Margaret Bullen. Antropóloga: Las tradiciones están vivas y a lo largo de la historia han ido cambiando a la vez que la sociedad

2012-05-11

SILLERO ALFARO, Maider

SILLERO ALFARO, Maider

Margaret Bullen es una antropóloga británica afincada en el País Vasco desde hace 20 años. Profesora de antropología social en la UPV-EHU, miembro de la consultora Farapi, profesora de “Basque and Iberian Culture” en USAC, feminista y autora de diversos estudios, entre otras cosas. Pero sobre todo Margaret es una mujer que habla con pasión y escucha con interés en un idioma, el euskara, que hasta hace poco no sabía ni que existía

Cuénteme qué hace una antropóloga inglesa en el País Vasco.

Nací en Inglaterra, en un pequeño pueblo al oeste de Londres. El Bachillerato lo realicé en el norte de Inglaterra y en Bristol estudié Filología Hispánica y Francesa. A continuación me fui a Liverpool con una beca a hacer el doctorado y me inscribí en Institute of Latin American Studies para hacer antropología social. En aquella época estaba inmersa en la cultura Latino Americana, el trabajo de campo lo hice en Perú investigando los cambios socio-culturales de los llamados “pueblos jóvenes”. Concretamente con indígenas Kichua y Aymara que habían ido a buscarse la vida a Arekipa. Me interesaban temas de identidad, idioma y allí tuve una oportunidad inigualable de conocer e investigar esos temas. Tenía la intención de seguir en Perú o Latino América, pero volví a Liverpool a escribir la tesis y conocí a mi pareja actual, que es vasco. Ya llevo 20 años viviendo aquí.

¿Fue entonces cuando tuvo el primer contacto con el País Vasco?

Sí... A pesar de haber estudiado Filología hispánica nunca nos mencionaron el País Vasco, sin embargo Cataluña sí. En Liverpool conocí a Larry Trask, un sociólogo inglés que había investigado sobre el euskara, pero por aquel entonces el tema me quedaba muy lejano.

En la actualidad es profesora de la Universidad del País Vasco, pero ¿cuáles fueron sus primeros pasos una vez aquí?

Me puse en contacto con Teresa del Valle y a través de ella entré en el Seminario de la Mujer, donde conocí a otras antropólogas y feministas. También comencé a impartir la clase de “Basque and Iberian Culture” en USAC (University Studies Abroad Consortium) donde tratábamos temas de cultura vasca, sobre todo. El director de entonces, Felix Menchacatorre, era una persona muy amable que me propuso dar la clase, a lo que contesté que sobre cultura vasca no sabía nada, pero que sí sabía mucho sobre cultura en general. Llevo 20 años impartiendo el curso y en este tiempo he tenido la oportunidad de aprender y de enseñar mucho.

Margaret Bullen es profesora de antropología social en la UPV-EHU, miembro de la consultora Farapi, profesora de “Basque and Iberian Culture” en USAC, feminista y autora de diversos estudios.

¿Recuerda cuál fue el aspecto de la cultura vasca que más llamó su atención la primera vez que vino? Con esa mirada antropológica...

Es difícil recordarlo ahora, pero quizá fue el idioma. Habiendo estudiado filología hispánica y francesa y después de haber realizado el doctorado, de repente conocer un nuevo idioma fue muy sorprendente para mí. No podía vivir en un sitio sin entenderlo ni hablarlo y me puse a ello, pero claro, no puedes aprender un idioma de un día para otro... Además, me parecieron muy llamativos otros aspectos de la cultura como las fiestas, las tradiciones, la comida... Y también la importancia de la familia y de las redes sociales. En Inglaterra predomina el individualismo, y eso tiene sus partes buenas porque tienes libertad, puedes ser expresivo y creativo y nadie te va a mirar por la calle; pero también nos movemos mucho y corres el riesgo de quedarte solo. Mi familia, por ejemplo, está muy dispersada y aunque de joven me parecía algo positivo, ahora me da pena... En Inglaterra no puedes dejar a tus hijos solos en el parque y aquí sí porque sabes que los demás padres también van a cuidar de ellos. Este tipo de cosas me parecen importantes. Con el horario también noté cambio, pero te acostumbras a todo y este ritmo también me gusta.

