivel de estabilidad, de autonomía, de bienestar y que además sea capaz e cooperar con el grupo y establecer vínculos positivos? Las investigaciones son evidentísimas y sabemos perfectamente que cuando estamos en el polo de límites extremos, rígidos, autoritarios... para el nivel de desarrollo de autoestima de una persona es nefasto, pero si nos vamos al polo de la inexistencia de límites el resultado es igual de nefasto.

Pero ahora, rotos los límites autoritarios somos libres...

A pesar de que parece que vivimos en una sociedad libre, con un discurso oficial de lo que debería de ser, yo pregunto: ¿quién decide hoy? ¿quién puede decidir con el nivel de crítica que tenemos? ¿a quién estamos preparando para ser crítico? Derechos... todos los del mundo ¿y capacidad para ejercerlos? ¿y ganas de ejercitarlos? Estamos entrando en un mundo muy contradictorio, porque el mundo oficial y el real están contrapuestos.

¿Dónde están los modelos?

Parece que no están en ningún lado (y están en todas partes). Pero la búsqueda del sentido de la vida sigue existiendo, antes estaba muy marcado, por la religión y el tipo de sociedad, pero ahora, paradójicamente, a pesar de que nos “venden” una sociedad donde puedes escoger prácticamente todo, nuestro margen de maniobra es muy pequeño, y al final uno busca su sentido existencial en la naturaleza, la estética, la antiestética... y claro, ¿cómo conciliamos entre todos los valores cuando surge un conflicto? ¿a tortas?... ¡como todo vale!

¿Quién debe educar a quién?

Tras una época en la que nos hemos saltado todos los límites, las riendas las debemos retomar quienes tenemos el papel educativo, porque si no lo que hacemos es dejación de nuestras funciones. El gran conflicto nuestro es hacer entender que ejercer la autoridad por parte de los padres y las madres, de las instituciones educativas es la única manera de no entrar en un mundo de absoluta locura. Otro tema es el cómo se ejerce esa autoridad para que sea más educativa, para que las personas aprendan a ser autónomas y sean capaces de convivir con otros. Es completamente ridículo pensar que la ausencia de autoridad nos hace libres.

Para los padres y madres noveles, ¿qué pautas básicas se deben mantener a la hora de ejercer la autoridad?

Padres, madres y cualquier educador debe saber dar unos límites en los que exista el afecto y el “no”; hasta dónde puedes llegar y qué no puedes sobrepasar... y cuando esto no se trabaja, las consecuencias son bastante drásticas. Si un niño no tiene límites, el adolescente no tendrá seguridad ni autoestima. Un niño que crece con límites desarrolla una mayor capacidad para confiar en sus posibilidades, en lo que puede hacer y no.

Uno aprende a autorregularse y no necesita que le pongan límites externos en la medida en que ha tenido límites.

¿Dónde está la barrera?

En la negociación. Hay cosas negociables y otras que no lo son. ¿Te imaginas intentar negociar con tu jefe que no te apetece trabajar y que te vas a pasear? (risas).

FELICIDAD: ¿qué hace falta para ser feliz? Es algo muy abstracto, pero no se es más feliz por tener de todo, no se es más feliz por hacer lo que a uno le venga en gana, que nada le cueste esfuerzo... Hay cosas que son más gratificantes que los objetos de consumo, como estar tranquilamente paseando, charlando... pero ¡hay que vender! Y eso no vende.

LÍMITES: Poner límites al niño y a la niña no le va a suponer ningún trauma, sino que se lo va a evitar a corto plazo a los padres, madres y educadores y a medio plazo a toda la sociedad. Es algo alarmante el fenómeno de padres y madres maltratados por sus hijos e hijas.

Los niños y niñas que no tienen límites se acaban convirtiendo en personas maltratadoras de quienes están a su lado.

REEDUCAR (EN VALORES): Es posible si se cambia de contexto a la persona, pero esto no es fácil. Una vez que las relaciones tienen sus dinámicas es muy difícil cambiarlas. Para que existan cambios hay que buscar coherencia entre los discursos, a veces los pequeños cambios son los más efectivos.

ESTRATEGIAS: Si una estrategia hay que repetirla más de tres veces es que no es buena.

BUENO, BUENO... TONTO, TONTO: Sigo creyendo (o queriendo creer) que ser bueno es mejor para uno mismo.

NADA NUEVO BAJO EL SOL: No hemos inventado nada nuevo, no porque pongamos “año 2008, año de la innovación”, la idea tiene que ser mejor.

VALORES: No hablemos de valores en abstracto. Elijamos dos que nos parezcan importantes y favorecezcámoslos con conductas que nos acerquen a su consecución. ¿Qué es importante para mi? ¿qué puedo hacer para conseguirlo? Yo, por ejemplo, propondría dos valores: autonomía y buenos tratos hacia uno mismo como hacia los otros y el entorno.
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