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Alicia Peñalva Vélez / Doctora en Pedagogía. Profesora del área de Didáctica y Organización Escolar de la Universidad Pública de Navarra

03/11/2021

Alicia Peñalva Vélez / Doctora en Pedagogía. Profesora del área de Didáctica y Organización Escolar de la Universidad Pública de Navarra

El camino de investigación y docencia que he seguido a lo largo de estos años, y la consecuente reflexión teórico-práctica que ambos conllevan, me permite ubicar una serie de elementos que considero fundamentales en todo sistema educativo actual. Lejos de presentar una compilación exhaustiva, traigo aquí un compendio, sin ánimo de verdad absoluta, que se concreta en diez elementos presentados de manera aleatoria.

Siguiendo ese orden aleatorio de los elementos… sitúo como el primero de ellos la necesidad de escuchar a los alumnos y alumnas, de confiar en sus competencias, en sus capacidades, en lo que saben... la necesidad de escuchar su mundo y darles la palabra. De todo ello nos habla siempre Francesco Tonucci. Como segundo elemento, en clara correlación con el primero está la atención a la diversidad del alumnado, su diversidad de intereses, de ritmos, de capacidades, de condiciones sociales. La diversidad cultural, de género, de raza, de edad…… de la que nos habla Tonucci. La diversidad que fomenta la inclusión tal y como la definen Gerardo Echeita y Mel Ainscow. La diversidad como concepto dinámico y abierto que define y defiende Pilar Arnaiz. Como tercer elemento sitúo la formación docente, de la que Mariano Fernández Enguita afirma que es breve y de baja calidad, y es necesario reforzar. También Luis Lizasoain en esta línea, nos señala la necesidad de reforzar la formación y mejora continua del profesorado (en clara conexión con los procesos de innovación y de mejora de la práctica profesional).

Necesito de un cuarto elemento, que identifico en el concepto de educación de la ciudadanía y para la ciudadanía, de educación cívica, de la que nos habla Victoria Camps. La autora nos concreta que ser un buen ciudadano o ciudadana significa asumirnos como sujetos tanto de derechos, como de deberes, ejerciendo nuestra libertad individual en relación con la construcción y mantenimiento del bien colectivo. Como quinto elemento, y en clara unión con esta idea de persona que nos traslada la autora, identifico la necesidad, tan señalada por Gregorio Luri, de fomentar el pensamiento crítico, a través del desarrollo de un leguaje complejo, del conocimiento de la realidad, del desarrollo de los razonamientos frente a las opiniones. Un sexto elemento es el Luis Lizasoain identifica como alta eficacia escolar, incluyendo en ella a aquellos centros que son ejemplo y fuente de buenas prácticas, que rinden de una manera superior a lo que el medio en el que se encuentran permitiría prever.

El séptimo elemento, como el mismo autor señala, se centra en la relevancia de la evaluación como elemento crucial de la actividad educativa, como instrumento de garantía del derecho a una educación de calidad, como una herramienta indiscutible de mejora. Y en clara unión encontramos el octavo elemento, como digo, resultante de la necesaria conexión entre la investigación y la práctica educativa, y que conduce al concepto tan usado últimamente de innovación educativa. La innovación, o la investigación orientada a la mejora continua, en un círculo virtuoso que el mismo profesor Lizasoain califica como de investigación aplicada. Un noveno y último elemento, la convivencia escolar, enfocada desde esa doble mirada que nos aportan Nélida Zaitegi y Rosario Ortega, y que nos conduce por igual a la educación de niños y niñas, de chicos y chicas, en unas competencias que les permitan formarse integralmente como personas, y participar activamente en el mundo desde la convivencia positiva. Y por ser éste el elemento al que más horas de investigación dedico, me permito reivindicarlo, sin perjuicio de los otros elementos señalados.

Me permito señalar (en colaboración con Asunción Vega-Osés) que el sistema educativo debe trabajar la convivencia desde cinco principios básicos: debe formar parte del currículum de todos los centros, abarcar los diferentes niveles de concreción curricular. Su aprendizaje debe estar planificado. La planificación y puesta en marcha debe apoyarse en una perspectiva ecológica, sistémica, comunitaria y global. Todos los agentes educativos deben ser formados en convivencia escolar. El trabajo en convivencia se debe generar desde el trabajo colaborativo de toda la comunidad educativa. Resulta necesario trabajar la convivencia en los centros desde la perspectiva de la inclusión, para lograr culturas de centro inclusivas y cultura ciudadana de convivencia en la diversidad. Resulta necesario plantear programas inclusivos de convivencia escolar que especifiquen planes de acción, concretados en objetivos y metas, una previsión y planificación de actuaciones, una evaluación, todo, desde la sistematicidad que demanda toda planificación rigurosa. Me atrevo a decir, que, trabajando así la convivencia, estaremos trabajando todos los elementos que “mis” autores y autoras fundamentan.

Me atrevo también a decir que un décimo elemento y, a mi juicio, el que sirve de nexo de unión necesario entre todos los anteriores, es el pacto o consenso educativo. Ese pacto que José Antonio Marina califica como necesario, pero también difícil, ese consenso sin el que las leyes educativas duran lo que dura el ejecutivo de turno. Un pacto educativo que según Ángel Gabilondo debe ser también un pacto social.


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