Ahora que menciona la familia, también ha investigado el papel de la mujer en la familia y el matriarcado, ¿es así?

He estudiado mucho sobre eso y lo he interiorizado en mi trabajo, pero no he hecho una investigación como tal. He seguido el hilo de la crítica al matriarcado que hace Teresa del Valle en su libro “Mujer vasca, imagen y realidad”. Por otro lado, Jone Miren Hernández está investigando la mujer y el bertsolarismo y vamos a publicar juntas el artículo “Emakumeak kultura eta hizkuntza transmisoreak”.

A pesar de que desde el feminismo se critica, las ideas del matriarcado siguen vivas y con fuerza en el imaginario de la sociedad: las mujeres vascas son fuertes, eran las dueñas de los caseríos y hoy son dueñas de las casas. Pero al investigar la realidad, no vemos esa fuerza fuera de casa, es decir, en el ámbito público. Jone Miren Hernández, al estudiar a las mujeres conferenciantes de la época del Renacimiento vasco, ha observado que hay una contradicción. El Partido Nacionalista Vasco quiso darle a la mujer una imagen de mujer fuerte y defensora de la cultura vasca para contraponerse a otros modelos de mujer que llegaban desde Europa (el de mujer moderna, liberal). Pero de esa manera, a la vez que representaban y fortalecían el modelo de mujer vasca, estaban rompiendo ese mismo modelo al hacerles hablar en público, al sacarles al escenario público. Hay mucho trabajo por hacer en este campo, ver cómo se ha extendido la imagen de mujer fuerte; qué tipo de reivindicaciones ha habido alrededor; y cómo, aún estando vida esa imagen, se han puesto en duda por otras mujeres.

Aquellas mujeres del Renacimiento vasco fueron las primeras en salir al escenario público. Pero quizá fueron “empujadas” a hacerlo, no surgió de manera natural...

Sí, pero o pesar de cumplir el deseo del partido, fueron más allá cambiando el modelo de mujer. Esa representación es importante porque en nuestra vida utilizamos estereotipos para describir la realidad, pero eso no quiere decir que sea la realidad. Debemos mirar más allá de las palabras, los discursos y los estereotipos, hay que ver qué hacemos, cómo actuamos como mujeres. En palabras de Simone de Beauvoir “nos hacemos mujeres”.

¿Y cómo es el papel público de la mujer actual?

Creo que está cambiando, y el ejemplo del bertsolarismo es bonito para verlo. En la última temporada hay más mujeres en ese ámbito y están cambiando el bertsolarimo, la transmisión de la cultura vasca y el propio papel de la mujer. Aquí debemos tener en mente dos cosas. Por un lado, que el hecho de decir que la mujer era la transmisora del euskara y la cultura vasca era por hacerla visible, por poner en valor el papel de la mujer ya que el trabajo de casa no se tenía en cuenta. Por otro lado, hay una pequeña trampa en todo esto: debemos reconocer el trabajo realizado en favor del euskara dentro de casa, pero pensando que aquella no era la única labor. El ling?ista Txepetx y algunos otros criticaron a las mujeres por dejar ese papel. Por lo tanto, reconocimiento sí, pero sin limitar el papel de la mujer a eso.

¿Y qué ocurre con los hombres? A la par que cambia el papel de la mujer, ¿está cambiando también el del hombre?

En mi opinión es importante ver qué están haciendo los hombres. Hasta ahora en los estudios de género hemos tenido que mirar a las mujeres porque eran invisibles, pero ahora deberemos mirar hacia los hombres. De hecho, está cambiando su papel tanto en la producción cultural como en casa. Por ejemplo, a mí el término “ama-hizkuntza” (lengua materna) no me gusta nada porque los niños y las niñas aprenden el idioma de los padres y de las madres. En mi casa el idioma paterno y el materno son distintos... al decir “ama-hizkuntza” dejamos a un lado el papel de los hombres y algunos hombres no se dan cuenta de la importancia que tiene su idioma hacia sus hijos. Aquí hay un cambio en el que debemos poner nuestra atención.

Los alardes mixtos de Irun y Hondarribia han recibido este año el premio Emakunde a la igualdad.

Foto: CC BY - Irekia

El Premio Emakunde de este año lo han recibido los alardes mixtos de Irun y Hondarribia. En el año 2004 escribió “Tristes espectáculos: las mujeres y los Alardes de Irun y Hondarribia”. Ha pasado tiempo, ¿sabe cómo está la situación actualmente? ¿ha seguido el tema de cerca?

El conflicto lleva 16 años y yo llevo estudiándolo desde el principio. Hoy en día también sigo investigando y escribiendo artículos tanto en solitario como con otras antropólogas, Carmen Díez, por ejemplo. El tema es tan complejo que se necesita mucho tiempo para explicarlo ya que están apareciendo diferentes perspectivas. Ahora estamos trabajando el tema desde la perspectiva de los jóvenes. En la actualidad, un grupo de 5 antropólogas feministas de la universidad tenemos entre manos la investigación “Continuidades, conflictos y rupturas” donde estamos concretando qué tipo de relaciones de género tienen los jóvenes del País Vasco en ámbitos como el de las fiestas, los deportes, el ocio, la amistad, el amor, el sexo... Quiero situar el conflicto de los Alardes de Irun y Hondarribia en esta perspectiva tan amplia. De esta manera podremos ver por qué los jóvenes de hoy en día, a pesar de vivir con una ley de igualdad y en aparente igualdad, están en contra de la participación de las mujeres.

¿Ha conseguido alguna respuesta? ¿Cuál podría ser la razón de eso?

La investigación está sin terminar, pero a grandes rasgos te puedo contar qué es lo que creo. Por un lado el Premio Emakunde es muy importante porque era necesario el reconocimiento institucional. Pero por otro lado, una sentencia de la Audiencia Nacional dice que el alarde tradicional no es discriminatorio, y los del alarde de toda la vida así lo creen. De todas maneras, aunque desde dentro no se vea, desde fuera sí vemos que es discriminatorio.

¿Y entonces?

Resumiendo, la sociedad está estructurada en un sistema de género asimétrico y la vida entre hombres y mujeres depende de ese sistema. Es decir, nuestras relaciones están condicionadas por ciertas entidades: formales (gobiernos, instituciones...) e informales (familia, amigos, cuadrilla, medios de comunicación...). Todas ellas están definiendo cómo debemos ser hombres y mujeres: cómo vestir, cómo comportarnos, qué roles tomar... tanto en el plano cotidiano como en el plano simbólico (donde entran las ideas, los valores, las ideologías...).

Si queremos hacer un cambio en el plano cotidiano deberemos hacerlo también en el simbólico, y a veces en el cotidiano sí, pero en el simbólico no se da ese cambio. Este es el caso de los alardes, ya que están colocados en el terreno sagrado, dentro de una burbuja. En este punto nos chocamos con las Tradiciones, cómo se crean, el valor que le damos a la historia, y junto a esto las emociones. Crecemos en esas tradiciones desde pequeños, están relacionadas con la familia y los antepasados... y así se crea la burbuja; burbuja que no es sólo individual, sino una burbuja colectiva que tiene mucha fuerza.

En Irun y Hondarribia el Alarde es algo muy importante y es cada vez es más difícil cambiarlo porque el Alarde está situado justo en medio del espacio simbólico, y además, también en medio de un sistema de género. Movemos las piezas, pero la propia maquinaria hace resistencia. Imaginemos que tenemos una maquinaria de reloj que funciona correctamente, con sus engranajes. Si metemos una gran llave inglesa podremos parar una pequeña maquina, pero siendo un sistema tan complejo apenas tendrá efecto y el resto seguirá su curso. ¿Qué pasa aquí? Que por un lado se le ha dado el primo, pero que por otro existe la sentencia.

Por lo tanto, la sociedad está recibiendo mensajes contradictorios.

Tenemos que pensar que la familia está muy unida a las tradiciones, y tal como he dicho, en la sociedad vasca la familia es muy importante. Por un lado digo que hay que proteger la cultura vasca, y por otro que quizá haya que enfrentarse a la familia si crees que por esto merece la pena. Esto no quiere decir que esté en contra de la cultura vasca, sino que entiendo que las tradiciones están vivas y que a lo largo de la historia han cambiado a la vez que la sociedad. No hay por qué perder nada al dejar entrar a las mujeres. Para lograr la igualdad es necesario que mujeres y hombres hagan cosas a la vez. No estamos diciendo que la cultura vasca esté mal de por sí, sino que hay que cambiarla al igual que otros aspectos de la sociedad.

En 2007 realizó la investigación de otro alarde, el de Antzuola. Fue un caso especial ya que el informe fue solicitado desde el propio Ayuntamiento. “Pasado, presente y futuro del Alarde de Antzuola”, junto a Xabier Kerexeta.

En este caso vimos la voluntad de un pueblo por cambiar una tradición y fue una experiencia muy positiva. Xabier Kerexeta realizó la investigación histórica, yo la sociocultural y todos juntos, con el pueblo, nos enfrentamos al futuro.

Los jóvenes no querían participar, la figura de Mairu fue acusada de racismo y también preocupaba el deje militar del alarde. Antiguamente, los hombres que estaban haciendo la mili disponían de un permiso especial para venir al pueblo y participar en el desfile, pero desaparecida la mili, los jóvenes del pueblo no se veían a ellos mismos participando en el Alarde. Pero también existía un deseo de conocer y proteger la fiesta.

La investigación se llevó a cabo con la gente del pueblo; analizados los resultados y con el informe en mano, el mismo pueblo reunido en comisiones decidió qué hacer. Entendieron que la tradición no hay por qué seguirla tal como está, que la propia historia es inventada, que no es una biblia a seguir, que la historia se crea, se escribe, y que no hay una verdad, sino una interpretación.

Se dice que la figura de Mairu que aparece en el alarde es Abderraman III, que algunos del pueblo fueron a Navarra a luchar contra él y se lo trajeron de vuelta. Pero tras la investigación de Xabier se vio que eso era imposible, que era una invención. Sabido esto, la gente se sintió libre para hacer el cambio, porque en otros momentos de la historia también había sido cambiado.

“Hay tradiciones que hay que romper, como la violencia de género, por ejemplo, pero hay otras tradiciones que hay que cambiar”.

¿Podríamos decir, entonces, que las tradiciones en lugar de romperlas hay que cambiarlas?

Sí hay tradiciones que hay que romper, como la violencia de género, por ejemplo, pero hay otras tradiciones que hay que cambiar. Los Alardes tradicionales de Irun y Hondarribia han sentido que quienes están a favor de la participación de la mujer han querido romper su fiesta, han pensado que las feministas no amamos el alarde, y eso no es así. Hay muchas mujeres del pueblo que quieren participar en las fiestas de su pueblo en igualdad. En este caso el planteamiento no ha sido el de romper, pero ha sido entendido así.

También es miembro fundador de Farapi.

Farapi es una consultora de antropología aplicada creada en 2002 por seis antropólogos y con la ayuda de Bic Gipuzkoa Berrilan. El motivo de fundar la consultoría era la convicción de que la antropología cultural producía un saber válido para la sociedad y sus frutos no se debían quedar en los cajones ni las estanterías de los despachos, sino que había que impulsar su aplicabilidad y buscar formas de incorporar la perspectiva etnográfica en el mundo laboral. A pesar de tener una fuerte especialización en temas de género, Farapi hace proyectos que inciden tanto en el ámbito social como en las áreas innovadoras de diseño y desarrollo tecnológico.

¿En qué investigación está inmersa en la actualidad?

El año pasado con Farapi realicé un proyecto sobre violencia de género y con eso y el proyecto sobre los jóvenes que tenemos entre manos, estamos organizando un Curso de Verano “Género sistemetan sustraituta dagoen genero indarkeria”. Quiero entender y hacer entender que la violencia de género está enraizada en los sistemas de género. De manera parecida a la pregunta que se nos planteaba con el alarde, aquí también la pregunta es por qué sigue esa violencia si en otros ámbitos hemos conseguido la igualdad.

La compañera Mari Luz Esteban al estudiar el amor y el amor romántico ha visto que en los jóvenes, y en general, el modelo de familia tradicional está relacionado con la violencia de género. Las historias de amor que vivimos nos llevan a aceptar ciertos papeles, donde los hombres tienen más fuerza física y psicológica que las mujeres. Las mujeres aceptan la dependencia porque la interpretan como amor. Con lo móviles hay más opciones para controlar al otro y los jóvenes interpretan eso como señal de amor y no como control. Algunos entienden ese rol en el modelo tradicional de familia: proteger a la chica, mantenerla... y las mujeres también tienen su rol. En este ejemplo se ve cómo las ideas que interiorizamos del mundo de los valores ocurren en nuestra vida diaria.

Esto no ocurre en todos los casos, hay otros factores a tener en cuenta y hace falta realizar una investigación extensa. Muchas veces creemos que la violencia de género o la violencia en sí es consecuencia de un problema psicológico, pero eso no es más que la punta del iceberg. Cuando matan a una mujer hay que pensar en la parte del iceberg que no se ve. Y en relación a lo que hemos comentado antes, ¿qué ocurre con los hombres? ¿Qué modelo de hombres estamos creando en nuestra sociedad? ¿Cómo queremos que sean? Todavía se les dice a los niños que los hombres no lloran y frases de ese tipo. Y luego, cuando son mayores les echamos en cara el no saber llorar, ¿pero cuáles son sus modelos de socialización? Con esto no quiero restar culpa ni gravedad al asunto, sino entender el tema desde la perspectiva tanto de las mujeres como de los hombres. Margaret Bullen (Inglaterra, 1964) Antropóloga británica afincada en Euskadi desde 1991. Licenciada en Filología Hispánica y Francesa por la Universidad de Bristol y doctora en Antropología Social por la Universidad de Liverpool. Coautora, junto a José Antonio Egido, del libro Tristes espectáculos: las mujeres y los Alardes de Irun y Hondarribia (UPV-EHU), presentado en San Sebastián en mayo de 2004. Desde entonces ha seguido escribiendo sobre este tema en numerosos artículos, el último junto con Carmen Díez, “Matriarchy versus equality. From Mari to Feminist Demands”, in M.L. Esteban & M. Amurrio (eds) Feminist Challenges un the Social Sciences: Gender Studies in the Basque Country, Reno, Center for Basque Studies, 2010:113–(126). Junto con el historiador Xavier Kerexeta presenta en mayo de 2007 el estudio socio-cultural Pasado, presente y futuro del Alarde de Antzuola, encargado por dicho Ayuntamiento con el fin de dinamizar y redefinir el tradicional desfile con vistas a su proyección futura. Una reflexión sobre el proceso se presentó en el Simposio “Políticas y poéticas de la memoria” del XVII Congreso de Estudios Vascos (Gasteiz, 2009) con el título HERRIAREN PARTAIDETZA KULTURA ONDARE KOMUNITARIOAN: Antzuolako Alardearen adibidea. Es socia fundadora de la consultora de antropología aplicada, Farapi, y ha participado en diversos encuentros sobre la profesionalización de la disciplina entre otros. Participa en el VII Congreso Internacional de la Sociedad Española de Antropología Aplicada, celebrado en Santander en diciembre de 2006, con la ponencia titulada La profesionalización de los antropólogos ¿ficción o realidad?. Está vinculada a la diáspora vasca a través de la docencia que imparte al alumnado norteamericano que viene a estudiar en Donostia a través de USAC (University Studies Abroad Consortium), dirigido desde Reno. Es autora del manual, Basque Gender Studies (2003) publicado por la Universidad de Reno y también traductora al inglés de Orhipean: gure herria ezagutzen por Xamar (Pamiela 2006). Es socia de la asociación vasca de antropología, Ankulegi, colabora en la organización de las jornadas anuales y algunos de sus trabajos se publican en la revista, el más reciente siendo “Turismo gastronómico y representación de la cultura vasca: sidra y chocolate” en colaboración con Miren Urquijo” (nº 13, 2009) y otros como “De invasores a invadidos: la intervención social en los barrios marginales de Perú” (nº 4, 2000); “Modos de vida de la mujeres inmigradas en Araba y Guipúzcoa”, en colaboración con Begoña Pecharromán (nº 8, 2004).
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